El populismo y la pandemia atentan contra el orden económico mundial

Un Biden presidente podría recuperar el liderazgo global de Estados Unidos y ayudar a darle un nuevo inicio a la globalización.

Fue uno de los últimos comentarios en público que hizo Joe Biden antes de dejar el cargo de vicepresidente de Estados Unidos en enero de 2017, durante un discurso ante el Foro Económico Mundial en Davos, Suiza. "La globalización no ha sido perfecta. Estoy a favor del libre comercio, soy un fuerte partidario de la globalización", dijo. "Pero ha profundizado la brecha entre los que se ubican en la cima, y aquellos que luchan por mantenerse en el medio, o que ven que se caen al fondo"

Las observaciones son un recordatorio de la angustia por el futuro de la economía mundial integrada -y por su impacto político- que se vivió a raíz de los golpes que provocaron el Brexit y la victoria electoral de Donald Trump . Cuatro años después, las fuerzas disruptivas del populismo se combinaron con una pandemia, lo que complicó aún más el panorama.

La propagación del coronavirus este año ha golpeado el comercio y los viajes mientras que también hundió a muchos países en una recesión. También dio impulso a nuevos esfuerzos para nacionalizar las cadenas de suministro, en particular las de los equipos médicos cruciales y componentes de medicamentos. Las tensiones en el comercio mundial que se han acentuado en los últimos años entre Estados Unidos y China  -y el Reino Unido y la Unión Europea- se están convirtiendo en rasgos permanentes de un nuevo orden económico mucho más precario.

Sin embargo, los lazos que llegaron a unir cada vez más a las economías de todo el mundo demostraron ser notablemente resistentes durante este período, al menos hasta ahora. Al principio de la pandemia, la OMC predijo que el comercio mundial disminuiría entre 13% y 32% este año. Pero para octubre, el pronóstico era más optimista, ya que preveía una caída de 9,2%, con un repunte en 2021 de 7,2%. "El resultado neto ha sido un descenso menos prolongado, aunque sigue habiendo gran incertidumbre sobre cuál será la solidez de cualquier recuperación en el futuro", dijo Yi Xiaozhun, director general adjunto de la OMC, cuando anunció las conclusiones revisadas.

Mientras tanto, quedó demostrado que es difícil cambiar de manera significativa la estructura básica de los flujos económicos globales, tal como descubrió Trump cuando no logró disminuir abruptamente el déficit comercial de Estados Unidos, incluso después de librar batallas arancelarias con enemigos y aliados estratégicos por igual. El rojo comercial de bienes que tenía Estados Unidos con China en 2016, antes de la llegada de Trump a la Casa Blanca, era de u$s 346.800 millones. En todo 2019 apenas bajó a u$ 345.200 millones.

No obstante, a medida que las economías mundiales integradas se fueron convirtiendo en algo más que el envío de productos manufacturados, hay cada vez más señales de alerta de que la pandemia está generando una cierta balcanización que podría ser difícil de revertir en los servicios, los viajes, la inmigración, los flujos financieros y la tecnología. En particular, las tensiones entre Estados Unidos y China siguen siendo extremadamente elevadas y, aunque el desacople de las dos mayores economías no se está dando de manera uniforme, sin duda es algo que preocupa a muchos.

"Ya había fuertes razones para afirmar que la globalización se había estancado y que en algunos aspectos se estaba invirtiendo. El mundo globalizado que se centraba en los polos gemelos de China y EE.UU. se estaba desmoronando. Pero ese giro se volvió casi irreversible este año", escribió en septiembre Mark Williams, economista jefe para Asia de Capital Economics.

Incluso con la caótica forma en que la administración Trump aplica sus políticas, las severas medidas que tomó Estados Unidos contra Huawei y TikTok muestran que Washington pasó a sentirse cada vez más incómodo con cualquier proyección del poder económico y corporativo chino a nivel internacional.

En todo el mundo, los gobiernos, incluidos los de la UE, empezaron a observar mucho más de cerca los procesos para proteger la inversión extranjera y las estrategias industriales más sólidas destinadas a cuidar a las industrias sensibles y a promover el regreso de puestos empleos, aunque a menudo se trate de un objetivo quijotesco.

A pesar de las preocupaciones sobre la globalización, un Biden presidente buscaría recuperar la presencia constructiva que tenía Norteamérica dentro de las organizaciones multilaterales desde la OMC hasta la Organización Mundial de la Salud, y también en relación con el Acuerdo Climático de París.

Esa recuperación del liderazgo mundial de Estados Unidos en comparación con los años de Trump puede contribuir en gran medida a relanzar la globalización y a restablecer la confianza en algunos de los pilares del orden económico mundial que fueron muy maltratados por el descarado unilateralismo de la administración estadounidense.

Tradución: Mariana Oriolo

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