LUEGO DE REUNIRSE EL COMITÉ PERMANENTE QUE SIGUE ESTOS TEMAS

Macri pedirá a Bolsonaro que avale controles a su programa nuclear

Es por la intención del brasileño de construir un submarino atómico. Ambos países están intimados a permitir más auditorías de organismos de control internacionales

La anunciada visita del presidente brasileño Jaír Bolsonaro a Buenos Aires, prevista para el próximo 6 de junio, pondrá nuevamente cara a cara al ex capitán del Ejército y el presidente Mauricio Macri  para "dar contornos claros a los nuevos rumbos de la relación", según lo anunció Brasilia, y poner blanco sobre negro en los temas más urticantes, entre ellos el programa nuclear que cada país mantiene en estricta confidencialidad.

Atento al reclamo de la comunidad internacional, el gobierno Macri transmitió a Brasil la decisión de abordar cuanto antes un mecanismo que permita conocer y llevar tranquilidad sobre el programa atómico del presidente Bolsonaro, cuya esfera de gobierno se nutre en buena medida de altos mandos de las fuerzas armadas, que en el vecino país han tenido históricamente un rol protagónico en el desarrollo nuclear.

Días atrás, el canciller Jorge Faurie dio a conocer a su par, Ernesto Araújo, la decisión de cambiar la relación en este plano, para dar más transparencia ante la comunidad internacional sobre el proyecto brasileño de construir un submarino de propulsión nuclear, que se pretende botar al agua en diez años. Este tema se abordará en la antesala del encuentro presidencial, en el Comité Permanente de Política Nuclear (CPPN), a fines de mayo, en Brasil.

Para propulsar un submarino mediante un reactor nuclear, Brasil debe enriquecer uranio por encima de los niveles convencionales al uso pacífico. El desarrollo consecuente de este enriquecimiento dejaría al Brasil a un paso de confeccionar armas de destrucción masiva, si acaso tuviera una intención non sancta. De allí que las grandes potencias no acepten la transferencia de esta clase de tecnologías a países en desarrollo.

Desde la Casa Rosada dejaron entrever que, en este campo particular, la intención es llevar a Brasil a discutir la adopción conjunta de un protocolo similar a las salvaguardias que la mayoría de las naciones con actividad nuclear han suscrito ante el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) para dar certeza sobre sus intenciones pacíficas y su compromiso por la no proliferación de armamentos atómicos.

"La comunidad internacional está inquieta porque Brasil sería el primer país fuera del Consejo de Seguridad de la ONU en tener este tipo de tecnología. Nosotros respaldamos el proyecto del submarino brasileño, pero creemos que se debe construir una nueva institucionalidad", apuntó a El Cronista un diplomático.

Desde 1991, Argentina y Brasil construyeron una relación de confianza basada en el intercambio de información y auditorías a través de la Agencia Brasileño-Argentina de Contabilidad y Control de Materiales Nucleares (Abacc), y aprobaron normas para la no proliferación nuclear frente a la OIEA, pero se resisten todavía a suscribir un protocolo adicional de este foro para avalar inspecciones más profundas, que incluyan lugares no informados. De hacerlo, el OIEA podría auditar lugares sospechados de contener material nuclear, incluidas bases militares. Mientras tanto, la Argentina y Brasil integran una "lista negra" con otros pocos países no firmantes, como Corea del Norte y Egipto.

La buena relación que el macrismo supo construir con las principales potencias atómicas y la desconfianza que todavía existe sobre el plan del flamante presidente brasileño, redoblaron las presiones a la Argentina para que impulse la adopción del protocolo adicional, junto con Brasil.

"El statu quo actual no nos gusta, y necesita ser discutido. Queremos negociar un nuevo acuerdo con el OIEA que nos aleje del mundo de parias", dijo un funcionario empapado del tema, que también subrayó que la Argentina tiene intereses particulares en juego: siendo que la industria nacional produce pequeños reactores para la exportación, contar con mayores garantías facilitaría la apertura de más mercados. Brasil, al no ser exportador, no tiene ese móvil.

Existe otro motivo de relevancia. Es la pretendida candidatura del embajador Rafael Grossi a presidir el OIEA desde 2021. Este diplomático de carrera cuenta con el aval del Gobierno y otros países para encabezar un organismo clave para asegurar el uso pacífico de estos materiales sensibles, pero de surgir contendientes de países firmantes del protocolo adicional, podría sufrir reveses. Además, de llegar al puesto, Grossi debería insistir en que el país firme este acuerdo que se consolida como "nuevo estándar", lo cual sería cuando menos incómodo.

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