El 'Ucraniagate' es la madre de todas las batallas para Trump

El destino inmediato de Estados Unidos ahora depende, al menos en parte, de la solidez de la historia que pueda contar el soplón, que es quien tiene la llave del proceso de impeachment al presidente

Habría que tener cuidado con lo que uno desea, dice el refrán. Después de meses de alentar a los demócratas a aportar algo o guardar silencio, Donald Trump finalmente incitó a los demócratas a iniciar un proceso de juicio político para removerlo del cargo. Todos se preguntan si Trump tentó a la suerte o si genuinamente cree que el impeachment lo ayudará a ser reelecto el año próximo.

Las motivaciones de Nancy Pelosi son más fáciles de entender. Después de resistir el año pasado a la presión de las bases que le pedían actuar, el martes la presidenta de la Cámara de Representantes cedió de mala gana al clamor. Cuando Pelosi hizo el anuncio, parecía que le estaban sacando un diente. Su opinión siempre fue que iniciar un juicio político a Trump es entrar en su juego. Pero peor era la alternativa, que es desafiar su liderazgo desde las filas de los legisladores demócratas, que se sienten cada vez más frustrados.

La historia dice poco sobre qué pasará ahora. Sólo dos presidente estadounidenses fueron sometidos a juicio político: Bill Clinton en 1998 y Andrew Johnson en 1868. Ambos fueron absueltos por el Senado. Richard Nixon renunció en 1974 antes de ser formalmente enjuiciado. El último caso es lejos el más relevante.

En el inicio de las audiencias del Watergate, una enorme mayoría de los republicanos respaldaban a Nixon. Su apoyo se mantuvo hasta el momento en que la Corte Suprema ordenó que se revelaran las famosas grabaciones de la Oficina Oval. Luego la marea cambió.

Trump también empieza el proceso con un sólido respaldo del partido y un pueblo norteamericano que se muestra indiferente a un impeachment. Es fácil para los allegados a Washington sobrestimar el grado de atención que presta la gente. Pero eso puede cambiar muy rápido. Las reacciones viscerales de Trump frente a los acontecimientos seguramente harán que el proceso atraiga más miradas.

Pero ¿por qué empezar ahora el impeachment y no cuando se conoció el informe de Mueller en abril? Por dos razones. Primero, el supuesto intento de Trump de extorsionar a un líder extranjero, el presidente de Ucrania Volodimir Zelensky, se produjo durante su presidencia. Si bien Robert Mueller dio con detalles ejemplos de obstrucción de la justicia desde 2017, lo más importante de su informe es una supuesta confabulación con Rusia antes de que Trump asumiera.

Pero la detención de la asistencia por u$s 391 millones a Ucrania antes de pedirle a Zelensky el 25 de julio que saque los trapos sucios de su probable opositor electoral Joe Biden se produjo apenas un día después de la discreta declaración de Mueller ante el Congreso.

Sin embargo, un aspecto clave es que el Ucraniagate y el informe de Mueller están estrechamente ligados: ambos involucran a Rusia. Se supone que la ayuda militar de EE.UU. es para reforzar la defensa de Ucrania contra la invasión rusa en su zona oriental.

El segundo motivo es que la supuesta corrupción detrás del Ucraniagate es mucho más fácil de entender. Si Trump amenazó con retener ayuda a una potencia pro Occidente a menos que jugara sucio para ayudarlo a ganar la reelección, éso le abriría camino incluso hacia los votantes indecisos con mayor déficit de atención. "Nadie está por encima de la ley", dijo Pelosi. La mayoría de los norteamericanos también estarían de acuerdo con ese concepto.

Otro tema es si los demócratas pueden convencer a suficientes estadounidenses de que Trump, al igual que Nixon, es un delincuente. Las audiencias del Watergate se televisaron en vivo desde la sala de una comisión. Pelosi quiere separar la redacción de los artículos del impeachment entre seis comisiones de la Cámara de Representantes. Éso no es una buena señal de claridad para el horario de máxima audiencia.

El Ucraniagate se desató después de que habló un allegado a las agencias de inteligencia que conocía el contenido de la conversación que mantuvo Trump con Zelensky. Si el delator declara públicamente, y su relato es convincente, podría cambiar el clima político. El tan esperado testimonio público de Mueller fracasó. El destino inmediato de EE.UU. ahora depende de la solidez de la historia que pueda contar el soplón.

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