

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, viajó este martes a Molezuelas de la Carballeda, en Zamora, para recorrer la zona más afectada por el incendio que arrasó más de 31.500 hectáreas y dejó dos víctimas mortales.
La visita, de apenas media hora, estuvo marcada por la expectación de los vecinos, que lo recibieron entre aplausos y reproches.
Acompañado por el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, Sánchez llegó en helicóptero al lugar donde comenzó el fuego intencionado.
Allí escuchó el pedido del alcalde, Alexandre Bertín Satue, quien reclamó apoyo para la recuperación del entorno y una mayor coordinación con la Junta de Castilla y León, cuya ausencia en el acto fue notoria.
¿Qué reclamaron los vecinos de Molezuelas de la Carballeda?
Los habitantes, muchos de ellos veraneantes y descendientes de la pequeña localidad, expresaron sentimientos encontrados. Algunos lamentaron que el presidente no se detuviera a conversar y cuestionaron la utilidad de su presencia.
"¿Qué sentido tiene venir a ver cenizas?", se preguntó Rafael Justel, mientras su hermana Emery recordó con angustia la noche en la que tuvieron que huir "con lo puesto" y criticó la falta de medios para prevenir los incendios.

Otros, como Manuel Gallego, de 78 años, confiaron en que la visita pueda servir para que se mire más por los pueblos castigados por el fuego. Sin embargo, el escepticismo fue mayoritario, con vecinos que calificaron el paso del presidente como "indiferente", al no haber siquiera saludado a la población que aguardaba su llegada.
¿Qué balance dejó la visita presidencial?
La jornada reflejó la tensión entre la expectativa de soluciones y la frustración por la falta de contacto directo con los afectados. El alcalde de Puebla de Sanabria y senador socialista, José Fernández, trasladó a Sánchez la situación del incendio de Porto, aún activo y considerado el más preocupante en Zamora.
Según relató, el presidente mostró "cara de preocupación", aunque sin compromisos inmediatos.
El viaje exprés, cargado de simbolismo político, terminó sin anuncios concretos y con la sensación de distancia entre las autoridades y una población que vive con miedo a que el fuego vuelva a arrasar sus montes. Los vecinos despidieron al presidente con la misma división que lo recibió: entre aplausos de apoyo y gritos de reproche.


