Premio al abanderado de la democracia

George Soros, personaje del año

El diario inglés Financial Times reconoció la lucha que el filántropo húngaro libra contra los gobierno s autoritarios, el nacionalismo y el populismo

Pese a que recibe críticas diarias por su activismo y visión liberal del mundo, George Soros mostraba un ánimo curiosamente alegre esa soleada tarde de Marrakesh. Recién volvía de Sudáfrica, país donde hizo su primera incursión filantrópica a fines de los años ‘70, cuando financió a estudiantes de raza negra durante el apartheid. Esta vez le informaron que los medios de investigación respaldados por Soros y grupos de la sociedad civil ayudaron a frustrar un contrato con Rusia para la construcción de una planta de energía nuclear supuestamente viciado de corrupción.

“Fue un tremendo empujón que refuerza mi creencia de que estamos haciendo algo bien , dijo Soros. “No hemos dejado de tener una influencia positiva .

La influencia ha tenido un costo dolorosamente alto para este hombre de 88 años, padre de la industria de los hedge funds y uno de los filántropos más importantes del mundo. Desde su Hungría natal hasta su Estados Unidos adoptivo, las fuerzas del nacionalismo y el populismo están golpeando el orden liberal democrático que él respalda tan incansablemente. Una vez se lo describió como el único individuo con una política exterior, pero debe lidiar con el avance de autócratas en todo el mundo, además de reacciones violentas en su contra diseñadas para deslegitimarlo.

La nota sobre la Persona del Año de Financial Times normalmente es una reflexión sobre los logros del ganador. En el caso de Soros, este año, su elección también tiene que ver con los valores que él representa.

Soros es el abanderado de la democracia liberal y de la sociedad abierta. Estas son las ideas que triunfaron en la Guerra Fría. Y hoy están siendo muy atacadas desde en la Rusia de Vladimir Putin hasta en el Estados Unidos de Donald Trump.

Durante más de tres décadas, Soros empleó la filantropía para luchar contra el autoritarismo, el racismo y la intolerancia. Este prolongando compromiso hacia la apertura, la libertad en los medios y los derechos humanos, provoca el enojo de los regímenes autoritarios y, cada vez más, de los populistas nacionales que siguen ganando espacio, particularmente en Europa.

“Me culpan de todo, incluso de ser el anticristo , afirmó Soros. “Me gustaría no tener tantos enemigos, pero lo tomo como una señal de que debo estar haciendo algo bien .

Hay tantas teorías conspirativas antisemitas contra Soros, que es difícil llevar la cuenta. Casi todos los días hay declaraciones, tuits o imágenes que lo muestran como un manipulador de la política global.

Trump, resentido por el apoyo de Soros a los demócratas, lo ha acusado de financiar la caravana migrante de Centroamérica, señalamientos que parecen haber inspirado, al menos en parte, un ataque a la sinagoga Tree of Life en Pittsburgh en octubre pasado.

Ese mismo mes, Soros fue el primero en una serie de críticos de Trump que recibió un dispositivo explosivo en su casa de Nueva York. “Me han descripto como un demonio. El hecho de que los extremistas se inspiren en falsas teorías conspirativas sobre mí para asesinar me duele tremendamente , dice Soros.

Al otro lado del Atlántico, el primer ministro húngaro Viktor Orban, que fue uno de los beneficiarios de una beca educativa de Soros, usó al multimillonario en su campaña electoral, acusándolo falsamente de dirigir los planes de la Unión Europea para inundar el continente de inmigrantes. El partido de Orban llenó las calles de carteles con imágenes de Soros que, según los críticos, se parecían a los pósters nazis del “judío riéndose . Este mes, la Universidad Central Europea, que Soros fundó en Budapest en 1991, informó que se veía “obligada a mudar algunos cursos a Viena en lo que describió como “un día oscuro para Europa y oscuro para Hungría .

También en el Reino Unido, el país en el que Soros completó su educación y tiene propiedades, es recordado como el hombre que “quebró el Banco de Inglaterra con su apuesta contra la libra esterlina en 1992. Décadas después es criticado por su oposición al Brexit y por su apoyo financiero a Best of Britain, un grupo que hace campaña para que se realice un segundo referendo sobre la permanencia del Reino Unido en la UE. Facebook también se unió a la campaña de desinformación, al ordenar una investigación que trató de desacreditar al multimillonario. 

Soros parece resiliente, incluso energizado por los ataques que recibe. Consumidor voraz de información y que también escucha atentamente, muestra un ánimo reflexivo que trata de buscarle sentido al nuevo desorden mundial. Se describe a sí mismo, quizás con demasiada modestia, como un “filósofo frustrado . 

“Tuvimos la historia de nuestro lado durante los primeros años. Hubo un momento en que las sociedades abiertas eran muy exitosas y ganaban terreno , dijo refiriéndose a las últimas décadas. “Pero el rumbo de la historia cambió. Ese es el problema que estoy tratando de comprender, qué fue lo que hizo que las sociedades cerradas ganaran terreno.  

Soros tiene muchas casas, pero Financial Times se reunió con él en Marrakesh, donde asistiría a un congreso. Está sentado en un patio tras un campo de naranjos en el lujoso hotel La Mamounia. Vestido de manera informal con un cardigan azul rayado, les pidió a sus visitantes que le hablen a través de un micrófono porque escucha poco. En un inglés con acento húngaro, bromea que es el hombre de los oídos dorados, haciendo referencia al color de sus audífonos. Si bien se queja de que está perdiendo la memoria, “sólo recuerdo el futuro , dijo divertido aunque sigue siendo perspicaz y detallista.

