El oficialismo intentó apagar la polémica por la frialdad

Funcionarios del gobierno nacional y dirigentes políticos rechazaron ayer las opiniones sobre el supuesto corto tiempo que el papa Francisco concedió al presidente Mauricio Macri en la reunión que mantuvieron ayer en El Vaticano. En este sentido, la canciller Susana Malcorra manifestó su sorpresa respecto de que "el cronómetro mida la satisfacción" de un encuentro.
"La verdad que me sorprende que el cronómetro mida la eficiencia o la satisfacción de la reunión", ironizó la canciller, que acompañó al primer mandatario argentino en el viaje al Vaticano. En diálogo con radio La Red desde Madrid, la ministra de Relaciones Exteriores dijo que "la mayoría de las reuniones que mantiene el Papa con jefes de Estado tiene traducciones, ésta obviamente no, y si vamos a hacer mediciones, este es un elemento a tener en cuenta". "También cuando se reúnen dos personas que se conocen, hay mucho menos tiempo dedicado a las introducciones y mucho más tiempo dedicado a la sustancia", subrayó. La canciller calificó como "muy bueno y muy rico" el encuentro.
Por su parte, el jefe de Gabinete, Marcos Peña, aseguró que "el Papa no es un dirigente político argentino" e instó a "entender" que "no es ni kirchnerista ni de Cambiemos" porque "su misión excede ampliamente las divisiones" de la política local. En un texto publicado en las redes sociales, Peña subrayó: "El papa Francisco es el hombre más importante que haya surgido de nuestras tierras. Es el primer Papa latinoamericano", destacó.
En contraposición, la diputada oficialista Elisa Carrió sostuvo en declaraciones al diario Clarín: "No creo que Bergoglio tenga que convertirse en una unidad básica en la Argentina. No creo que tenga que empoderar a violentos. Estoy hablando de Milagro Sala y de Moreno".

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