La muerte del fiscal: el cansino paso de una causa que en un año nunca logró respuestas

Siete y media de la mañana. Hace un año, a la hora en que éste y otros matutinos empiezan a leerse en bares, hogares y oficinas de todo el país, Alberto Nisman los repasaba vía web. Unos minutos después, su cuerpo se desplomaba en el baño de su casa, luego de recibir un disparo mortal en la cabeza.

La noticia se conoció en el final de ese 18 de enero, pero según el expediente judicial que tramitó durante casi todo 2015 la fiscal Viviana Fein y que en diciembre pasó a manos de la jueza Fabiana Palmaghini, el ex fiscal de la Unidad AMIA falleció entre las ocho y las diez de la mañana.

En los 365 días que transcurrieron entre ese domingo y este lunes, la causa que investiga la muerte de Nisman pasó por climas bien contrapuestos. Como reproduce Bersuit Vergarabat en su canción "La Argentinidad al palo", del éxtasis a la agonía osciló el caso en la Justicia y en los medios. Lo que comenzó siendo un estallido institucional, con una sonora denuncia por encubrimiento contra la Presidenta, se diluyó con el cierre abrupto de esa acusación.

Un año después, la causa Nisman no ha tenido avances relevantes. Muy lejos está poder determinar si se suicidó, si lo instigaron a hacerlo o si se trató de un homicidio. Muchas de las posibles pruebas que había se malograron, como los testimonios que se tomaron inicialmente. A un hombre clave en el caso, como el ex director de Operaciones de Inteligencia Jaime Stiuso, se le perdió el rastro. Recién ahora se especula con su regreso al país, para que amplíe ante Palmaghini la declaración que hizo ante Fein tras la muerte de Nisman.

Tal vez los hallazgos más trascendentes sean los que se conocieron en septiembre. Una serie de llamadas sospechosas entre agentes de la ex SIDE, representantes del Ministerio Público y hombres del Ejército, todas entre las 10 y las 22 del día en que murió Nisman, le hicieron rever a Fein su casi cerrada postura de que Nisman se había suicidado. Empezó a tomar fuerza la hipótesis de la inducción y, en esa línea, fueron citados a declarar los ex espías Stiuso, Fernando Pocino y Alberto Mazzino, el fiscal Carlos Stornelli y otros protagonistas de esas charlas ruidosas. Todavía se esperan reportes que pidió Fein a Yahoo y Google sobre la última actividad en las casillas de mail de Nisman.

Mientras tanto, en Comodoro Py se desmenuza, también a fuego lento, una causa paralela que indaga sobre la existencia de una cuenta de Nisman en el banco Merryl Lynch de Estados Unidos, que tenía fondos por u$s 600.000, aportes extraños como el del desaparecido financista Damián Stefanini y a la que podían acceder, además de Nisman, su hermana Sandra, su madre Sara Garfunkel y Diego Lagomarsino, el hombre que reconoció haberle prestado a su entonces jefe el arma con la que se produjo el disparo que lo mató y que pasó de ser el candidato más firme a ocupar una celda a convertirse en poco más que un apéndice de la historia. No obstante, como la madre y hermana del fiscal, Lagomarsino deberá declarar ante el juez Claudio Bonadio por la causa de la cuenta.

En las últimas semanas, y en sintonía con el clima de cambio que supone un nuevo Gobierno, se especuló con la reapertura de la denuncia de Nisman contra la ex presidenta y otros funcionarios por encubrimiento a Irán en la firma del memorándum que se creó para juzgar a los responsables de la muerte de 85 personas en el atentado a la AMIA de 1994. La Justicia desactivó ese acuerdo y, de algún modo, le abrió la puerta a un posible tratamiento de aquella denuncia que ni siquiera fue tomada en cuenta hace un año.

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