Los ocho defaults que marcaron la historia argentina y generaron la fama del "peor pagador"

La secuencia arranca en 1827 pero se aceleró en los últimos 40 años, con reestructuraciones que nunca lograron la sustentabilidad que hoy busca el Gobierno. La restricción externa y el sobreendeudamiento marcan el paso de la economía.

Ya no hay vuelta atrás, el tiempo se acabó y hoy Argentina cae, una vez más, en cesación de pagos, este caso por un incumplimiento de u$s 503 millones por intereses de los bonos Globales.

Se constituye, así, en la novena vez que el país entra en default en menos de 200 años, pero la tercera en el siglo XXI.

Consciente del desafiante cronograma de vencimientos, desde asumió el Gobierno está bregando por reestructurar la deuda pública  para hacerla sustentable.

En la práctica, esto no es otra cosa que una reducción del monto adeudado -combinando algo de capital y bastante más de intereses-, extendiendo los plazos de los nuevos títulos pero con un dato clave, el período de gracia: un respiro para que la economía se recupere y pueda hacerse frente a los vencimientos, y que hasta el momento los principales acreedores rechazaron.

En líneas generales, es lo que ocurrió en casi todas las cesaciones de pago anteriores. Argentina ostenta el dudoso privilegio de haber producido el mayor default de la historia en 2001, con unos u$s 96.000 millones; haber motivado la constitución de un grupo de países acreedores (el Club de París) y hasta llevar casi a la quiebra a la Baring Brothers en 1890, que debió ser rescatada por el Banco de Inglaterra y la banca Rothschild.

La historia de los default argentinos arranca en 1827, apenas tres años después de que se negociara el empréstito con la banca Baring Brothers de Londres por un millón de libras esterlinas, en julio de 1824.

Pero al año siguiente el Banco de Inglaterra subió fuerte las tasas de interés para detener la caída de sus reservas. El resultado fue una importante caída bursátil y recesión en Inglaterra, que se extendió a una Argentina que tenía enormes gastos por la guerra con Brasil, en un contexto inflacionario. Recién se retomarían los pagos de servicios de esa deuda en 1857.

Mas adelante, a fines de la década de 1880, en un clima de gran expansión crediticia y especulación financiera, que había generando una burbuja, aún se seguían pagando los servicios de la deuda con la Baring. La burbuja estalló en 1890 llevando a la quiebra al Banco Nacional y comprometiendo incluso la estabilidad de Baring Brothers por una deuda de 48 millones de libras.

Argentina ostenta el dudoso privilegio de haber producido el mayor default de la historia en 2001, con unos u$s 96.000 millones; haber motivado la constitución de un grupo de países acreedores (el Club de París) y hasta llevar casi a la quiebra a la Baring Brothers en 1890, que debió ser rescatada por el Banco de Inglaterra y la banca Rothschild.

A raíz de ello, en 1891 el presidente Carlos Pellegrini fundó el Banco Nación. Argentina salió del default cuatro años después, aprovechando el ingreso de capitales ingleses.

Ya en el siglo XX, y a diferencia de muchos países de América latina, durante los años de la Gran Depresión del '30 Argentina honró sus compromisos en tiempo y forma.

El tercer default llegaría con el primer peronismo en 1951, en el contexto de una fuerte sequía, deterioro de los términos de intercambio y creciente déficit comercial.

El cuarto default se dio en 1956, un momento en que Argentina fue rescatada por un grupo de países acreedores por un compromiso de u$s 700 millones. A instancias de Francia se creó el Club de París con 19 miembros, una relación que se mantiene con el país hasta el día de hoy.

La crisis de la deuda latinoamericana de 1982 tuvo a Argentina entre sus principales protagonistas. La mecha la encendió México cuando en agosto de ese año anunció que no podía pagar su deuda, le siguieron Brasil, Argentina y Venezuela.

La crisis fue gatillada por la suba exponencial de las tasas de interés de la Reserva Federal de Estados Unidos (llegó al 20% anual), comandada por Paul Volcker. La reestructuración se haría en 1992 cuando el país ingresó al Plan Brady.

En 1989, el año de la hiperinflación, encontró al gobierno menemista a fin de año ante la imposibilidad de hacer frente a servicios de la deuda interna. A los tenedores de títulos locales se les dio bonos a 10 años, en lo que se llamó el Plan Bónex. Un año y medio después el país entraba en la era del 1 a 1.

Había que esperar al desplome de la convertibilidad a fines de 2001, para ver el mayor default de la historia mundial.

El gobierno de Fernando De la Rúa había intentado despejar el camino con el blindaje y el megacanje, pero el desenlace fue inevitable. En noviembre de 2001 el FMI no renovó un crédito por u$s 1264 millones y en diciembre el país cayó en default, llevándose puesto al gobierno de la Alianza.

Las renegociaciones de la deuda de 2005 y 2010 dejaron fuera del acuerdo a un 7% de los bonistas, los llamados fondos buitre.

En 2014, la exigencia de los acreedores ante el juez Thomas Griesa puso a la Argentina ante la necesidad de pagar o defaultear. El resultado ya se conoce. Esa deuda fue saldada a comienzos de 2016, luego de la llegada de Mauricio Macri al Poder Ejecutivo.

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