SALIERON A CRITICAR EL FRENTE LOS PRESIDENCIABLES SCIOLI, RANDAZZO Y URRIBARRI

El Gobierno, con temor, apuesta a revivir el fantasma de la Alianza

El oficialismo, que se encargó primero de levantar la imagen de Macri, ahora teme una polarización que termine unificando el voto opositor frente a sus propios candidatos

Como el científico Víctor Frankestein, la Casa Rosada se enfrentará a su propio monstruo. No es una metáfora. Fue Cristina Fernández de Kirchner, como antes su marido, la que identificó a Mauricio, que es Macri, como enemigo perfecto a enfrentar cuando se discuta la continuidad del kirchnerismo, en las presidenciables clave de este año. La Jefa de Estado eligió con quien polarizar porque a diferencia de otros opositores aspirantes a sucederla, que optaron por acompañar a medias o abstenerse, el Jefe de Gobierno porteño votó sistemáticamente contra los considerados pilares del modelo K. Pero el crecimiento del PRO, sumando a la película fotogramas de desaires, como la inicial de Carlos Reutemann, va en paralelo con un descenso del renovador Sergio Massa: el acuerdo con la UCR sellado ayer a la madrugada encendió algunas alarmas en el oficialismo, tanto en Balcarce 50 como en La Plata, frente a un temido escenario electoral bipolar, donde el Voto-Anti no se diluya en dos opciones en el cuarto oscuro sino que conforme un amalgamado bloque uniforme. Y muy competitivo.
El vaso medio lleno, desde la mirada oficial: la "derecha" (categoría que siempre usó para el macrismo y para un sector radical) se aglutinó en un mismo espacio y la indisimulada intensión de despertar el fantasma de la fallida Alianza que llevó a Fernando De la Rúa al poder por apenas dos años.
Con escondido temor, precisamente fueron los precandidatos K en salir a coro a criticar el nuevo frente: Daniel Scioli, Florencio Randazzo y Sergio Urribarri. Todos con un libreto similar. "Yo represento el voto a favor", apostó el gobernador bonaerense, antes de criticar que "esa alianza (nótese el sustantivo nada casual) ha tenido posiciones en contra de YPF, de los acuerdos con China, la recuperación de los fondos del Anses". Hace semanas que, apostando a no quedarse fuera de las primarias del FpV el postulante más resistido por el paladar negro K se muestra más cristinista que el moderado sciolista.
Su rival, que viene cosechando más mimos presidenciales, el ministro de Transporte e Interior sentenció que "los acuerdos entre dirigentes oportunistas siempre son decepcionantes para la militancia y perjudiciales para el pueblo". Y luego golpeó duro en el corazón radical: "Seguramente muchos radicales admiradores de Raúl Alfonsín hoy se estarán lamentando". Por su parte, el gobernador entrerriano disimuló menos la chicana, al catalogar de Frepaso al radicalismo 2015. "La misma Alianza con distinto olor, sólo que en el 99 la UCR fue cabeza de lista. (El senador Ernesto) Sanz es menos hábil que De la Rúa", escribió en su cuenta de Twitter. Subterráneamente se esconde como advertencia, la máxima política que sin el peronismo no se puede gobernar.
Con pequeños matices, el resto del arco oficialista repitió el mismo guión. Respuestas de laboratorio electoral de un kirchnerismo más temoroso a la eventual retirada renovadora que a la imagen de winner que viene forjandose Macri. "Si Massa saca poco más del 10%, Scioli es presidente", es el cálculo de mínima con el que mantiene su optimismo la tropa naranja. En despachos oficiales ya pronostican la devaluación de boleta de Massa, de aspirante a presidente a gobernador. "Los empresarios que lo apoyaban, ahora lo bancan a Macri. Por eso la foto (de ayer) en La Matanza", ensayan.
Aún concientes de los golpes, en Tigre mantienen la misma esperanza de siempre: no es un Knock out el adiós del acuerdo con la UCR. "Está cambiando nuestro electorado", detallan, antes de resignificar la caravana matancera: 100% peronismo.
Ni la escritora Mary Shelley podría aventurar qué sucederá.
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