PPP: el sistema más esperado tiene detractores que apuntan a los costos fiscales ocultos

Apuestan a convocar megainversiones en infraestructura

Los contratos de PPP que ayer vieron la luz son la punta de un iceberg en cuya parte hundida radica la esperanza del Gobierno en el "shock". Entiéndase bien: el impulso a la inversión en gran escala que dinamice la obra pública y su ciclo virtuoso. De hecho, los partidarios del "shock" por oposición al "gradualismo" observan esta apuesta oficial como una jugada que encubre una expansión del gasto público y a evitar el ajuste del déficit. ¿Qué dicen quienes se oponen al sistema? Primero hay que recordar que para el Gobierno las obras que se realizarán por PPP no son obras del Estado. Técnicamente, los proyectos definidos y licitados por el Estado, se repagan por los propios consumidores o por el erario público a posteriori de concretada, aunque primero los privados consiguen el financiamiento.

Luego, los analistas sacan números y observan que el Presupuesto 2018 incrementa los gastos de capital en 21,5% hasta el 1,9% de PBI, unos $ 235.000 millones, y advierten que si la apuesta de las PPP falla, dado el compromiso del Gobierno con este motor de arranque, esa proporción del gasto público podría elevarse.

El economista Miguel Angel Broda llama la atención acerca de la dinámica de los PPP, un sistema cuya compleja estructuración recae en la órbita del ministro de Finanzas, Luis Caputo. Advierte de los riesgos potenciales de una bola de nieve financiera, ya que las iniciativas proyectadas fuera del presupuesto implican fondos comprometidos a futuro de $ 114.000 en 2018; de $ 283.000 en 2019; de $ 350.000 en 2020; y de $ 429.200 en 2021. En cuatro años, calcula Broda, los fondos girados por el sistema equivaldrían a 14,6% del PBI.

En ese contexto, los críticos señalan que si bien el sistema de PPP puede ahora ser empleado para trasladar el gasto al sector privado y al financiamiento que pueda conseguir, por esa misma razón pueden ser utilizados para eludir los controles sobre el gasto. Así no sólo la inversión quedaría como ahora fuera del Presupuesto, sino también una deuda fuera del balance.

Existiría allí un riesgo potencial, que podría surgir en el mediano a largo plazo, si el Estado tuviera que asumir pasivos del sistema, y costos fiscales no previstos ahora. Según estos escépticos, de adolecer de cautela, podría ser una nueva forma de contabilidad creativa que confunda acerca del cumplimiento de las metas fiscales establecidas.

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