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Tiembla el Vaticano: el papa Francisco predicó sobre el amor y afirmó que "nadie puede ser excluido"

Conoce cuál es la palabra de Dios para este jueves y la interpretación del papa Francisco.

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El Vaticano ha compartido en su blog oficial este jueves, 19 de septiembre de 2024 una prédica dirigida a todos los cristianos con un llamado a reflexionar sobre la palabra de Cristo.

Además, en la prédica del día, El papa Francisco reflexiona sobre la importancia de abrirse a la misericordia de Dios, contrastando la transformación de una mujer arrepentida con la rigidez de Simón y enfatiza que nadie está excluido del amor y perdón divinos.

Tiembla el Vaticano: el papa Francisco predicó sobre el amor y afirmó que "nadie puede ser excluido".

La prédica del papa Francisco para este jueves

En su reciente prédica, el Papa Francisco reflexionó sobre el encuentro transformador de una mujer con el Señor, destacando cómo "en el silencio, le abrió su corazón" y "en el dolor, le mostró el arrepentimiento por sus pecados". Esta mujer, a través de su llanto, hizo un llamado a la "bondad divina para recibir el perdón", enfatizando que su relación con Dios se basa en la misericordia y el amor, en lugar de la justicia estricta.

Además, contrastó esta experiencia con la actitud de Simón, el fariseo, quien "permanece inmóvil en el umbral de la formalidad". Francisco subrayó que, a diferencia de la mujer, Simón no logra encontrar el camino del amor y se queda atrapado en su propia rigidez. Esta comparación resalta la importancia de abrirse a la misericordia de Dios, que está disponible para todos, sin excepción.

Finalmente, el Santo Padre recordó que "nadie puede ser excluido de la misericordia de Dios" y que "¡con cuánto amor nos mira Jesús!". Afirmó que el amor de Cristo es capaz de "curar nuestro corazón pecador" y que nunca se asusta de nuestros errores.

Tiembla el Vaticano: el papa Francisco predicó sobre el amor y afirmó que "nadie puede ser excluido".

La lectura de la Biblia para este jueves

Lectura de 1° de Corintios 15, 1-11

Hermanos: Les recuerdo el Evangelio que yo les prediqué y que ustedes aceptaron y en el cual están firmes. Este Evangelio los salvará, si lo cumplen tal y como yo lo prediqué. De otro modo, habrán creído en vano.

Les transmití, ante todo, lo que yo mismo recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, como dicen las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según estaba escrito; que se le apareció a Pedro y luego a los Doce; después se apareció a más de quinientos hermanos reunidos, la mayoría de los cuales vive aún y otros ya murieron. Más tarde se le apareció a Santiago y luego a todos los apóstoles.

Finalmente, se me apareció también a mí, que soy como un aborto. Porque yo perseguí a la Iglesia de Dios y por eso soy el último de los apóstoles e indigno de llamarme apóstol. Sin embargo, por la gracia de Dios, soy lo que soy y su gracia no ha sido estéril en mí; al contrario, he trabajado más que todos ellos, aunque no he sido yo, sino la gracia de Dios, que está conmigo. De cualquier manera, sea yo, sean ellos, esto es lo que nosotros predicamos y esto mismo lo que ustedes han creído.

El evangelio para el jueves, 19 de septiembre de 2024

San Lucas 7, 36-50

En aquel tiempo, un fariseo invitó a Jesús a comer con él. Jesús fue a la casa del fariseo y se sentó a la mesa. Una mujer de mala vida en aquella ciudad, cuando supo que Jesús iba a comer ese día en casa del fariseo, tomó consigo un frasco de alabastro con perfume, fue y se puso detrás de Jesús y comenzó a llorar y con sus lágrimas bañaba sus pies; los enjugó con su cabellera, los besó y los ungió con el perfume.

Viendo esto, el fariseo que lo había invitado comenzó a pensar: "Si este hombre fuera profeta, sabría qué clase de mujer es la que lo está tocando; sabría que es una pecadora". Entonces Jesús le dijo: "Simón, tengo algo que decirte". El fariseo contestó: "Dímelo, Maestro". Él le dijo: "Dos hombres le debían dinero a un prestamista. Uno le debía quinientos denarios y el otro, cincuenta. Como no tenían con qué pagarle, les perdonó la deuda a los dos. ¿Cuál de ellos lo amará más?" Simón le respondió: "Supongo que aquel a quien le perdonó más".

Entonces Jesús le dijo: "Has juzgado bien". Luego, señalando a la mujer, dijo a Simón: "¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y tú no me ofreciste agua para los pies, mientras que ella me los ha bañado con sus lágrimas y me los ha enjugado con sus cabellos. Tú no me diste el beso de saludo; ella, en cambio, desde que entró, no ha dejado de besar mis pies. Tú no ungiste con aceite mi cabeza; ella, en cambio, me ha ungido los pies con perfume. Por lo cual, yo te digo: sus pecados, que son muchos, le han quedado perdonados, porque ha amado mucho. En cambio, al que poco se le perdona, poco ama". Luego le dijo a la mujer: "Tus pecados te han quedado perdonados". Los invitados empezaron a preguntarse a sí mismos: "¿Quién es este que hasta los pecados perdona?" Jesús le dijo a la mujer: "Tu fe te ha salvado; vete en paz".

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