Quienes critican a Soros mencionan contradicciones irreconciliables en su personalidad. Hizo su fortuna como implacable especulador, preocupándose poco por las consecuencias de sus mega apuestas, pero la dona con fervor mesiánico. Detectan en su filantropía un sentido de culpa reprimida. Sin embargo, los que lo conocen mejor aseguran que es la misma rebeldía y alta tolerancia al riesgo lo que atraviesa todo lo que ha logrado, sea en la administración de fondos o en la filantropía.

“El origen de cómo es él está en el trauma de un adolescente que entró en la mayoría de edad bajo el nazismo y fascismo, que como judío debió esconderse y que en plena etapa de formación fue testigo de los instintos y comportamiento más oscuros de los seres humanos , contó Leon Botstein, presidente de Bard College, una pequeña escuela de arte de Estados Unidos, y socio hace mucho tiempo.

Hijo de una familia judía en Hungría, Soros tenía 14 años cuando los nazis invadieron en 1944. Sobrevivió con documentos falsos a una ocupación que le costó la vida a 500.000 judíos. Guiada por su padre abogado, Tivadar, la familia se dividió y el joven George fue enviado a vivir con un funcionario agrícola que fingió ser su padrino. George acompañaba al funcionario a hacer el inventario de las propiedades judías confiscadas, una experiencia sobre la cual no tenía el control pero que lo perseguiría y se convertiría en el argumento de quienes afirman que colaboró con los nazis.

Fue mientras los comunistas consolidaban su poder en Hungría que Soros, con 17 años en aquel entonces, decidió escapar a Londres, donde trabajó de botones y mozo. Si bien en un primer momento se sintió profundamente incómodo, Gran Bretaña le ofreció la oportunidad de comenzar una nueva vida. Mientras estudiaba en la London School of Economics, recibió influencia intelectual de Karl Popper y pudo fortalecer su idea de que sólo las sociedades abiertas y democráticas podían florecer. Estas ideas se convertirían en la base de su filantropía.

Impulsado por el afán competitivo que le infundió su padre, se fue a Wall Street en los ’50 como operador de arbitraje, donde finalmente abrió su fondo Quantum y se convirtió en uno de los especuladores más famosos del mundo. 

Sin embargo, recién entró en la escena internacional después de su famosa apuesta en 1992 contra la libra esterlina, la cual forzó al Reino Unido a retirarse del Mecanismo Europeo de Cambio ese Miércoles Negro. La posición corta que armó le dejó una ganancia superior a u$s 1.000 millones.

Para aquel entonces, se había hecho amigo y respaldaba financieramente a disidentes de todo el bloque oriental. Creó en 1984 la primera Open Society Foundation en Hungría. Uno de los primeros receptores de ayuda fue un grupo de estudiantes conducido por Orban. La caída del Muro de Berlín le brindó un nuevo impulso para avanzar con su agenda liberal y cuando su propuesta para un Plan Marshall en Europa oriental fue ridiculizada, salió a implementarlo en carácter privado. En 1992, por ejemplo, armó un programa de u$s 100 millones para pagar los salarios de los científicos de la ex Unión Soviética y de los estados del Báltico y para distribuir publicaciones académicas a las bibliotecas.

Soros se diversificó cuando la guerra fría llegó a su fin, apoyando causas desde la migración hasta la política antidrogas, y oponiendo resistencia a la discriminación contra los gitanos (el pueblo Roma) en Europa y, más recientemente, los rohinyá en Myanmar, donde una visita hace unos años le hizo recordar la persecución que sufrió en su infancia. Hoy, en medio de la creciente campaña para denostarlo, tiene nuevos objetivos en mente. Soros, que es un judío no practicante que cree que el hombre creó a Dios a su imagen y no al revés, piensa ser más activo en Israel, donde le preocupa una polémica ley que declara que sólo los judíos tienen el derecho a la autodeterminación en el estado.

“George es un activista permanente pero en vez de tener un chaleco amarillo (como el de los manifestantes franceses) y usar botas, cuenta con una chequera muy grande y una agenda liberal; y nunca se da por vencido , dijo Mark Malloch Brown, ex funcionario británico que es uno de los amigos más antiguos de Soros.

Soros dice que nunca consideró postularse a un cargo público y quienes lo conocen concuerdan en que no sería bueno. Impulsivo y propenso a cambiar abruptamente de opinión, se resiste a ser “burocráticamente entrenado , contó Malloch Brown.

Fue uno de los mayores donantes de la campaña presidencial de Hillary Clinton en 2016, por lo que le dolió la victoria electoral de Trump. Soros llegó a decir que Trump “es su propio peor enemigo, un narcisista que quiere que el mundo gire en torno a él y su éxito ha ido más allá de sus sueños .

En la campaña de 2020, Soros planea mantenerse afuera de las primarias y respaldar a quien emerja como opositor demócrata. En lo más inmediato, su fundación defenderá la realización de un censo justo en 2020 que pueda abordar la escasa representación de las minorías.

En sus años de ocaso, Soros mira más allá de su formidable legado. Habiendo planeado originalmente que su fundación existiera mientras él estuviera vivo, el año pasado completó una transferencia por u$s 18.000 millones a Open Society Foundations. Eso redujo su fortuna a u$s 8.000 millones, según la revista Forbes, pero se aseguró de que su activismo tenga vida propia. Y ha encontrado un sucesor en su filantropía: su hijo, Alexander.

“Luchamos por los principios más allá de los resultados, se gane o se pierda , aseguró. Y casi inmediatamente, agregó: “No me gusta perder “

Traducción: Mariana I. Oriolo
 

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