La grieta judicial, de Campagnoli a Freiler

Eduardo Freiler es juez y tiene 55 años. José María Campagnoli es fiscal y tiene 56. Los dos cuentan con una dilatada trayectoria en la Justicia y, aun siendo parte de situaciones con matices diferentes, saltaron a la notoriedad mediática tras ser acusados por mal desempeño en sus funciones.

A Freiler el Consejo de la Magistratura lo envió a un jurado de enjuiciamiento ayer, en una decisión exprés, decidida por el oficialismo en cuestión de minutos y a las apuradas para sacar rédito del descuido que dejó al kirchnerismo sin un miembro por apenas unas horas.

Una medianoche de diciembre de 2013, Campagnoli vivió una situación casi idéntica. En esa ocasión, el Tribunal de Enjuiciamiento del Ministerio Público, en una cerrada votación que terminó 4-3, aprobó su juicio también en tiempo récord, a instancias de su propia jefa, la todavía procuradora general Alejandra Gils Carbó.

Los causales de los pedidos de destitución de Freiler y Campagnoli son bien diferentes. Al camarista se lo acusa de supuesto enriquecimiento ilícito, a raíz de un crecimiento patrimonial que no pudo justificar con sus ingresos. Al fiscal ante los barrios porteños de Saavedra y Núñez lo intentaron desplazar por cambiar el objeto procesal de una investigación para poder interceder en una causa contra Lázaro Báez, el empresario santacruceño cercano al kirchnerismo, detenido en Ezeiza desde abril del año pasado. Diferencias mediante, Freiler y Campagnoli coinciden sin embargo en el uso político que hizo de sus casos el gobierno de turno.

Freiler forma parte de la Sala I de la Cámara Federal de Apelaciones que debe definir si ratifica o revoca el procesamiento que le dictó el juez Claudio Bonadio a la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner por asociación ilícita y lavado de dinero en la causa Los Sauces, quizás la que más compromete a la mandataria en Comodoro Py. En Casa Rosada hay especial interés para que ese fallo, que podría dejar a la ahora candidata a senadora nacional a las puertas del juicio oral y público, se firme antes de las elecciones generales del 22 de octubre. De allí que muchos crean que esa situación haya sido decisiva para el armado del operativo a toda velocidad ideado en las últimas horas para aprovechar el vacío temporal en una silla del kirchnerismo en la Magistratura y enviar a Freiler a un jury.

Campagnoli fue clara víctima de una persecución de Estado, impulsada desde el kirchnerismo en el último mandato de Cristina y que fue motorizada por Gils Carbó, a quien ahora el macrismo intenta desplazar por, según los dichos del propio Presidente, ser una procuradora militante. Al fiscal se lo llegó a sentar incluso ante un tribunal a mediados de 2014, pero esa acusación se desvaneció y el juicio en su contra nunca concluyó, hasta que se terminó decidiendo su sobreseimiento.

Los casos de ambos grafican que la Justicia no está exenta de la grieta política instalada hace varios años en la Argentina, que se reflejó hace unos días en las urnas bonaerenses con casi un 70% del electorado polarizado. No importa el político de turno. Siempre hay un enemigo a quien atacar. Y si no está, siempre se puede crearlo.

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