El "nuevo" Gabinete: los que suben, los que bajan y los resignados

La decisión de darle más poder a Dujovne cambia las estructuras, pero no los nombres. Quintana y Lopetegui resignan influencia pero seguirán siendo parte de la mesa chica de Macri. Fortalecido, Caputo salió a timbrear por pedido del Presidente.

La crisis cambiaria terminó. La frase se repite en Casa Rosada desde la tarde de alivio posterior al “súper martes , cuando se renovó el 100% de los vencimientos de Lebac. Suena más a slogan que a real convencimiento, ya que en los días siguientes el dólar no detuvo su escalada y cerró el viernes a $ 24,90 en las pizarras del Banco Nación, casi un 6% más de los $ 23,70 a los que había comenzado el lunes.

Pero en el Ejecutivo, aún atentos a los vaivenes de la divisa estadounidense, confían en que “lo peor ya pasó . Y lo sustentan en tres momentos clave de la última semana que, argumentan, devolvieron credibilidad a la gestión de buena parte de la opinión pública.

- La decisión surgida desde el Ministerio de Finanzas de salir a licitar, el martes, los denominados BOTE, que atrajo a fondos de inversión como BlackRock y Templeton.

- La conferencia de prensa de Mauricio Macri, el miércoles, sincerando la crisis, pero dando, entienden en la Rosada, señales de liderazgo necesarias internas y externas.

- Las reuniones de la nueva mesa chica, que comenzaron el jueves y definieron cómo se estructurará el Gobierno a partir de ahora, sin cambios de nombres, pero sí de plan.

Luis Caputo fue el gran protagonista de la semana de Gobierno. Su jugada de ajedrez financiero motivó aplausos puertas adentro y derivó en que el sábado, en los tradicionales timbreos mensuales, el ministro de Finanzas apareciera en primera fila.

“No es habitual que asista , aseguraron fuentes ejecutivas. Se lo vio sonriente, junto al intendente de San Isidro, Gustavo Posse, caminando por el barrio en la fría mañana. También salió a la cancha el Presidente.

“La idea es seguir en contacto con la gente, aun cuando el momento no es favorable , describen en Casa Rosada.

Sin embargo, incluso ese auge por Caputo no decantó en el pedido de independencia que el ministro, como otros, venían reclamando. El gabinete económico, se decidió el fin de semana, será coordinado por Nicolás Dujovne, titular de la cartera de Hacienda y quien, en los hechos, tendrá bajo su órbita a ministerios clave como Finanzas, Producción, Transporte, Interior y Modernización.

No se formalizará el cambio, pero sí se notará en el día a día, aunque desde Gobierno buscarán evitar que se rotule a la decisión como la de instalar un ministro de Economía clásico y desactivar la estructura ministerial actual.

Dujovne gana poder, pero también pasará a ser el primer fusible en caso de que la coyuntura no cambie.

Dujovne gana poder, pero también pasará a ser el primer fusible en caso de que la coyuntura no cambie. De esa decisión se desprende una menor influencia en la toma de decisiones de Mario Quintana y Gustavo Lopetegui, los vicejefes de Gabinete y, por ende, aunque moderado, de Marcos Peña, que seguirá siendo, no obstante, la voz de Macri en cada definición de peso.

Con Quintana, en especial, había diferencias en las formas de encarar las decisiones económicas, de buena parte de los ministros de esas áreas. Rogelio Frigerio, otro ministro clave desde el día cero de Gobierno, fue premiado como parte estable de la mesa política de Macri, que se reunirá de manera periódica y que tendrá a Ernesto Sanz como hombre de consulta y a Emilio Monzó como pieza clave para interactuar con el peronismo y el ámbito legislativo.

Quintana, Lopetegui y Peña seguirán teniendo protagonismo allí y gobernadores afines como el mendocino Alfredo Cornejo y el jujeño Gerardo Morales también serán escuchados. Con ese equipo, sin reemplazos pero sí con cambios de puesto, saldrá el Gobierno a encarar junio, el mes del Mundial, en el que esperan que la economía comience a dar señales.

El mapa será bien diferente y aquellas metas auspiciosas de inflación que el propio Macri enterró la semana pasada darán un lugar a un objetivo austero, difícil de cumplir, pero más palpable: que 2018 termine abajo del 24,8% de 2017. A partir de ese dato, creen en Balcarce 50, podrá delinearse un 2019 electoral amigable para Cambiemos.

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