

Vivimos en una era en la que la ciencia del cerebro avanza a gran velocidad, revelando conexiones profundas entre mente y cuerpo. Ya no basta con estudiar solo la corteza cerebral; ahora se analiza cómo otros sistemas del cuerpo condicionan la actividad neuronal y nuestro bienestar emocional.
La neurocientífica Nazareth Castellanos, doctora en Neurociencia por la Universidad Autónoma de Madrid, explora esta interrelación y subraya que la respiración es un pilar clave para que el cerebro pueda “ordenarse”. “El organismo esculpe el cerebro”, afirma en una reciente entrevista.

La respiración como instrumento de conexión cerebral
Para Castellanos, la respiración no es solo un mecanismo automático de vida. Es un marcapasos que organiza la actividad neuronal. “El cerebro es un sistema de 85.000 millones de neuronas cuyo funcionamiento básico es la sincronización. La respiración es uno de ellos”, explica.
Cuando respiramos mal, señaló, “estamos perdiendo recursos neuronales”. En contrapartida, inspirar por la nariz y exhalar lentamente puede contribuir a mejorar la memoria, la atención y la gestión de nuestras emociones.
“No sabemos respirar porque no hemos dedicado ningún esfuerzo a conocernos y explorar hacia adentro”, advierte.
Este mensaje llega en un momento donde salud mental de la población se ve afectada por factores relacionados con la respiración, la postura o el estilo de vida sedentario. Castellanos insiste en que dedicar unos minutos a observar cómo respiramos puede ser un paso sencillo con efectos reales.
Estrategias concretas para entrenar el cerebro
Según la investigadora, entrenar la respiración consciente es una forma accesible de ordenar el cerebro. En su libro El puente donde habitan las mariposas recoge cómo un patrón respiratorio adecuado puede actuar como biomarcador de alteraciones de salud mental.
“Empiezo a inspirar contando en 3 y a exhalar contando en 6. Entonces mi atención ya se va a intentar ralentizar la respiración”, señala como práctica inicial.
Además, el cuerpo entero se convierte en parte del proceso de cuidado. Castellanos afirma que “el organismo esculpe el cerebro”, subrayando la necesidad de integrar signos como la postura, la respiración o incluso la sincronización entre personas en nuestra vida diaria.
A nivel práctico, esta estrategia puede implementarse en entornos domésticos, laborales o educativos en pocos minutos al día, con técnicas de respiración nasal, pausada y consciente.
Una visión integradora del cerebro y el cuerpo
La neurocientífica defiende que la plasticidad cerebral permite que nuestro cerebro se transforme por medio de las experiencias, decisiones y hábitos. “El cerebro aprende a ordenarse”, en sus palabras. También destaca que entender el cerebro aislado no es suficiente porque “el cuerpo percibe antes lo que la mente aún no sabe”.

Este paradigma integra investigación sobre el intestino, el corazón, la respiración y otros sistemas que anteriormente no se consideraban parte del mapa cerebral. Castellanos afirma que estamos ante una “revolución” en neurociencia, donde la conexión entre el cuerpo y la mente cobra protagonismo.
Este enfoque ofrece una invitación clara: cuidar la respiración y todos los elementos que rodean al cerebro puede marcar una diferencia significativa en el día a día.




