La inflación, clave en la reducción del déficit primario

Dos trabajos, uno del IARAF y otro de IDESA, ponen en evidencia que el vertiginoso aumento de los precios en 2018 estuvo en la base del cumplimiento de la meta de disminución del rojo. 

El Gobierno celebró haber alcanzado la meta de déficit primario de 2,7% del PBI acordada con el FMI para cerrar 2018, pero distintos analistas advirtieron que la parte vacía del vaso debe buscarse en el peso de los intereses de la deuda, que treparon a 2,8% del PBI, a $ 388.940 millones, 0,6 puntos más que en 2017.

Sin embargo, el tema de los intereses no es la única sombra dentro de la reducción del déficit primario, sino que también están quienes observan que hay problemas en cuánto al cómo se logró esa disminución

Así, dos trabajos conocidos hoy, uno del IARAF y otro de IDESA, ponen en evidencia que el vertiginoso aumento de los precios en 2018 estuvo en la base del cumplimiento de la meta de disminución del rojo primario

"Por el lado del gasto, un tema central que surgió del análisis de la ejecución 2018 fue la relevancia del aporte de las prestaciones sociales a la baja del peso del gasto público primario y por esa vía a la baja del déficit primario. Esta importante reducción se debió a la elevada y creciente inflación mensual que se tuvo, teniendo en cuenta cómo juega la fórmula de movilidad jubilatoria", dice un trabajo del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF), donde se pone énfasis, tal como reza el mismo título del trabajo, en que "Las prestaciones sociales y la obra pública aportaron el 54% de la baja del peso del gasto público primario en 2018". En relación a la obra pública el IARAF señala que dentro del presupuesto este rubro "contenía un crecimiento real en torno al 5%. Las nuevas condiciones para alcanzar un resultado primario más exigente llevó a que el gasto de capital termine experimentando una caída en términos reales igual al 26%".

"Claramente, el principal elemento económico de 2018 fue el avance de la inflación, que se aceleró en la medida que transcurría el año. En consecuencia, el análisis en términos reales de las variables indica que cuando se confeccionó el presupuesto 2018 se esperaba un crecimiento de los ingresos totales por encima de la inflación igual al 2,8% junto a una caída real del gasto primario en torno al 0,5%. Con los datos definitivos del ejercicio, se tiene que los ingresos totales invirtieron el crecimiento esperado, y cayeron un 2,7% en términos reales con respecto al año 2017. Por su parte, el gasto primario aceleró su caída en términos reales y cerró el año 2018 cayendo un 8,8% en relación con el gasto primario ejecutado en 2017", sostiene el documento. 

El IARAF también desnuda el contenido de la reducción del déficit primario en relación al peso de las reducciones con relación al PBI. "Centrando el análisis en el gasto primario, puede apreciarse que la reducción efectiva de 2018 resultó 0,8 p.p. más elevada que la prevista (1,8% del PIB versus 1% del PIB presupuestada). Sin embargo, al adentrarse en los diferentes componentes del gasto, puede establecerse que puesto que los subsidios se redujeron 0,5 p.p. menos que lo presupuestado, el resto de los componentes en conjunto tuvo que hacer un ajuste de 1,3 p.p. del PIB. La mayor parte de dicha reducción de gastos corrió por cuenta de las Prestaciones de la Seguridad Social, que se redujeron 0,7 p.p. en la comparación de lo efectivo (-0,5 p.p.) versus lo previsto presupuestariamente (+0,2 p.p.), seguida por los gastos de capital", dice el documento en el mismo lugar donde aporta un dato global que justifica el título del trabajo: "Entre ambos componentes soportaron el 87% del esfuerzo fiscal por la vía del gasto".

En la misma línea, se encuentra un trabajo del Instituto para el Desarrollo Argentino (IDESA), donde se sostiene, directamente, que la "reducción del déficit fiscal se logró gracias a la inflación". IDESA opinó que "la baja del déficit fiscal es buena noticia pero debe tomarse con cautela ya que se basó en el salto inflacionario. El motivo es que la recaudación sigue el aumento de los precios mientras que los salarios públicos y las jubilaciones también, pero con retardo. El equilibrio fiscal sustentable sólo se logra con reformas modernizadoras".

El trabajo recuerda, en base a datos publicados por el Ministerio de Hacienda, que "en el 2017 los ingresos públicos crecieron un 23% y el gasto primario un 22% anual", mientras que "en el 2018 el aumento en los ingresos públicos fue del 30%" y "el gasto primario siguió creciendo al 22% anual". También consigna que "en el 2017 la inflación fue de 25%, mientras que en el 2018 fue de 48% anual".

Para IDESA estos datos muestran que la reducción del déficit fiscal en el 2018 se logró "gracias a que la recaudación tendió a crecer al ritmo de los precios mientras que los gastos escalaron, pero por debajo de la inflación. El IVA y el impuesto al cheque reaccionaron de manera casi automática a la aceleración inflacionaria y la fuerte devaluación brindó espacio para el restablecimiento del impuesto a las exportaciones. Por el lado de los gastos, en cambio, la contención se centró en los subsidios económicos y la obra pública y en que las jubilaciones y los salarios públicos crecieron por debajo de la inflación. Esta dinámica sugiere que un factor decisivo en el ajuste fiscal fue la devaluación y su impacto inflacionario".

La perspectiva para el 2019

Los trabajos de IDESA y del IARAF transmiten sus preocupaciones para el futuro, en función de que la inflación, como factor clave en la reducción del déficit, encontrará límites para jugar de la misma manera, según sostienen.  "Para el 2019 el planteo oficial es profundizar el ajuste fiscal hasta llegar al déficit primario cero junto con la desaceleración de la inflación. Esto está plasmado tanto en el Presupuesto 2019 como en el acuerdo con el FMI. Para ello se contará con la recaudación plena (y no solo por algunos meses como ocurrió en el 2018) del impuesto a las exportaciones. Pero, como contrapartida, no hay margen para aliviar las cuentas públicas a través de la licuación de salarios públicos y jubilaciones como se hizo en el 2018. Muy por el contrario, con inflación descendente la aplicación de la movilidad jubilatoria exigirá un crecimiento del gasto previsional por encima de los precios. Dicho de otra manera, mientras que en el 2018 la aceleración inflacionaria jugó a favor de la baja del déficit fiscal, en el 2019 la desaceleración de la inflación jugará en contra", advierte IDESA. 

Por su parte, el IARAF, dice que "de cara a los próximos años, en la medida que la inflación mensual baje linealmente y se mantenga la regla de movilidad, las prestaciones a la seguridad social aumentarán en términos reales y dejarán de aportar a la baja del gasto. El aporte a la baja de las erogaciones deberá entonces ser cubierto por otros gastos o ingresos, de modo tal de avanzar hacia la mejora de los resultados establecida como meta".

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