Dólar, tasas e inflación: el secreto de Prat Gay que le genera insomnio a Sturzenegger

Este año harían falta por lo menos $ 360.000 millones para cubrir el déficit fiscal. El desafío del Gobierno es conseguir una fuente de financiamiento para sostener la emisión en niveles deseados. Las carpetas que analizan en Hacienda hablan del blanqueo. Y de la ANSeS.

En la tierra de los mitos, uno bastante extendido aunque de factura reciente es el que señala que desde que el presidente Mauricio Macri se hizo cargo del gobierno, el Banco Central dejó de emitir moneda por encima de lo que demanda el mercado. Esto es así porque durante su campaña a la presidencia, el jefe del Ejecutivo fue sumamente crítico con la posibilidad de cobrarle el impuesto inflacionario a las familias y, por ende, terminó señalando como culpable a la emisión monetaria. Sin embargo esa potencial restricción autoimpuesta como garantía de un freno al alza de los precios bien podría quedar para más adelante. El dato es que, según las proyecciones más conservadoras, el Gobierno necesitará $ 360.000 millones para cubrir el déficit fiscal este año.

El presidente del Banco Central ya deslizó que su meta de emisión debe ser, como mucho, similar a la de 2015, es decir, en términos nominales unos $ 160.000 millones. Lo mismo hizo hace apenas algunas horas el ministro de Economía, Alfonso Prat Gay, confirmando esa cifra. Con una inflación creciente que ya roza 16% para los primeros cuatro meses del año, emitir dinero en esos niveles publicitados implicaría un recorte en términos reales si se lo compara con el año previo. La mala noticia, claro está, es que si Sturzenegger respeta sus propósitos tendrá dos problemas: por un lado, el Gobierno deberá buscar dinero para "pagar" la cuenta pendiente; por otro, seguramente se lo pedirán a él, al menos una parte.

Según las proyecciones más conservadoras, el Gobierno necesitará $ 360.000 millones para cubrir el déficit fiscal este año.

El dilema es complejo, porque ahora la Argentina tiene varias alternativas –ninguna sin costo– para buscar fondos frescos y porque, además, ya tiene en lista de espera a varios "clientes" que siguieron de cerca las decisiones de la Cámara de Apelaciones de Nueva York. Es que los holdouts serán los primeros beneficiarios, después vendrán las provincias y empresas y, en una tercera o cuarta instancia, el propio Gobierno, de nuevo, pero esta vez para reunir fondos con los cuales cerrar el agujero fiscal. En la traducción, hay muchos clientes para los dólares que prestarán los inversores. Ayuda, eso sí, que en el mundo los bancos centrales no tienen más remedio que acompañar un escenario de tasas de interés negativas.

El dato de las últimas horas, la colocación de la deuda argentina por u$s 16.500 millones y a una tasa promedio del 7,14% –muy baja para la historia reciente de la Argentina–, refleja el éxito de una gestión impecable en el frente externo financiero, que buscará darle un cierre definitivo el próximo viernes con la cancelación de la deuda a los fondos buitres y el franqueo a las restricciones de la Argentina en el mercado de capitales global. También evidencia el mal momento de los inversores en el mundo, que deben ceder ante la Argentina una parte de lo que marca el riesgo país para quedarse con el premio de la tasa. Por otro lado, deja de manifiesto la intención del Gobierno de volver a darse una vuelta por los mercados financieros para capitalizar, quizás, la baja de la tasa de interés que debería operar en las próximas semanas.

Sturzenegger enfrenta disyuntivas que no le van en zaga a las que debió enfrentar Vanoli en 2015

De todas formas, el foco seguirá puesto en la inflación. El alza de los precios que tendrá su pico en el bimestre abril-mayo, bien podría estirarse a junio y julio, si bien comenzaría a verse un descenso paulatino en los meses subsiguientes, aunque difícilmente antes de fin de año en la zona del 25% anualizado que marcó Prat Gay.

El desafío del Gobierno es conseguir una fuente de financiamiento para tapar el déficit al tiempo de sostener la política de emisión monetaria en niveles deseados y, en función de esos dos parámetros acomodar la tasa de interés de referencia en una zona más baja que la actual. La última colocación de Lebacs en el 38% refleja también que desde la entidad que conduce Sturzenegger la prioridad sigue siendo la inflación, pero un pedido adicional de pesos a lo largo del año lo obligaría a estirar el déficit cuasifiscal y demandaría mayores esfuerzos aún para retirar esos mismos pesos con tasa.

Precisamente Sturzenegger es el que enfrenta este año disyuntivas que no le van en zaga a las que debió enfrentar el propio Alejandro Vanoli en 2015. Una de ellas es si "meterse" aún más a pedir plata en el mercado local para financiarle al Tesoro una parte del gasto, lo que implicaría desplazar al sector privado (sacarle posibilidades de crédito) y volvería más severo el daño al tejido crediticio de las pequeñas y medianas empresas. Ni hablar de la actividad económica, la cual el Gobierno quiere reactivar mediante obra pública.

La carpeta que tiene en la mano Prat Gay habla de apurar también el blanqueo. Otra que le acercaron de la Anses cuenta cuáles son las participaciones accionarias del Fondo de Garantía de Sustentabilidad en empresas privadas. Claro está que lo cercano del viejo blanqueo, en uno, y la poca profundidad del mercado local, en otro, conspiran contra su inmediata puesta en marcha.
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