Para que las cifras no confundan, importa más la película que la foto

Cada vez cuesta más juzgar la dimensión real de los hechos que sacuden la coyuntura argentina. Que un ex secretario de estado responsable de licitaciones millonarias porte bolsos con u$s 9 millones, o que la hija de la ex presidenta resguarde u$s 4,6 millones en dos cajas de seguridad son datos que están lejos de ser encuadrables en una normalidad. Este último monto equivale hoy a casi $ 70 millones, poco más del doble de lo que Florencia Kirchner y su hermano heredaron por la muerte de su padre en 2010.


No son las única magnitudes de las que hablamos en estos días. También están en tela de juicio el 400% de aumento para las tarifas (que es un tope, menor al incremento original) y la inflación, que en la Ciudad acumula una variación anual superior al 45%, por citar ejemplos recientes. El problema es que la agitación de números no favorece mucho la comprensión de los fenómenos que expresan, porque muchas veces tantas fotos superpuestas hacen perder de vista la película.


Dos anuncios de inversión relevantes, como los que comunicaron Pan American Energy y Telecom, o la posibilidad de que empresas argentinas consigan u$s 1000 millones para financiar su expansión, pese a su evidente relavancia, sensibilizan poco al público. Pesa la desconfianza en los emisores, en un país en el que la actividad empresaria todavía es percibida como una vía rápida para hacer dinero. Es entendible que para hacer visible un problema se apele más al ruido que al análisis. Lo que no debería suceder es que uno reemplace al otro.


Tener dinero en una entidad financiera no es ilegal. Le corresponderá ahora a la Justicia determinar la procedencia de los ahorros de Florencia Kirchner, así como si fueron declarados correctamente. Juzgar antes de tiempo no ayuda. Con los números, dejarse llevar por las cifras es meterse en callejones oscuros. Es lo que también sucede con las tarifas, la inflación, las reservas, el déficit fiscal y hasta las inversiones, por citar algunas. Importa más ver de dónde vienen y a dónde van, para que las cifras no desvíen la atención del origen, que es lo que expresa su verdadera importancia.

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