

La Armada española se prepara para una revolución en inteligencia naval. El Ministerio de Defensa ha encargado a Navantia el diseño y desarrollo de un nuevo buque espía valorado en 242 millones de euros.
La inversión inicial, de 14 millones, financiará la fase de definición técnica y marcará el reemplazo del histórico Alerta, en servicio desde los años setenta.
El nuevo buque espía se basará en la plataforma de los Buques de Acción Marítima (BAM), aunque su misión será completamente distinta: no patrullará, sino que interceptará, procesará y compartirá información en tiempo real. Su operatividad está prevista para 2031 y promete convertir a España en una potencia de inteligencia naval dentro de la OTAN.

Qué es un buque espía y por qué es esencial
Los buques espía o unidades SIGINT/ELINT son los "oídos flotantes" de una armada moderna. Su función principal es detectar y analizar señales electromagnéticas: comunicaciones militares, emisiones de radar o enlaces satelitales. No están armados para el combate, sino para la información.
Estas embarcaciones permiten anticipar movimientos de flotas, detectar vulnerabilidades y proteger zonas estratégicas. En la era de la guerra electrónica, disponer de un buque espía propio es tan importante como tener fragatas o submarinos.
En palabras de los expertos, se trata de una plataforma destinada a "escuchar más que disparar", una herramienta que transforma el espectro electromagnético en inteligencia operativa y que permite al Estado reaccionar con ventaja en escenarios críticos.
El nuevo buque espía español: tecnología de vanguardia
El nuevo BAM espía tendrá un desplazamiento aproximado de 3.000 toneladas y una eslora de 94 metros. Incorporará sensores capaces de captar señales entre 1 y 40 GHz, sistemas de análisis de datos en tiempo real y una integración total con la nube de combate de la Armada.
Podrá operar drones de vigilancia desde su cubierta, ampliará su capacidad de observación y actuará como nodo flotante de ciberdefensa. Esta combinación convertirá al BAM espía en una de las unidades de inteligencia más avanzadas de Europa.
Para la industria nacional, el impacto también será decisivo. El programa fortalecerá a Navantia como integrador principal y beneficiará a empresas como Indra, Escribano o Tecnobit, especializadas en sensores y sistemas de comunicación militar.
Del Alerta al BAM espía: un cambio de paradigma
El actual Alerta, construido en los años setenta, pertenece a una era analógica de la inteligencia naval. Sus sistemas de escucha solo registran frecuencias, sin procesamiento automático. El nuevo buque transformará esos datos en información procesada al instante.
El BAM espía permitirá compartir información en tiempo real con otras unidades, el Ejército del Aire y centros de inteligencia. Este flujo continuo de datos mejorará la respuesta ante amenazas emergentes y dará a España una autonomía informativa sin precedentes.
"El nuevo buque no solo escuchará, sino que analizará, clasificará y compartirá información en tiempo real", destacan fuentes del Ministerio de Defensa. Con ello, la Armada pasará de depender de aliados a disponer de inteligencia propia.
Impacto industrial y estratégico para España
La fabricación del nuevo buque espía refuerza el liderazgo de Navantia y consolida a España como actor estratégico en el flanco sur de la OTAN. Empresas nacionales participarán en el desarrollo de sensores, software y comunicaciones seguras, generando empleo de alta especialización.
También supone un paso hacia la independencia operativa: hasta ahora, buena parte de la información naval provenía de aliados como Estados Unidos o Reino Unido. Con el nuevo buque, la Armada podrá vigilar el Mediterráneo, el Atlántico y el Estrecho de Gibraltar sin depender de terceros.
"España se incorpora al grupo de países europeos con capacidad autónoma de inteligencia naval avanzada", subrayan los analistas. Este salto coloca a la Armada a la altura de potencias como Francia o Alemania.





