Inversores extranjeros dejan Brasil: no tienen fe en las reformas

Este año por primera vez desde 2004, hubo salida neta de capitales extranjeros de la Bolsa de San Pablo. La buena racha del Bovespa no ha servido para neutralizar el escepticismo de los grandes inversores.

Para las acciones de Brasil este ha sido un estupendo año que se coronó la semana pasada con la oferta pública inicial en Nueva York de XP, un grupo de servicios financieros que promete revolucionar la manera en que los brasileños comunes compran bonos y acciones.

El precio de las acciones de la compañía superó el rango objetivo y trepó casi 30% en su primer día de negociaciones. Habría que preguntarse si los inversores no se estarán adelantando.

XP en si mismo no preocupa, pese a su elevada valuación. Está cumpliendo con la promesa de alterar al sector financiero de Brasil, del cual los inversores minoristas tradicionalmente quedaban afuera o debían pagar altas comisiones. Lo logra en un momento en que la novedad de las tasas de interés del mundo real empuja a todo aquel con ahorros a hacer inversiones que son más picantes que una caja de ahorro. El hecho de que XP satisface la demanda en parte vendiendo a inversores minoristas obligaciones negociables de firmas que emiten por primera vez podría terminar creando obstáculos en su camino, pero es poco probable que descarrile por completo.

Lo que puede resultar más preocupante es que XP es sólo parte de un impulso mucho mayor hacia los activos de mayor riesgo. Las empresas brasileñas recaudaron 346.000 millones de reales (u$s 84.000 millones) en los mercados locales en los últimos 11 meses hasta noviembre, principalmente en bonos corporativos e incluyendo los 78.000 millones de reales en acciones. El total supera fácilmente la cifra del año pasado de 249.000 millones de reales y es más del doble del promedio de los cinco años anteriores, según Anbima, una asociación de entidades de mercados financieros.

La bolsa de valores de San Pablo ha tenido una buena racha. Su índice de referencia Bovespa subió más de 25% este año. Los inversores nacionales -minoristas e institucionales- invirtieron sumas récord en el mercado de valores.

Pero sería prudente observar a los inversores extranjeros. Excepto en la crisis de 2008, todos los años fueron fuertes compradores netos de acciones en la bolsa desde que se recopilaron datos por primera vez en 2004. Sin embargo, ese flujo neto se detuvo en 2018. Y este año, hasta el 9 de diciembre, retiraron una cifra neta de 13.600 millones de reales, la mayor desde que hay registros.

En parte el motivo es que Brasil es un mercado grande y líquido en un mundo incierto. Los problemas en otros grandes mercados emergentes quizás llevaron a los inversores a vender activos.

Pero también es probable que los inversores extranjeros estén menos dispuestos que los mismos brasileños a "comprar" la historia de recuperación de Brasil. El impulso de las reformas parece haberse estancado después de la aprobación de la reforma previsional este año. Pese a las señales de que se está produciendo un naciente crecimiento económico tras la profunda recesión en 2015-16, el desempleo se mantiene en casi 12%. La deuda de las familias aumenta y su calidad se deteriora.

Brasil aún debe escapar de su trayectoria de "vuelo de gallina" de tiempos pasados, donde la economía despega por un corto período para luego volver a caer. Los inversores cautelosos van a esperar.

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