LA INDIFERENCIA tras LOS ATAQUES DE LOS ALIADOS NO LOGRA OCULTAR LA POSICIÓN DE VULNERABILIDAD

El respaldo de Putin al líder sirio coloca a Rusia en un lugar peligroso

Los ataques con misiles contra Siria encabezados por EE.UU. subrayaron los riesgos que implica el sólido apoyo que le brinda el Kremlin al presidente Bashar al-Assad

Hace cuatro años, Vladimir Putin parecía mantener un firme control sobre la agenda de Siria. Con plena seguridad, el presidente ruso declaró que la intervención militar de Moscú había cumplido con su objetivo de aplastar a ISIS y que todas las partes debían avanzar con una resolución política.

Pero los ataques con misiles contra Siria encabezados por EE.UU. subrayaron los riesgos que implica el sólido apoyo que le brinda el Kremlin al presidente sirio Bashar al-Assad, y a su vez colocan a Rusia en un lugar cada vez más peligroso y perjudicial para los intereses generales de Moscú.

"Se presentan como los protectores de la soberanía de Siria, los luchadores contra los planes occidentales apuntados a cambiar el régimen y dividir ese país, pero se arriesgan a convertirse en socios de Assad en carácter de bandidos internacionales", dijo un diplomático de un país europeo cuyo gobierno en general es visto como amigo de Rusia. "Empieza a parecerse a un estado paria, y se comportan cada vez más como tal".

Después del supuesto ataque con gas en Douma que mató a docenas de personas, el presidente norteamericano Donald Trump siguió criticando a Putin, diciendo que Rusia junto con Irán es responsable por respaldar a Assad, y advirtió que "pagará muy caro".

Moscú rechazó ferozmente las acusaciones de que los militares sirios son responsables del ataque e incluso negó que se hayan usado armas químicas. Esas negaciones fueron las últimas de una serie de medidas rusas apuntadas a bloquear la ampliación del régimen de inspecciones de armas químicas de 2013 y proteger a Assad de la presión internacional.

Ahora esta posición podría crear riesgos nuevos para Rusia, tanto económicos como políticos. Hikki Haley, embajador norteamericano ante las Naciones Unidas, contó el domingo que Washington planea imponer nuevas sanciones contra Rusia por su apoyo a Siria a poco más de una semana de que la administración Trump provocara una fuerte liquidación en los mercados rusos por fijar medidas punitivas contra siete oligarcas rusos incluyendo a Oleg Deripaska, que colocó a Rusal, el mayor productor ruso de aluminio, al borde de la quiebra.

Mientras tanto, EE.UU. prometió que hasta no haber cumplido con sus objetivos, no retirará a los cerca de 2000 soldados apostados en el noreste de Siria donde estuvieron combatiendo a ISIS; y Putin aconsejó que no haya más ataques.

Los diplomáticos en Moscú creen que el líder ruso bien puede mantener su apoyo a Assad. Putin en 2015 desplegó tropas y aviones de combate en Siria para que la guerra civil se volviera a favor de Damasco.

"Se involucró tanto que se convirtió en rehén de Assad", dijo un diplomático europeo.

De hecho, incluso mientras acusan otra vez a Assad de haber usado armas químicas contra su propio pueblo, los expertos rusos en Medio Oriente creen que para el Kremlin no es opción dejarlo caer.

"Reconocemos que la división entre Assad y grandes partes de la oposición parece casi insalvable", señaló un diplomático ruso con experiencia en los tres países de Medio Oriente. "Pero no vemos una figura alternativa que pueda garantizar la estabilidad y la integridad territorial".

Este obstinado respaldo a Assad no es tanto un indicio de confianza o de preferencia personal por el líder sirio sino el fundamento del compromiso de Rusia en el conflicto: frenar a Estados Unidos en Medio Oriente y en el escenario internacional en general.

Una transición política negociada por Rusia, Irán y Turquía, donde los grupos de la oposición siria se verían obligados a aceptar elecciones en las que Assad prácticamente se garantiza la victoria, sigue siendo "la única opción razonable porque Estados Unidos quiere desmembrar al país", aseguró un ex embajador ruso que participó de las conversaciones de Moscú con grupos opositores sirios.

La estrategia del Kremlin en cuanto a Siria se ve impulsada por una combinación de objetivos de política: proteger los intereses económicos en la región que se erosionaron después de los tiempos soviéticos; contrarrestar las amenazas islámicas a los vecinos de Rusia y a sus propias áreas musulmanas; aprovechar la distracción de EE.UU. para resucitar la influencia de Moscú en Medio Oriente; y evitar un cambio de régimen, lo cual Putin hace tiempo ve como fuente de inestabilidad global.

Nikolay Kozhanov, un experto ruso en política de Medio Oriente, escribió en una reciente artículo: "La táctica militar de Rusia respondía a la idea de que la única manera de impedir que Siria siguiera el camino de Libia y Irak era evitando un derrumbe total del régimen de Assad ".

Pero la importancia de Siria para Putin va más allá de eso. "Siria es un terreno de resistencia, de confrontación ideológica con Estados Unidos", dijo Grigory Lukyanov, experto en conflictos en el Russian International Affairs Council, un think-tank con respaldo estatal.

De esta manera, subieron fuertemente las apuestas. Las relaciones de Rusia con Europa y EE.UU. ya se habían deteriorado por el ataque al ex doble agente soviético Sergei Skripal en el Reino Unido con un agente nervioso de "grado militar". Halcones miembros de la élite rusa aprovecharon para presionar a Putin para que abandone las esperanzas de cooperación con Occidente.

Los expertos sostienen que si bien Moscú y Washington evitaron un choque militar directo en Siria este fin de semana, sus endurecidas posiciones en cuanto al régimen de Assad y su uso de armas químicas los colocó en el impasse más peligroso desde la crisis de los misiles en Cuba en 1962.

Andrei Kortunov, director del think-tank Russian International Relations Council, dijo: "Ya no se trata de lógica, sino de agallas, de quién tiene el deseo más fuerte. Podrían engañarse, pero todos moriremos. Pero quizás entonces, cuando se vean que están cerca del abismo, al igual que tras la crisis de los misiles en Cuba, digan ¡cielos!, y cambien la velocidad".

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