Pioneros - IMPSA

El intrincado devenir de una promesa argentina

La compañía de la familia mendocina Pescarmona desarrolló más de 30.000 MW en todo el mundo, llegó a valer u$s 2.000 millones e intentó, en 2007, quedarse con la división hidroeléctrica del gigante General Electric. En la actualidad, está sumida en un complejo proceso de reestructuración para evitar la quiebra.

Un viejo proverbio sostiene que cuanto más alto, más dura será la caída. La historia reciente de Industrias Metalúrgicas Pescarmona, también conocida como Impsa, bien puede dar cuenta de ello. El holding mendocino, amo y señor en la construcción de torres eólicas y turbinas hidroeléctricas, desarrolló más de 30.000 MW en todo el mundo y llegó a estar valuado en u$s 2.000 millones antes de ingresar en una espiral de contratos incumplidos y deudas que se tornaron impagables, arrastrándolo al borde de la quiebra. Ahora, la familia que incluso supo ofertar por la división hidroeléctrica del gigante General Electric, en 2007, aceptó ceder el 65% de Impsa para preservar la continuidad operativa de la empresa y honrar sus deudas.En el sube y bajaLa última década de la compañía puede resumirse en dos grandes períodos: ascenso y caída.
En 2004, constituyó la división Wind que, a lo largo del tiempo, mutaría de nombre, pero no de objetivo: proveer todos los componentes que conforman una torre de energía eólica y ofrecer su traslado, montaje y puesta en marcha.
Ese punto de partida ganó vigor en diciembre de 2007, cuando Impsa cerró un paquete de financiación a 12 años con la Caixa Econômica Federal de Brasil para producir energía eólica para Eletrobrás, a partir de 2008. Fue la primera gran jugada de la compañía en ese rubro, para luego sumar cinco parques eólicos totalizando más de 300 MW de capacidad instalada en ese país. Sin embargo, sin siquiera saberlo, también sería el primer paso de un derrotero de incumplimientos y pases de factura que detonarían la mayor crisis de la historia del holding.
Al mismo tiempo, en la Venezuela de Hugo Chávez, Impsa selló un contrato por u$s 520 millones para diseñar, fabricar, transportar y montar el equipamiento electromecánico de la central hidroeléctrica Tocoma, sobre el río Caroní, una usina casi dos veces más potente que la argentina El Chocón.
El negocio consistía en la provisión de 10 turbinas Kaplan de 232 MW cada una, reguladores de potencia, unidades generadoras de 240 MVA, seis trasformadores elevadores de potencia, tres puentes grúa y demás equipos necesarios. A pesar de que su puesta en marcha estaba prevista para 2012, sus obras aún están paralizadas y representa otro de los capítulos que dieron forma a la crisis de la empresa argentina.
En 2011, la fabricante de aerogeneradores con dos plantas en Mendoza, una en Brasil y otra en Malasia tenía contratos firmados para la construcción de 27 aerogeneradores y acuerdos en trámite para fabricar otros 220 molinos a instalarse en parques de la Argentina, Venezuela, Malasia, Brasil y Uruguay en el corto plazo.
La fotografía del panorama de ascenso y caída que vivió Impsa en el pasado reciente se completa en 2010, con la adjudicación de la participación dentro del Proyecto Belo Monte, en el estado de Pará, Brasil, a orillas del Río Xingu. Belo Monte sería la tercera central hidroeléctrica más grande del mundo y la más grande en proceso de construcción durante la década. Impsa fabricaría equipos para cuatro unidades de generación completas, totalizando 2.600 MW de potencia. En números, el balance anual 2013 mostró la mejor performance de la compañía, justo antes de desatarse la crisis. Ese año anotó ingresos por $ 4.201 millones y ganancias por casi $ 1 millón diarios. El patrimonio de la compañía orillaba los $ 1.000 millones, con más de $ 7.250 millones en activos, unos u$s 1.200 millones de la época.El defaultSi bien el mercado ya descontaba que Impsa no podría pagar las obligaciones negociables emitidas, la confirmación formal llegó cuando la empresa envió un comunicado a la Comisión Nacional de Valores (CNV), en septiembre de 2014, en el que reconoció que no podía hacer frente a un pago de intereses previsto por $ 42 millones y u$s 23 millones. Ese fue el momento donde se desencadenó un derrotero descendente en los números verdes de la firma, al mismo tiempo que los rojos se hacían cada vez más incontrolables.
Como parte del proceso de reestructuración de un pasivo cercano a los u$s 1.100 millones, Impsa decidió poner en venta varias de sus empresas controladas en busca de reducir esa pesada deuda. Sin embargo, la continuidad con vida de la firma terminó encontrando su solución en la salida de la familia Pescarmona, del control y la mayoría accionaria.
La propuesta se originó en 2016 y está pronta a implementarse. El convenio crea la figura de un fideicomiso que contendrá el 65% de las acciones a ser vendidas por Impsa. También, el holding se compromete a pagar u$s 546 millones hasta 2031 y a que los acreedores perciban u$s 221 millones de deuda "sustentable nominal" con un bono "par", a cancelar en 15 años. Y otro tipo "discount" (a una tasa menor) de u$s 225 millones, más un pago adicional de u$s 100 millones.
Entre los acreedores se anotan la Corporación Andina de Fomento (CAF), el Eximbank y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), varias entidades bancarias oficiales como el Banco Nación y el Provincia. También los privados Supervielle, Hipotecario, ICBC, HSBC y Galicia; además de bancos extranjeros como el Bradesco y grandes empresas del estilo de Usiminas, Microsoft, Telefónica y hasta el Tesoro Nacional de Venezuela.
En este marco, este año, el grupo cedió el control de cuatro de sus compañías vinculadas a la energía eólica en la Argentina. Se trata de las sociedades Eólica Koluel Kayke, Central Eólica Pampa de Malaspina, Eólica Nueva Pampa de Malaspina y Central Eólica Nueva Koluel Kayke. La determinación fue tomada por una asamblea general extraordinaria llevada a cabo el 18 de mayo pasado en la capital mendocina. Al respecto, se notificó ante la CNV que la venta de activos "se adecua al criterio de la mejor conveniencia para dichos acreedores y para el proceso de reestructuración, todo ello en condiciones de mercado, como un medio para mantener la operatividad de la empresa, principal objetivo de la reestructuración tanto para la sociedad como para sus acreedores".
Hoy, un patrimonio negativo e ingresos flacos por $ 281 millones en el primer trimestre pintan el panorama crítico que vive la compañía que busca recuperar algo de la energía que tantos negocios le supieron dar.
Facundo SonattiUn grupo acostumbrado a crearLa familia mendocina Pescarmona comenzó su vida en el mundo de los negocios al calor del hierro fundido, para abastecer de piezas a la industria vitivinícola, pero rápidamente abrazó la diversificación. En su portafolio, supo anotarse una empresa autopartista, TCA, que vendió a la norteamericana Delphi, en 2012. Incursionó en el negocio aéreo con la sociedad Cielos del Sur, con la cual amagó con adquirir Aerolíneas Argentinas. Supo administrar el servicio de recolección de residuos de varias ciudades en América latina. Puso fichas en las primeras start-ups de Internet, como El Sitio. A su vez, apostó al negocio de las telecomunicaciones con Impsat, firma que casualmente terminó envuelta en un proceso de reestructuración donde Pescarmona cedió a sus acreedores la empresa porque "valía más viva que muerta", tras acumular pasivos por u$s 1.000 millones. Hoy, conserva la bodega boutique Lagarde, la aseguradora Mercantil Andina e intenta retener el 35% de la empresa madre, Impsa.
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