EL SECTOR PÚBLICO RECLAMA QUE NO SE DEMORE SUBA SALARIAL

Gobierno de Brasil enfrenta fuerte resistencia al plan de austeridad

La combinación de recortes y aumentos de impuestos para lograr un superávit fiscal de 0,7% depende de varios programas políticamente difíciles de implementar

Mientras el ministro de Economía de Brasil preparaba su desesperado esfuerzo por rescatar las finanzas del país este mes, podría haber esperado una feroz resistencia por parte de los grupos de interés afectados por el hacha del gobierno. Pero nunca creyó que provendría de su propio ministerio.


Cuando Joaquim Levy apareció en los noticieros el lunes a la noche vendiendo su último paquete de recortes presupuestarios, los cortes publicitarios mostraban al sindicato de auditores fiscales apoyando una campaña por una suba de salarios.


La presión por un aumento salarial, aunque proveniente del sector público, muestra los desafíos que enfrenta Levy que estudió en la Universidad de Chicago mientras trata de revertir la fatal atracción que siente Brasilia hacia el gasto público insostenible en medio de una profunda contracción económica.


Subieron las apuestas desde que la presidente Dilma Rousseff hizo una serie de desacertados cambios drásticos en las metas fiscales que en parte provocaron que la evaluadora de riesgo Standard & Poors la semana pasada rebajara la nota de la deuda soberana a la categoría de basura. Eso aumentó los costos del endeudamiento de Brasil.


Cuando Rousseff comenzó su segundo mandato de cuatro años en enero, era de 2% la meta para el superávit fiscal primario de 2016 (antes del pago de intereses), considerado un indicador clave de la salud de las finanzas públicas. En julio el gobierno repentinamente la redujo a 0,7%, lo que decepcionó a los mercados que se preguntaban si Levy podría cumplir con el programa de austeridad que había prometido y que apunta a detener el crecimiento de la deuda pública del país.


Luego, a fines del mes pasado, el gobierno sorprendió a los mercados bajando las metas de un superávit a un déficit fiscal. Esa medida fue interpretada como una rendición por parte de Rousseff ante facciones del gobierno que añoran los tiempos de más gasto desmedido.


El lunes Levy buscó recuperar terreno diciendo que el gobierno estaba revirtiendo la meta de superávit de 0,7%. La pregunta es porqué Brasil bajó sus pronósticos. "Por supuesto que sorprende ver esto esta semana, después de la rebaja de la calificación", comentó David Beker, economista de Bank of America Merrill Lynch. "La pregunta es porqué no sucedió antes".


Si bien es positivo ver que el gobierno aún intenta perseguir la responsabilidad fiscal después de la medida de S&P, el paquete anunciado por Levy el lunes será difícil de implementar, comentó Beker. La combinación de recortes de gasto y aumentos de ingresos por 65.000 millones de reales necesaria para lograr la meta de 0,7% depende de varias propuestas políticamente difíciles de implementar, siendo la más complicada el intento por reintroducir un antipático impuesto a todas las transacciones financieras.


Ese impuesto representaría casi la mitad del valor del paquete, pero Eduardo Cunha, el presidente de la cámara Baja del Congreso, ya comentó que los legisladores probablemente no lo aprueben. Entre otras medidas políticamente difíciles de implementar para un presidente débil está la propuesta de postergar ajustes salariales para los empleados públicos.


La situación sólo empeorará con los auditores fiscales del gobierno que son los soldados del esfuerzo de Levy en las calles haciendo huelga. Bruno Rovai, economista de Barclays, comentó: "Brasil perdió la capacidad de producir un superávit primario".


Mientras el país enfrenta una recesión que se profundiza, la capacidad de Levy de poner en orden la casa fiscal del gobierno será crucial no sólo para su propia duración política sino la de su jefa, Rousseff, que tiene crecientes posibilidades de enfrentar un juicio político.

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