Financial Times: cuidado con la admiración de Trump por los autócratas como Putin y Xi

El presidente estadounidense hizo poco por ocultar su respeto por los líderes autoritarios. Habría que prestar atención a lo que dice, porque en general, habla en serio

Es enero del año próximo y Donald Trump se está preparando para su segunda asunción presidencial. Aunque recibió 4 millones de votos menos que Joe Biden, su oponente demócrata, Trump ya piensa en un tercer mandato. "¡Los demócratas me robaron mi primer mandato con un falso juicio político!", tuitea por enésima vez. Los apologistas insisten en que Trump sólo está troleando a los medios de comunicación. De cualquier manera, se trata de su familia. Los republicanos con visión de futuro se alinean detrás de Donald Trump Jr., su hijo, o de Ivanka, la autodenominada "primera hija".

Sería imprudente descartar las probabilidades de que eso sucediera. La pregunta urgente es qué haría Trump si así ocurriera. La respuesta es prestar atención a lo que dice, porque el presidente norteamericano en general habla en serio. En particular habría que escuchar cómo elogia a sus pares autocráticos, como los líderes Xi Jinping de China, y Vladimir Putin de Rusia. El primero eliminó el límite de dos mandatos presidenciales en China para poder permanecer en el cargo después de 2022. Putin, que está en su cuarto período, está revisando la Constitución rusa, casi con toda seguridad para perpetuar su poder más allá de 2024.

Trump repetidas veces felicitó a ambos hombres por su poder. Llamó a Xi "presidente de por vida" (un término que nadie en China usa). "Creo que es maravilloso", les dijo Trump a unos donantes. "Tal vez tendremos que intentarlo algún día", agregó. Pese a que su personal se lo desaconsejó, también aplaudió a Putin por su reelección en 2018. Es notable que Trump no haya pronunciado ni una palabra negativa en público sobre su par ruso. Y comparemos esto con el lenguaje despreciativo que usa para referirse a sus homólogos, democráticamente elegidos en Europa y otros países.

La gran lección que dejaría la reelección de Trump sería que puede decir y hacer lo que quiere sin sufrir las consecuencias. La idea de los controles y equilibrios en EE.UU. quedaría expuesta como un fraude, ya que depende de que cuánto valoran las personas los límites al poder ejecutivo. Una vez que ya no piensen que esos límites importan, podrían comenzar a perderse.

El mejor ejemplo de esto sería la impotencia del juicio político. Esta semana, Trump comenzará a ser "juzgado" en el Senado por los cargos de abuso de poder y obstrucción al Congreso. Unas semanas después, seguramente será absuelto. Como el primer presidente en la historia en ser acusado durante su primer mandato, Trump llevaría a EE.UU. a territorios desconocidos si obtiene la reelección. El único tribunal de apelación que importa sería el de la opinión pública. El efecto sobre la sensación que tiene Trump de su propio poder sería "no despreciable", como dicen los economistas.

El impacto sobre los líderes autoritarios cuando son confirmados en el poder es educativo. En general es el momento en que se "quitan los guantes". Narendra Modi, el primer ministro de India, ha intensificado drásticamente el giro del país hacia una democracia iliberal desde que su partido fue reelegido en mayo. Putin tomó una dirección autocrática al comienzo de su segundo mandato en 2004. Xi eliminó los límites a la permanencia en el poder en 2018, poco después de su segundo mandato de cinco años. Está cerca de ser una "ley de hierro".

Cambios similares también se produjeron durante la primera reelección del entonces primer ministro de Turquía (ahora presidente) Recep Tayyip Erdogan, de Viktor Orbán de Hungría, y de Abdelfatah al-Sisi de Egipto. Trump ofreció sus "sinceras felicitaciones" al líder egipcio después de su aplastante victoria en la que obtuvo 97% de los votos en 2018.

¿Qué querría hacer Trump en un segundo mandato? Sería en vano buscar verdaderas aspiraciones políticas. A esta altura, los presidentes estadounidenses que buscan reelegir suelen hablar de los temas pendientes. En el caso de Trump, el único ejemplo es terminar el muro fronterizo con México. Una o dos veces, el mandatario mencionó su deseo de implementar un recorte de impuestos para la clase media. Sin duda, su equipo improvisará algo a medida que se acerca la elección este año. Pero, a juzgar por lo que dijo, su principal preocupación es vengarse de sus enemigos.

A lo largo de la historia, la paranoia es una característica distintiva de los líderes autoritarios. En el caso de Trump, tiene que ver con lo que harían los tribunales una vez que él esté fuera del poder. Tal como dijo Thomas Jefferson sobre la esclavitud, el dilema se puede comparar con aferrarse a las orejas de un lobo: uno quiere soltarlas pero teme lo que sucederá si lo hace. Trump querrá mantener un rígido control sobre esas orejas.

Traducción: Mariana Oriolo

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