La convergencia fiscal y monetaria será difícil sin nuevas cartas en la mesa

El lanzamiento del plan de reparación histórica de los jubilados sumó un elemento que no estaba en los análisis del corto plazo. La posibilidad del blanqueo de capitales había sido evaluada por la oportunidad que habría el inicio en 2017 del intercambio automático de infromación fiscal con cerca de 50 países. Pero el pago de la deuda que acumuló la clase pasiva tuvo una doble audacia. Desde lo político, instaló una medida que calmó a los críticos y opositores de la gestión Macri. Desde lo económico, sin embargo, instaló un factor de incertidumbre sobre el cumplimiento de las metas fiscales.

En lo inmediato, el Gobierno enfrentará una encrucijada. Si la ley se vota rápido y la ANSeS maximiza su capacidad de gestión (cada juicio requiere un acuerdo individual a presentar ante la Justicia), necesitará más recursos este año. La inversión social que estimó para 2016 por este plan es de $ 24.000 millones, pesos que espera que sean volcados al consumo para apuntalar el segundo semestre. Los más preocupados por la curva ascendente del gasto, en cambio, creen que procesarán muchos menos trámites, y que las erogaciones apenas superarán los $ 13.000 millones. La atención la ponen más en 2017, ya que la mejora de los haberes que trae como consecuencia este plan -que en realidad responde a dos decisiones de la Corte Suprema-elevará el gasto previsional a 12 puntos del PBI (era de 6% con Menem y 10% con Cristina).

Cabe recordar que el Gobierno se propuso el año entrante bajar 1,5% la meta de déficit fiscal. El blanqueo ayudará a saldar el stock, pero no el flujo. Acotar este rojo es clave para bajar la inflación, porque es la llave para que el BCRA modere la emisión y baje las tasas. Con las cartas que hay hoy sobre la mesa, la convergencia de estos indicadores todavía luce difícil.

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