Desde Duhalde a Scioli, en el llano todos tiene su Fundación

Es duro volver al llano para los políticos. Jubilados a la fuerza (a veces de votos), con el deseo secreto de un regreso a la gloria perdida, en particular los peronistas, se refugian en fundaciones. Exentas por ley del pago de Ganancias, IVA e ingresos brutos, pero capaces de percibir donaciones a su nombre, son la marquesina legal más económica sin la caja de otras épocas.
Al año de perder las elecciones frente al aliancista Fernando de la Rúa, en diciembre de 2000, Eduardo Duhalde abrió su Movimiento Productivo Argentino (MPA). Fue un think tank que le permitió al caudillo bonaerense sobrevivir a la crisis de 2001 para lograr lo que no pudo en las urnas: ser Presidente. Esa oficina frente al Congreso también fue su reducto tras perder la batalla de "alta peluquería" del PJ contra Néstor Kirchner.
Fue un precursor. El caudillo cordobés José Manuel De la Sota continúa insistiendo con sus aspiraciones como presidente honorario de la Fundación Consensus, con su sede porteña. El fallido presidenciable Daniel Scioli apenas modificó su rutina diaria: en lugar de entrar a la sede porteña del Bapro, como cuando era gobernador, ingresa al edificio de al lado en la calle San Martín: en el cuarto piso está la Fundación DAR. Desde allí planifica actividades como si siguiera de campaña.
En diciembre, luego de perder la interna a gobernador y abandonar los cargos, Julián Domínguez, lanzó en el Instituto de Estudios Políticos y Sociales para la provincia de Buenos Aires.

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