Tras el nombre del próximo ministro de economía, revelarán planes para la deuda y la política fiscal
Sin la concentración de la cartera económica en un súper ministerio, la reestructuración de la deuda, la política recaudatoria, las erogaciones y las prioridades sociales estarán sujetas a tensiones. Urgencia por la hoja de ruta.
Aún antes de que se revele hoy la composición final del equipo que acompañará a Alberto Fernández, la primera certeza es que uno de los desafíos de la gestión será la coordinación técnica y política de las ramas en que quedaría desplegada la gestión de la Economía.
Hasta ayer, Alberto desterró la idea de concentrar en una sola cartera a la gestión de los recursos y a su aplicación. Bajo ese paraguas no nato deseado debían agruparse, por una parte, a la renegociación de la deuda, al aumento de la presión fiscal sobre el campo, las finanzas y los sectores de mayores recursos de la sociedad y cierta disciplina presupuestaria que requerirá el frente fiscal. Por el otro, un esquema de subsidios de tasas a la producción, de tarifas congeladas de los servicios públicos, aumentos salariales para los empleados públicos, de ampliación de prestaciones sociales, por citar anuncios.
Esa posición sólo podía ser ocupada por Roberto Lavagna, quien hasta donde se sabía anoche, rechazó el convite.
Ahora, de un lado la megacartera de Producción y del Comercio, incluyendo a Energía, que todo indica que será ocupada por Matías Kulfas, por un lado; Agroindustria por otro, y la ANSeS y el PAMI, con roles estelares en la recuperación del aparato productivo y del consumo de sectores vulnerables, será la constelación que deberá cuidar de financiar la gestión el futuro ministro de Economía.
La mayor tensión que deberá afrontar el gobierno entrante en lo económico será cómo conciliar las necesidades fiscales con las urgencias sociales y productivas, emitiendo las señales macroeconómicas que permita la salida de la recesión. Deberá hilvanar la reestructuración de la deuda, eludiendo la declaración de default, para evitar mayores subas del riesgo país y de las tasas de interés en las líneas de crédito al sector privado.
El pulso sensible para lograr recursos internos de la renta agropecuaria, vía retenciones, deberá medirse con las necesidades de divisas para financiar la deuda.
Hacienda y Finanzas, que cobijará a un técnico cuya misión será lograr convencer a los acreedores de que su mejor negocio es generar un plazo de gracia para la Argentina para el pago de capital e intereses de dos a tres años, según trascendió de las propuestas de Martín Guzmán, el investigador de la universidad de Columbia, colaborador del Nobel Josep Stiglitz. En ese plazo, la Argentina debería recuperar capacidad de pago de la deuda. Ese fue el mensaje que Alberto Fernández transmitió al FMI durante la transición.
No tendrá mucho tiempo: en febrero, y luego en abril, recrudecen vencimientos de deuda. Hasta entonces, según indicó Hernán Lacunza, alcanzan las reservas del Banco Central para aliviar los compromisos. Con la oficialización de los puestos, comienza, ahora sí, la demanda de conocer el plan maestro para organizar esas variables.