SI FRACASA EL AJUSTE, LO M S PROBABLE ES LA INSURRECCIÓN
La posibilidad de que Grecia salga del euro sigue vigente
Tsipras aceptó otro pésimo acuerdo de rescate, que adolece de los mismos fallos fundamentales que sus predecesores. Una moneda paralela podría haber resultado
Tsipras nunca debería haber contratado a Yanis Varoufakis como ministro de Finanzas. O debería haberle escuchado, y haber seguido su programa. En su lugar, el primer ministro griego eligió la peor de las opciones. Siguió el consejo de Varoufakis de rechazar -hasta la semana pasada- la oferta de los acreedores. Pero al hacerlo, Tsipras cometió el grave error de eludir el plan B de Varoufakis para el momento en el que cerrasen los bancos: la introducción inmediata de una divisa paralela -pagarés emitidos por el Estado griego pero denominados en euros.
Una moneda paralela habría permitido a los griegos pagar sus transacciones diarias cuando se limitó a 60 la suma diaria que podía extraerse de los cajeros. Con ello se habría evitado un colapso total de la economía.
Pero Tsipras no optó por ello, ni por ningún otro plan B. En su lugar capituló. En ese punto, ni siquiera estaba en posición de escoger un Grexit -la salida de Grecia de la eurozona.
Tsipras acabó accediendo a otro pésimo acuerdo de rescate, que adolece de los mismos fallos fundamentales que sus predecesores. Esto me lleva a concluir que el Grexit sigue siendo el desenlace más probable, después de todo.
Esto puede producirse principalmente de tres formas. La primera es, sencillamente, que no se complete el acuerdo.
Un acuerdo podría fracasar porque los propios actores principales son escépticos. Wolfgang Schäuble, el ministro de Finanzas alemán, asegura que guardará en el cajón su oferta de un Grexit, por si las negociaciones fracasan. Tsipras denunció el acuerdo en varias ocasiones la semana pasada. Y el Fondo Monetario Internacional nos dice que los números no cuadran, y que no firmará a menos que los acreedores europeos acuerden una quita de la deuda.
Un escenario de Grexit más probable es que el programa que falle. El Gobierno de Atenas puede implementar todas las medidas que exigen los acreedores, pero la economía no consigue recuperarse y los objetivos de deuda siguen mostrándose esquivos. Tsipras ya acordó la semana pasada que, de producirse esta situación, aplicaría más austeridad.
Así que, a menos que la economía se comporte en el futuro de una forma muy distinta a como lo hizo en el pasado, seguirá atrapada en un círculo vicioso durante muchos años. En ese punto, Tsipras, o su sucesor, podría aceptar la derrota y optar por negociar un Grexit como la opción menos dolorosa. El Grexit también podría ser impuesto por los acreedores.
El escenario de un Grexit que considero más probable es otro distinto.
Donald Tusk, el presidente del Consejo Europeo, apuntó a ello en su entrevista con Financial Times la semana pasada cuando dijo que percibía "algo revolucionario" en el aire. Creo que va por buen camino. El escenario más probable en mi opinión es un Grexit a través de la insurrección. Dentro de tres años, no me sorprendería que Tusk y sus colegas del Consejo Europeo tengan que tomar medidas aún más drásticas para sofocar una crisis.
Grecia aún no ha llegado al punto de la insurrección -pese a ocho años de recesión. Las encuestas de opinión siguen reflejando que una mayoría de la población está a favor de seguir en el euro. En la vida real, la gente escoge entre un pequeño número de alternativas políticas y conformarse con la que piensan que funciona mejor para la economía. Votaron a Tsipras y a su partido Syriza en enero porque los otros partidos no cumplieron. Si Syriza también les falla, como seguramente suceda, a los griegos no les quedarán opciones democráticas.
¿Puede Tsipras evitar todavía el desastre? Si se celebran elecciones anticipadas en otoño, tengo la premonición de que Tsipras llevará a cabo una campaña de agitación política, cargada de retórica contra los acreedores, pero que después accederá a todo lo que éstos exijan, y que seguirá el programa hasta su dramático clímax.
Una moneda paralela habría permitido a los griegos pagar sus transacciones diarias cuando se limitó a 60 la suma diaria que podía extraerse de los cajeros. Con ello se habría evitado un colapso total de la economía.
Pero Tsipras no optó por ello, ni por ningún otro plan B. En su lugar capituló. En ese punto, ni siquiera estaba en posición de escoger un Grexit -la salida de Grecia de la eurozona.
Tsipras acabó accediendo a otro pésimo acuerdo de rescate, que adolece de los mismos fallos fundamentales que sus predecesores. Esto me lleva a concluir que el Grexit sigue siendo el desenlace más probable, después de todo.
Esto puede producirse principalmente de tres formas. La primera es, sencillamente, que no se complete el acuerdo.
Un acuerdo podría fracasar porque los propios actores principales son escépticos. Wolfgang Schäuble, el ministro de Finanzas alemán, asegura que guardará en el cajón su oferta de un Grexit, por si las negociaciones fracasan. Tsipras denunció el acuerdo en varias ocasiones la semana pasada. Y el Fondo Monetario Internacional nos dice que los números no cuadran, y que no firmará a menos que los acreedores europeos acuerden una quita de la deuda.
Un escenario de Grexit más probable es que el programa que falle. El Gobierno de Atenas puede implementar todas las medidas que exigen los acreedores, pero la economía no consigue recuperarse y los objetivos de deuda siguen mostrándose esquivos. Tsipras ya acordó la semana pasada que, de producirse esta situación, aplicaría más austeridad.
Así que, a menos que la economía se comporte en el futuro de una forma muy distinta a como lo hizo en el pasado, seguirá atrapada en un círculo vicioso durante muchos años. En ese punto, Tsipras, o su sucesor, podría aceptar la derrota y optar por negociar un Grexit como la opción menos dolorosa. El Grexit también podría ser impuesto por los acreedores.
El escenario de un Grexit que considero más probable es otro distinto.
Donald Tusk, el presidente del Consejo Europeo, apuntó a ello en su entrevista con Financial Times la semana pasada cuando dijo que percibía "algo revolucionario" en el aire. Creo que va por buen camino. El escenario más probable en mi opinión es un Grexit a través de la insurrección. Dentro de tres años, no me sorprendería que Tusk y sus colegas del Consejo Europeo tengan que tomar medidas aún más drásticas para sofocar una crisis.
Grecia aún no ha llegado al punto de la insurrección -pese a ocho años de recesión. Las encuestas de opinión siguen reflejando que una mayoría de la población está a favor de seguir en el euro. En la vida real, la gente escoge entre un pequeño número de alternativas políticas y conformarse con la que piensan que funciona mejor para la economía. Votaron a Tsipras y a su partido Syriza en enero porque los otros partidos no cumplieron. Si Syriza también les falla, como seguramente suceda, a los griegos no les quedarán opciones democráticas.
¿Puede Tsipras evitar todavía el desastre? Si se celebran elecciones anticipadas en otoño, tengo la premonición de que Tsipras llevará a cabo una campaña de agitación política, cargada de retórica contra los acreedores, pero que después accederá a todo lo que éstos exijan, y que seguirá el programa hasta su dramático clímax.
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