FT: el mensaje de la convención republicana es Trump, todo Trump y nada más que Trump

Demuestra que éste es un partido sin ideas. En 2016, el presidente norteamericano basó su campaña en la infraestructura. Ahora ni siquiera simula tener un plan.

Quien quiera una imagen del futuro, debe imaginarse a Donald Trump Jr., gritando sobre el brillante y hermoso mañana que tendrá EE.UU.

La imagen del hijo mayor del presidente de Estados Unidos puede diferir en los detalles de la bota del Gran Hermano pisando un rostro humano. Pero el mensaje de la Convención Nacional Republicana de esta semana es orwelliano. No se observa una plataforma y ni siquiera está el fantasma de una agenda para el segundo mandato del partido de Donald Trump. Por lo tanto, no hay posibilidad de discrepancia. Sus principales sustitutos son los miembros de su propia familia. El mensaje es Trump, todo Trump y nada más que Trump.

Aquellos que cuestionan el futuro de la democracia estadounidense están detrás de la curva. Los partidos políticos son los que dan vida a una democracia. Ya no hay un Partido Republicano distinto del culto a la personalidad en el que se ha convertido. No es ni conservador ni de ninguna otra ideología discernible. Es lo que Trump dice que es en cualquier momento dado. Un día, el líder de Corea del Norte, Kim Jong Un, puede que sea el enemigo más letal del país. Esa declaración recibe una ovación de pie. Al día siguiente, Kim es el hermano del alma de Trump. La audiencia se mantiene de pie.

Está la tentación de decir que Trump secuestró al Partido Republicano de EE.UU.. Y que luego el partido desarrolló el síndrome de Estocolmo. Ésa no es la historia completa. El presidente es el producto natural de un partido que avanza hacia este resultado hace muchos años. El mayor facilitador de Trump, el líder de la mayoría del Senado, Mitch McConnell, ayudó a sembrar las semillas durante la presidencia de Barack Obama. Él alteró la naturaleza de la política estadounidense convirtiéndola en una batalla a todo o nada en la que ganar era el único objetivo, sin importar el resultado.

No sorprende que esta táctica le haya abierto el camino a un presidente que piensa que el único objetivo del conservadurismo es ganar. El poder ya no es un medio para lograr un fin conservador. Es el fin.

Ninguno de los anteriores candidatos presidenciales republicanos —Bob Dole, George W. Bush, Mitt Romney— fue invitado al espectáculo de esta semana. Tampoco se le consultó a la amplia gama think-tanks conservadores creados durante la última generación. A la menor seña de Trump, estarían inundándolo con soluciones del sector privado para todas las áreas, desde el futuro de la tecnología hasta la educación. Pero sus servicios ya no son necesarios.

Este partido republicano baila al ritmo de la melodía que se le ocurra a Trump. Lo que falta es un vínculo a cualquier plan coherente para su segundo mandato. Por primera vez en su historia, este año el partido no publicó una agenda. Simplemente se refirió a la campaña de Trump en 2016. "El Partido Republicano ha apoyado y seguirá apoyando con entusiasmo la agenda de "EE.UU. Primero" del presidente", declaró el partido.

Eso significa que no hay nuevas ideas sobre cómo abordar la pandemia, el incomparable desafío de EE.UU. Tampoco hubo propuestas en torno al cambio climático, ni políticas sobre cómo lidiar con China en materia de comercio, tecnología y derechos humanos. Una vez más, el partido no tiene nada nuevo que ofrecer. En 2016, Trump basó su campaña en la infraestructura. Ya ni siquiera finge tener un plan.

El plan de los republicanos es simplemente Trump. Según Melania, la primera dama, su esposo es un hombre de "total honestidad". Es el "guardaespaldas de la civilización occidental", dijo Charlie Kirk, un activista estudiantil conservador. "Hizo más por los afroamericanos que cualquier presidente en la historia de EE.UU.", declaró otro.

Si Trump hubiera escuchado a los consultores políticos, habría dedicado su show a las debilidades de Joe Biden y a sus propias políticas para la renovación del país. Lo último que debería hacer es convertir las elecciones de noviembre en un referéndum sobre sí mismo.

Los republicanos que se escaparon del su partido, como John Kasich, el ex candidato presidencial republicano, huyeron hacia el equipo del Biden. Quizás por primera vez en la historia de EE.UU. hubo más conservadores que hablaron durante la convención demócrata de este año que durante la republicana. El país todavía tiene dos partidos ideológicos. Es sólo que ambos —conservadores y socialistas— fueron arrastrados al barco demócrata.

Gane o pierda en noviembre, Trump es actualmente el "dueño" de los republicanos. Ellos ahora son prisioneros del Frankenstein que ayudaron a crear.

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