El riesgo y el encanto del tango dramático que nos acompaña desde hace 200 años

"La corrupción es un entramado. Está bien que todo el mundo se tire de los pelos hoy con la cuestión, pero la corrupción es algo que está más profundo que en la clase política...". La definición es cruel pero le apunta directo al corazón de una de las grandes hipocresías argentinas. Aquella que busca anclar las culpas en un sólo sector del país adolescente. La corrupción, como la intolerancia o la violencia, son pecados sociales que atraviesan las diferentes capas geológicas del ser argentino. Y quien describe esos genes perjudiciales de la historia nacional es Beatriz Sarlo, una de las intelectuales más respetadas de este tiempo de grietas y de trayectorias oxidadas.

La entrevista, realizada por la periodista Micaela Pérez, se publica hoy en el Suplemento 3Días y es la primera de una serie de reportajes, artículos e investigaciones que El Cronista y cronista.com van a publicar hasta el 9 de julio, el día en que la Argentina cumpla sus 200 años de existencia. La idea es encontrar en ese camino que nos trajo hasta acá las razones de esta montaña rusa que enlaza años de prosperidad de corto plazo con crisis terminales que llevaron al país al abismo y a la oscuridad. Los libertadores de la Patria, las montoneras, la Generación del 80, las revoluciones, el peronismo, las dictaduras y las guerras con resultados adversos. La democracia restaurada, las vidas y las muertes.

El Bicentenario es una excelente oportunidad para bucear en nuestros saltos existenciales, en nuestras caídas y en nuestra insistencia en volver a levantarnos para intentar una vez más la épica del desarrollo y de una vida mejor sin abandonar ese encanto del tango dramático que siempre nos acompaña.

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