EL PA S, ANTE EL DESAF O DE MEDIAR EN UN CONTEXTO INTERNACIONAL CON DIVISIONES

El Gobierno admite que enfrentará tensiones en la jefatura del G20

Se decidió excluir de la agenda un debate a fondo sobre el cambio climático, que cruza a Trump con otros líderes. Macri prefiere un tibio avance que un premeditado fracaso

El presidente Mauricio Macri tomó la decisión de adoptar una agenda amigable y componedora con todos los gobiernos que se sientan a la mesa del G20, el foro de concertación de políticas para la gobernanza macroeconómica y financiera fundado en 1999 con 19 naciones y la Unión Europea (UE).

El próximo jueves, Macri asumirá en un breve pero significativo acto la presidencia de este mecanismo que tomó relevancia tras la crisis financiera internacional de 2008 y que preparará, durante un año, un documento politemático que debatirán los principales líderes del mundo, convocados en noviembre de 2018 en Buenos Aires, con el compromiso tácito de convertir esas deliberaciones en políticas efectivas.

Al mando del G20, el Gobierno tiene la facultad de establecer una agenda de temas a debatir durante su presidencia, que fijó en tres ejes claves. La Argentina insistirá, como lo hizo Alemania durante su mandato, en encontrar soluciones para los cambios que experimenta el mundo del trabajo por la revolución digital en curso. Y sumará otros: la búsqueda de financiamiento privado para obras de infraestructura y la inserción de productos agrícolas en cadenas globales de valor, en línea con la seguridad alimentaria.

Si bien los temas elegidos son trascendentales, se corren del principal objetivo del G20, que es abordar las incertidumbres económicas, políticas y sociales de un mundo globalizado, en conjunto. La contaminación de las matrices energéticas de las potencias económicas, los modelos de producción y consumo, y las consecuencias que muchas poblaciones padecen por el cambio climático, pese a la insistencia de varios actores, no estarán en la agenda.

El tema ausente 

La no inclusión del cambio climático da cuenta de la grieta que persiste y se ahonda desde la cumbre de Hamburgo, en julio pasado, en la que el presidente estadounidense, Donald Trump, se opuso a dar un apoyo claro a las directrices del Acuerdo de París y reiteró su aval a la explotación de combustibles fósiles y las consecuentes emisiones contaminantes.

En este panorama internacional, el presidente francés Emmanuel Macron convocó para el próximo 12 de diciembre, al cumplirse el segundo aniversario de la entrada en vigencia del Acuerdo de París, a una conferencia de líderes mundiales para debatir un plan de "nuevas acciones por el clima, especialmente en términos financieros", al que fue invitado el presidente Macri, pero cuya presencia está descartada.

En línea con el cambio climático también lanzaron mensajes al Gobierno el economista asesor de la secretaría general de Naciones Unidas, Jeffrey Sachs, y el papa Francisco, que reclamó un "eje ecológico" en el G20. Las presiones sobre la agenda fueron vanas, ante la decisión de evitar un enfrentamiento entre los líderes o incluso una salida de los Estados Unidos del foro. Un fantasma que se agita por las críticas a la OMC y el retiro de Washington del Acuerdo de París y de la Unesco.

"Hay una disputa que tenemos que gestionar", reconoció el embajador Pedro Villagra Delgado, representante del presidente Macri ante el G20. "Pero los debates, igualmente, se van a dar", concedió el sherpa argentino en un encuentro con periodistas en el que puntualizó temas donde no hay posiciones uniformes, como el papel que debe jugar la OMC en el intercambio global de bienes y servicios, la regulación del mercado de acero (que China produce en demasía, afectando a otras economías), o el camino a seguir para aplicar la agenda del desarrollo sostenible de la ONU.

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