En el Gobierno ya se preparan para una "flexibilización ciudadana" de la cuarentena

En la Casa Rosada admiten que hay una decisión de la población de relajar "per se" el aislamiento que funciona como válvula de escape al hartazgo con el que explican los cacerolazos. 

"No quisiera que la licencia por trabajar termine contaminando un barrio", respondió Alberto Fernández  cuando en TN anoche le preguntaron por la presión económica para liberar la cuarentena . Si bien aconsejó que hay que ir "paulatinamente" levantándola, el Presidente envió un mensaje a los gobernadores, con lo que a partir de la última prórroga comparte la responsabilidad un 50/50 para las flexibilizaciones: "La pregunta es que si el problema se desata: ¿Quién va a ser responsable?"

El temor al costo político ante una eventual escalada de contagios por abrir el grifo de más (habitual metáfora presidencial), que además obligaría a un cierre difícil de implementar cuando se tomó el camino aperturista, guía las próximas decisiones de Horacio Rodríguez Larreta y de Axel Kicillof, jefes de los Buenos Aires devenidos en el epicentro del coronavirus . 

El número mágico es el 25. Es la cantidad de días en los que el virus debe duplicarse para pasar a la siguiente fase de la cuarentena que, en los papeles, vence este domingo 10: la llamada "reapertura progresiva". En la anterior prórroga, el Presidente reveló que de 3 se pasó a 17 días desde el cierre total.

¿Se llega para el lunes a esa cifra? "Vamos bien", confían en Olivos. No obstante, deslizan que para estabilizar la tendencia harían falta dos semanas más. Por lo que el aislamiento con "segmentación geográfica", con los mismos servicios ya prohibidos por DNU (dictado de clases, eventos, centros comerciales y actividades turísticas), continuaría hasta el 24 de mayo.  

Más allá de liberaciones comerciales que se evalúan, después de haber rechazado la hora libre propuesta por Fernández, una idea para testear el autocontrol ciudadano, tanto en la Quinta de Olivos, la Ciudad y La Plata, admiten que en las calles hay una flexibilización "per se" ciudadana. No es un dato subjetivo sino que hay estadísticas que avalan un mayor movimiento y más locales abiertos con un take away anticipado que, en rigor, comenzará el lunes.

"La gente se puso por delante de las normas, hay menos controles", admiten desde la Casa Rosada pero destacan, como positivo, el ampliado uso del tapabocas y el respeto a la distancia social. La responsabilidad ciudadana, al final, va a ser clave en la última etapa de la cuarentena, cuando ya pueda circular más del 75% de la población en la bautizada "nueva normalidad". 

El ruido de cacerolazos, según la lectura albertista, es amplificado por el hartazgo de tantos días de confinamiento. Las salidas controladas, aún no permitidas, funcionarían como válvula de escape al encierro y, en parte, al malestar. El límite sigue siendo, y lo será también en la próxima fase hasta una nueva normalidad, el transporte público. 

Pero en el kicillofismo culpan a la oposición por instalar la "liberación de los presos" pero también a los medios. "Los canales de TV pasan todo el tiempo que los europeos están abriendo pero nosotros recién estamos entrando en el invierno, no nos llegó la ola", justificaron cerca del gobernador.  "Abrís, a la semana tenés 50 casos en un barrio y tenes que cerrar de nuevo", es el razonamiento. Al menos para un Conurbano en el que en los últimos días, también, hubo una escalada de circulación.

Y en el interior, los municipios pidieron incluso la hora de paseo. Aunque insista Fernández con la idea en la nueva prórroga, cerca del gobernador revelan un mensaje que un consultor les mandó hace dos días: "La medida de restricción de salidas tiene más del 80% de apoyo". 

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