La clave de la negociación con el FMI es evitar una nueva crisis en cuatro años

Tras el acuerdo con bonistas privados y avances en el canje local, la negociación con el Fondo determinará los márgenes de acción futuros. Más que un trámite rápido se juega la sostenibilidad de la deuda

Una vez más, como en tantas ocasiones en el pasado, el Gobierno argentino y el Fondo Monetario Internacional (FMI) se encaminan hacia una nueva negociación, que será fundamental para despejar el sendero de compromisos de la Argentina en moneda dura en los próximos años.

El presidente Alberto Fernández dijo ayer que la negociación "será muy dura" porque su gobierno no aceptará "ninguna condicionalidad". Es un punto álgido porque para el FMI las condicionalidades forman parte de su manual de procedimientos.

El ministro de Economía Martín Guzmán, en tanto, ya imagina que la negociación será "dura y llevará meses". Espera tener cerrado el acuerdo para principios de 2021.

En todas las negociaciones el organismo pone la lupa en metas fiscales y monetarias, y en ocasiones - casi siempre- exige también reformas estructurales, que en buen criollo se traducen por modificaciones en el régimen previsional, el mercado laboral y una reforma impositiva.

Más allá de la retórica, esta vez ambas partes parecen buscar en esencia lo mismo, que el país genere dólares excedentes para afrontar los vencimientos y que el peso y la concentración de esos compromisos permita el repago de la deuda.

No es lo que ocurre hoy con el perfil de deuda que dejó el acuerdo stand by negociado con el Fondo en 2018, cuyos mayores vencimientos se agolpan en un breve período que va de 2021 a 2023.

Así, tras el acuerdo alcanzado con los titulares de bonos emitidos bajo legislación extranjera -aún falta convalidar en los hechos la adhesión al canje- el aspecto central es que "la negociación con el Fondo Monetario tenga en cuenta y se complemente con el acuerdo logrado con bonistas privados", aseguró Martín Vauthier, director de EcoGo.

El apoyo del FMI fue determinante para poder cerrar el acuerdo con los tenedores de títulos bajo ley extranjera el pasado 4 de agosto. Es un dato clave para el perfil de vencimientos de deuda hacia adelante, al que se suma que esta vez no habría pedido de asistencia financiera adicional, sólo reprogramación de vencimientos.

Sin embargo, el punto más relevante es que desde la asunción del presidente Alberto Fernández, el Gobierno y también el FMI pusieron en foco la sostenibilidad de la deuda soberana.

Este último concepto no es otra cosa que poder matchear los vencimientos de deuda comprometidos con acreedores privados y organismos internacionales, con la capacidad de pago del Tesoro, ya sea por acumulación de superávit fiscal primario o por las posibilidades de financiarse a baja tasa en los mercados voluntarios de deuda.

Muy lejos del superávit, se estima que este año el país tendrá un déficit fiscal primario, esto es, antes del pago de servicios de la deuda, de entre el 7% y el 8% del PBI.

No es un tema menor. Tras el acuerdo con los bonistas privados se logró posponer hasta 2024 el momento en que los vencimientos empezarán a volverse más relevantes.

En el caso del Fondo, el último acuerdo stand by por u$s 57.100 millones, de los cuales se recibieron u$s 44.000 millones, prevé comenzar el repago en septiembre de 2021. Allí hay un nudo que es preciso desatar. Contabilizando capital e intereses en total hay que pagarle al Fondo unos u$s 48.000 millones.

La regla que el propio FMI y el ministro Guzmán asumen como línea de sustentabilidad es que la necesidades de financiamiento total no exceda el 3% de PBI, a valores de hoy unos u$s 12.000 millones anuales.

Pero además de la sustentabilidad hay otros temas en agenda hasta que llegue el momento de los vencimientos más fuertes. Ricardo Delgado (Analytica) aseguró que "hay que empezar a acumular reservas, es lo que le va a pedir el FMI".

Es una luz amarilla, teniendo en cuenta que aún con superávit comercial récord este año - estimado en más de u$s 18.000 millones- el país no está acumulando reservas y el "déficit de cuenta corriente se ahondando", precisó Delgado.

Por su parte, Lorenzo Sigaut Gravina (Ecolatina) recordó que hoy las reservas netas llegan a sólo u$s 10.000 millones, por lo que la "acumulación de reservas es buena per se". Y remató: "Hoy el tipo de cambio real y la brecha cambiaria no permiten acumular reservas".

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