FT: Al momento de invertir, ¿es China ahora lo más cercano a la normalidad?

Dado que las acciones no están caras y los bonos del gobierno ofrecen 3% de rendimiento, no sorprende que esté llegando mucha inversión extranjera. Sin embargo, no hay que desconocer el riesgo político que ello implica

En un reciente evento virtual un lector preguntó si debía vender sus acciones. Las había comprado en marzo, obtuvo un buen rendimiento y me imagino que quería asegurar esas ganancias.

El problema de esos encuentros en formato digital es que no se puede pedir información extra. Si hubiéramos podido, supongo que la primera pregunta habría sido: "¿Cómo estás durmiendo?"

Se supone que una cartera de inversiones debe permitirnos vivir mejor en el futuro. Si el temor a que ese portafolio no sea el adecuado nos está hoy complicando la vida, definitivamente es momento de repensar su composición.

La segunda pregunta habría sido: "¿Qué acciones tiene?" Porque depende más bien de cómo está formada su cartera de acciones; si tiene tecnológicas estadounidenses sobrevaluadas que no generan ganancias o una cartera claramente diversificada que incluye exposición a Europa, materias primas y acciones de mercados emergentes.

Sin embargo, el punto clave está en saber cómo debería conformarse una buena cartera una vez superada la pandemia. Los analistas de Gavekal Research responden con el término "antifrágil" para referirse a los activos que pueden lidiar con la constante volatilidad derivada de las rarezas políticas actuales.

¿Cuáles son estos activos? Lo primero que hay que decir es que probablemente no sean acciones de Estados Unidos. Las clases de activos caras son por definición frágiles, dicen en Gavekal. No hay margen de maniobra para que las cosas salgan mal para una acción ya valuada muy por encima de su promedio de largo plazo.

Tampoco son bonos del Tesoro de EE.UU., el activo antifrágil que todo el mundo ha utilizado en el pasado. Ya son caros y la combinación de interrupción de la oferta y estimulación de la demanda implica que es más probable que haya inflación. No hay nada antifrágil en eso.

Por lo tanto, hay que mirar más allá. Hay algunas respuestas obvias. Están el oro, los activos de energías alternativas y, por supuesto, las acciones tecnológicas generadoras de efectivo.

Los indicadores económicos en tiempo real de China volvieron mayormente a los niveles anteriores al Covid. Los ganancias en el sector industrial aumentaron casi 20% en julio, tras una caída de 40% en los peores meses de la pandemia (enero y febrero en China). Las cifras del PBI del segundo trimestre fueron realmente positivas.

Quien compre un bono del gobierno chino a 10 años obtendrá un rendimiento de 3% o más. En un mundo de tasas de interés negativas eso se siente casi como un milagro. No sorprende la gran cantidad de inversores extranjeros que están llegando.

Se puede esperar que continúe esta sensación de normalidad monetaria, al menos por ahora. Christopher Wood de Jefferies, un banco de inversión, recordó un discurso que en junio pronunció Guo Shuqing, el presidente de la Comisión Reguladora de Bancos y Seguros de China (CBIRC). China, dijo, "valora mucho las políticas monetaria y fiscal normales que estamos aplicando ahora. No inundaremos la economía con liquidez, y menos aún emplearemos la monetización del déficit o las tasas de interés negativas". Crecimiento económico normal y política monetaria razonablemente ortodoxa. Es un buen cambio, ¿no?

¿Y el mercado de valores? Lo primero que hay que decir es que, a pesar de que ha repuntado desde marzo, no está caro. En relación con las ganancias anteriores, las acciones se ven bien. En cuanto a los resultados proyectados, parecen bastante razonables, sobre todo fuera de los sectores de biotecnología y tecnología. En segundo lugar, aunque la economía china genera el 16% del PBI mundial y cerca del 14% de las exportaciones mundiales, representa sólo el 5% de los mercados de valores mundiales, pese a que esos mercados albergan algunas de las mayores compañías del mundo en términos de valor bursátil. Los ejemplos obvios son Tencent y Alibaba.

Es probable que eso cambie, sostiene Stéphane Monier, director de inversiones del banco Lombard Odier. Él cree que en el mundo pospandémico todos necesitan una "asignación autónoma a China" en lugar de que forme parte de un grupo de tenencias en mercados emergentes. China hace constantemente reformas estructurales (los reguladores son cada vez más amables con los accionistas), lo que refuerza su liderazgo mundial y permite un giro hacia una "economía de servicios impulsada por la actividad local" y respaldada por sus propios campeones de la tecnología.

No todo el mundo querrá tener acciones directas de China. La política monetaria, la actividad económica y las valuaciones bursátiles chinas puede que ahora se parezcan a lo que era normal en Occidente antes de la crisis. Pero la política china claramente no lo es, por lo que hay un riesgo evidente en eso.

Traducción: Mariana Oriolo

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