La sombra de la deuda que vamos a pagar entre todos

La cabeza de Cristina, de sus ministros y de la mayoría de los dirigentes argentinos está puesta en el 2015. Esa es la gran diferencia que todos ellos tienen con los ciudadanos de a pie. Porque la gente está mucho más preocupada por el día a día. En cómo mantener sus trabajos, en cómo lograr que sus salarios alcancen para pagar sus gastos y en cómo evitar que la inflación devore sus ahorros. El 2015 está muy lejos para la sociedad. Demasiado lejos.

De todos modos, es conveniente estar atento a lo que sucederá con nosotros más allá de 2015. Sobre todo porque las decisiones del Gobierno comienzan a plantear una hipoteca sobre el futuro de todos los argentinos. Un ejemplo ilustrativo es lo que sucedió ayer en Madrid con Repsol e YPF. El directorio de la petrolera española aceptó finalmente la oferta de la principal compañía estatal argentina para pagarle 5.000 millones de dólares en bonos que vencerán en 2033 como indemnización por haber expropiado a lo barrabrava las acciones que Repsol había comprado en la década del 90.

Las cuentas no son simples pero también es conveniente saber en cuánto nos estamos endeudando. El menú de bonos con los que YPF le pagará a Repsol el arrebato ordenado hace un año por la Presidenta e ideado por el actual ministro de Economía, Axel Kicillof, terminarán significando un monto cercano a los 10.000 millones de dólares, sumadas multas e intereses en el tiempo. Aquellas bravatas adolescentes no resultaron gratis y, para dar el paso necesario de volver a ser considerados en el mundo del crédito y las inversiones extranjeras, debemos pagar sin chistar lo que Kicillof dijo alguna vez que nunca íbamos a pagar.

Es posible que hoy no haya una solución más barata. Y es posible que la oposición termine dándole los votos en el Congreso para pagar la fiesta de aquella estatización sin estrategia. Pero repasemos un instante las contradicciones del Gobierno. Nunca íbamos a devaluar. Devaluamos el peso el 23 de enero y llevamos el dólar oficial a $ 8. Nunca íbamos a pagarle un dólar a Repsol y ahí está la noticia del día. Nunca íbamos a volver a endeudarnos con los organismos de crédito y allí están las negociaciones con el Club de París para regularizar nuestra deuda de u$s 6.000 millones, cuestión de volver a endeudarnos para frenar la pérdida de reservas del BCRA.

Por eso, conviene saberlo de antemano. Todos esos millones de dólares necesarios para mitigar los desatinos económicos de los últimos años los vamos a pagar entre todos. Los que tienen mucho dinero, los que tienen menos y los que tienen nada. La deuda de los argentinos volverá a inflarse como en los viejos tiempos que creíamos superados y su sombra nos seguirá mucho tiempo después del aún lejano 2015.

Para entonces, Cristina ya no será la Presidenta. Amado Boudou tocará su guitarra vaya a saberse en qué rincón. Kicillof recordará con nostalgia sus tiempos de ministro y la Argentina seguirá siendo el país adolescente que repite sus traumas. Habrá otro presidente que le eche las culpas a la tierra arrasada que le dejaron sus antecesores y estaremos nosotros para hacernos cargo una vez más de otra deuda maldita. Golpe a golpe, peso a peso, dólar tras dólar, iremos tomando conciencia que el 2015 representaba algo más que otra fecha de vencimiento para el almanaque invencible de la irresponsabilidad.

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