FT: cómo se están adaptando los mercados a un mundo turbulento

Es probable que se produzca una recesión global sincronizada, acentuada por una desaceleración gradual del mercado, con algún repunte ocasional pero rumbo general hacia abajo. Podría durar unos años.

Los cambios de paradigma suelen suceder lentamente, y de repente, todos al mismo tiempo. Ésa es la lección de la reciente turbulencia en los mercados. Lo sorprendente es que los males no se hayan producido antes.

Los expertos pueden haber vinculado la peor caída del Dow en el año a nuevas inversiones en la curva de rendimiento de los bonos en EE.UU. (un indicador histórico de recesiones), pero las señales subyacentes de enfermedad en la economía mundial han estado presentes durante mucho tiempo.

La pregunta era en qué momento los mercados iban a abandonar la complacencia generada por una década de bajas tasas de interés y expansión cuantitativa por parte del banco central, y aceptar esta nueva realidad.

Tengamos en cuenta que, desde enero de 2018, todas las principales economías, excepto India, han sufrido un deterioro de los índices de sus gestores de compras (PMI, por sus siglas en inglés).

Los PMI son uno de los mejores indicadores prospectivos de las condiciones económicas para el sector manufacturero, que es un referente para la actividad económica general. La desaceleración en la eurozona ha sido drástica, particularmente en lugares como Italia y Alemania, donde la economía ahora se está contrayendo oficialmente.

Como señaló el estratega Louis-Vincent Gave de Gavekal en una nota a los inversionistas, "se pueden detectar las huellas digitales de muchos culpables" en los problemas del sector manufacturero, desde los desafíos estructurales del sector automotriz, el fiasco del Boeing 737 Max y su efecto en las cadenas de suministro globales, hasta la falta de lanzamientos de nuevos productos exitosos en el sector de la tecnología, y la mediocridad de la inversión empresarial, la debilidad del sector energético y la desaceleración en China.

Todo lo que se requiere es un gran incumplimiento de deuda soberana o una cascada de bancarrotas corporativas y el mercado podría entrar en caída libre.

Por supuesto, la política no ha sido de mucha ayuda. Pero una vez más, ninguno de los acontecimientos recientes ha sido sorprendente. Tomemos como ejemplo a Argentina, que sufrió una caída del mercado del 48% un día de mediados de agosto, después de que la oposición peronista tomó una clara ventaja en sus elecciones primarias presidenciales. La pregunta es por qué los inversionistas estaban, como dice la antigua frase de Casablanca, "¡escandalizados, escandalizados!" al descubrir que un país que ha sido un moroso en serie estaba girando de nuevo a la izquierda.

¿Por qué tardamos tanto en aceptar esta nueva realidad? Porque pasamos décadas viviendo en la vieja realidad, la realidad neoliberal posterior a Bretton Woods. La globalización económica desenfrenada y los años de política monetaria relajada han impulsado los precios de los activos y favorecido el capital sobre la mano de obra, aparentemente de forma indefinida. Hemos quedado entumecidos por los billones de dólares emitidos por los bancos centrales, por programas de negociación algorítmica que compran cuando hay descensos y, por lo tanto, disminuyen la sensación de riesgo político a largo plazo, y por una inversión pasiva récord.

Todo esto se ha combinado para atenuar las señales que ahora, finalmente, parpadean en rojo. Somos testigos de la reciente recesión de los índices bancarios, de transporte e industriales, así como la caída de las acciones de pequeña capitalización, un indicador histórico de problemas en las grandes compañías.

Al final de un ciclo de recuperación, el capital suele amontonarse en las grandes compañías y las empresas más pequeñas sufren.

Conforme los mercados finalmente aceptan el aumento del riesgo político, el riesgo cambiario, el riesgo crediticio y la creciente probabilidad de gobiernos izquierdistas, se hace evidente que los cambios y las sorpresas llegan rápida y furiosamente. No en balde todos ahora se preguntan: "¿Qué viene después?"

Creo que es muy probable que la respuesta sea una recesión global sincronizada, acentuada por una desaceleración gradual del mercado, una en la que podría haber algún repunte ocasional, pero cuyo rumbo general es hacia abajo. Esto podría durar algunos años.

En las próximas semanas, esperaría ver nuevos niveles mínimos en los rendimientos de los bonos, una profundización de la inversión de la curva de rendimiento, precios más altos para activos de "seguridad" como el yen y el franco suizo, y un continuo mercado alcista en el oro.

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