Donald Trump se juega a que la economía le entregue la reelección

Los indicadores económicos de Estados Unidos muestran una solidez suficiente como para entusiasmar al magnate neoyorquino con un nuevo período. Pero las amenazas se acumulan y pueden frustrar esos planes

Mientras Donald Trump se regodeaba de la expansión económica de EE.UU. la cual parece desafiar la gravedad durante su discurso del Estado de la Unión, seguramente era conciente de que su suerte en la carrera por la presidencia en 2020 dependerá de cuánto tiempo más se prolongue ese crecimiento.

Los indicadores económicos clave de EE.UU. siguen siendo sólidos, especialmente en la contratación de personal por parte de las empresas. Además, la Reserva Federal del país hizo un giro hacia una dirección marcadamente expansiva para no arruinar la expansión. No obstante, las amenazas empiezan a acumularse debajo de la superficie: la eurozona se está desacelerando rápidamente, al igual que el comercio global; los indicadores de la actividad en las empresas chinas se suavizan, y la confianza en Estados Unidos se vio golpeada por los aranceles de Trump y el cierre parcial del gobierno federal.

"Si hay o no recesión en 2020 será lo que más determine cuáles son las posibilidades de reelección del presidente Trump", dijo Marc Sumerlin, ex funcionario de la Casa Blanca de la era George W Bush que ahora es socio gerente de Evenflow Macro.

"Los actuales datos económicos son positivos, pero hay indicadores con visión a futuro que se ven más débiles, por ejemplo los permisos para construir viviendas, junto con las señales de que los bancos están ajustando un poco el crédito. La mayor preocupación es que no hay ningún catalizador nuevo para el crecimiento del año próximo", explicó Sumerlin.

En su discurso, Trump aseguró que la economía prospera "como nunca antes" en un discurso que estuvo salpicado de exageraciones. Pero un mercado laboral donde los puestos de trabajo vacantes superan a los desempleados es un mercado inequívocamente muy ajustado, y el crecimiento salarial muestra señales de alza, incluso cuando en 3,2% se mantiene inferior a los picos anteriores a la recesión.

Las expansiones de la posguerra en Estados Unidos duraron desde apenas 12 meses en la recuperación de 1980-81, hasta 10 años en el boom de la década de los noventa. La actual recesión data desde mucho tiempo antes de que Trump asuma la presidencia, ya que empezó en junio de 2009. Asumiendo que se prolonga hasta el verano boreal, será la más larga de la historia de Estados Unidos.

El tiempo que lleva esta recuperación en si mismo plantea cierta preocupación; se teme que pronto tenga los días contados, aunque esta noción ha sido descartada por los economistas. Un análisis de los últimos ciclos económicos realizado por Glenn Rudebush de la Reserva Federal de San Francisco en 2016 señala que una expansión de 80 meses efectivamente tiene las mismas chances de llegar a su fin que una que lleva 40 meses.

"Las expansiones, como Peter Pan, duran pero nunca envejecen", afirmó. Australia transita su año 27º de expansión libre de recesiones.

Por lo tanto, si la edad avanzada no matará la expansión norteamericana, ¿qué lo hará? Ethan Harris, economista global de Bank of America Merrill Lynch, asegura que entre los anteriores culpables se encontraron la explosión de burbujas de los precios de los activos, las perjudiciales subas en los precios de petróleo y un banco central demasiado entusiasta que ajustó demasiado la política monetaria. En este momento, ninguno de esos factores parecen estar por descarrilar el crecimiento de la economía estadounidense, agregó.

Los excesos en los mercados financieros son notoriamente difíciles de detectar, mucho menos prevenir, pero circulan temores por los préstamos apalancados, donde los estándares se han deteriorado. Sin embargo, la Fed insiste en que eso es positivo: Jay Powell, el presidente de la Fed, afirmó durante un discurso en noviembre que consideraba que el sistema financiero goza en general de "buena salud" después de que sus funcionarios presentaron su primer informe de estabilidad financiera.

Mientras tanto, los precios del petróleo de ninguna manera están en niveles peligrosos. Y el riesgo de que la Fed inadvertidamente aplaste la expansión ha cedido desde que Powell en una reunión de la semana pasada quitó de la agenda el objetivo de subir otra vez las tasas de interés y dejó en claro su voluntad de ajustar el programa de reducción de hoja de balance de la Fed si los mercados o la economía titubean.

Por lo tanto, a algunos analistas les cuesta ver claras señales de advertencia que reflejen una desaceleración económica en Estados Unidos. "No creo en este momento que estemos viendo señales de una recesión en el horizonte", dijo Gregory Daco de Oxford Economics.

No todos los economistas se muestran tan optimistas. En particular, los principales indicadores de la economía global se han debilitado, lo que deja a Estados Unidos como cada vez más el único motor del crecimiento mundial.

La economía estadounidense es relativamente cerrada, y las anteriores expansiones resistieron a los efectos de los reveses que se produjeron en el extranjero, especialmente la crisis del euro que comenzó hace 10 años y la crisis financiera asiática de fines de la década de los noventa, pero eso no significa que esos acontecimientos sean irrelevantes.

Más de una tercera parte de las ganancias de las compañías del índice S&P 500 se generan en el exterior; la menor expansión en esos mercados dañará la confianza de los ejecutivos, además de limitar el crecimiento de las exportaciones. Lo mismo ocurre con la mayor incertidumbre por las cadenas de abastecimiento globales mientras Trump lleva adelante sus batallas comerciales con China y otros mercados grandes.

También empeora el ánimo en las empresas la posibilidad de que la misma Casa Blanca cometa errores con sus políticas. El cierre parcial del gobierno federal, que fue el más largo de la historia, sólo provocó un impacto temporal sobre el crecimiento, pero se vienen batallas por la necesidad de elevar el tope de la deuda nacional de Estados Unidos, y de evitar que las duras restricciones al gasto público pongan un freno a la economía en el próximo año fiscal.

De hecho, los mayores riesgos para la expansión norteamericana están dentro del país. El impulso que provocó el recorte de impuestos por u$s 1,5 billones empezará a mermar en los próximos años, lo que por ejemplo hará que el crecimiento se desacelere de 3,1% en 2018 a 2,3% este año y 1,7% en 2020, según la Oficina de Presupuesto del Congreso.

Los sectores de la economía que son sensibles a los mayores costos del endeudamiento están mostrando señales de debilidad, señaló Robert Kaplan, el presidente de la Reserva Federal de Dallas en una nota la semana pasada: a noviembre, los permisos para construir viviendas unifamiliares disminuyeron 4,3% respecto del pico registrado en febrero del año pasado. Las condiciones financieras también se han ajustado; los spreads de los bonos de alto rendimiento subieron a fines del año pasado, si bien algo de eso se revirtió desde entonces.

La mora en los préstamos al consumo también marca una tendencia al alza, comentó el economista Torsten Slok de Deutsche Bank, aunque todavía sigue siendo muy inferior a la registrada durante anteriores recsiones. Y la actitud neurálgica que a fines de 2018 mostró Wall Street hacia el programa de reducción de la hoja de balance que hace tiempo aplica la Fed habla del ánimo tenso e impredecible en los mercados financieros.

Según Daco de Oxford Economics, esos riesgos recalcan la necesidad de una Reserva Federal expansiva. "No estamos en una situación donde hay probabilidades de que la Fed ajuste demasiado o muy rápido", dijo . Si los bancos centrales de todo el mundo adoptan una postura expansiva, "eso podría salvar la economía global y prolongar el ciclo económico".

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