Cambio climático: por qué es el gran desafío para la agricultura argentina

Solo en los últimos meses, el sector agropecuario debió hacer frente a una fuerte sequía y extensas inundaciones, producto de los cambios del clima. Su contribución al fenómeno,  sus medidas de mitigación y el impacto económico.

Lluvias intensas y más frecuentes en el norte, inundaciones en la zona central y sequías más prolongadas en Cuyo. El cambio climático y sus efectos ya son visibles en las distintas provincias del país, los cuales –sumados a la variabilidad natural del clima– fuerzan a muchos sectores a adaptarse.  

Entre ellos, la agricultura tiene una doble característica: es un alto generador de emisiones contaminantes, pero también uno de los más vulnerables a los efectos del clima. Es por ello que productores, científicos y organismos del Estado trabajan para adaptarse y reducir emisiones.

El sector agrícola en la Argentina aporta 7,2 por ciento al PBI del país, el cual es alto comparado con el promedio de 5,2 por ciento del resto de América latina. La agricultura suministra alimentos básicos claves y sus exportaciones representan el 58 por ciento de las nacionales, proporcionando alimento a 450 millones de personas. Es por esa importancia económica que cualquier alteración climática no solo afecta al sector, sino que, también, a la economía a nivel general.    

“Un evento climático extremo puede sacar de la cancha a un productor y eso es caro para la Argentina. Si no puede subsistir, perdemos mucho conocimiento en el área en la que trabaja. En los ’90 producíamos 30 millones de toneladas, hoy estamos en 140 , dice Santiago del Solar, jefe de Gabinete del Ministerio de Agroindustria. 

Las recientes inundaciones en Santa Fe, Chaco, Corrientes y Entre Ríos  dejaron miles de evacuados, así como pérdidas para el agro que todavía se están calculando. A la par, en la campaña anterior, se perdieron casi US$ 6000 millones en exportaciones de soja y maíz por las sequías.  Las pérdidas económicas se enmarcan en situaciones similares en todas las economías de los países en desarrollo, las cuales perdieron US$ 96.000 millones entre 2005 y 2015 por daños a la producción agrícola y ganadera, de acuerdo con un informe de la FAO.

“Por el cambio climático también aumentó la variabilidad climática. Se pasan de extremos secos a extremos húmedos y eso tiene un impacto fuerte, sobre todo en el norte de la Argentina. Los productores pasan en poco tiempo de sequías a inundaciones , explica Inés Camillioni, doctora en Ciencias de la Atmósfera y autora de informes del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). 

Los resultados parciales de la campaña actual muestran algunas de esas consecuencias. En el caso del trigo, la estimación inicial de una cosecha de 19.700 millones de toneladas se redujo a 19 millones por el impacto de las heladas tardías y el granizo en Santa Fe, Córdoba y parte de Entre Ríos. 

En el de la soja, aún siendo cultivada, la estimación inicial de una superficie de 17,9 millones de hectáreas se redujo a 17,7 millones por las inundaciones en el norte. El hecho de que el exceso de agua haya ocurrido en regiones que aportan menos al área agrícola a nivel país evitó que las pérdidas hayan sido mayores. 

“Si bien redujimos la estimación de hectáreas, mantuvimos la de 53 millones de toneladas de nivel de producción. A pesar de los problemas climáticos, hay un alto potencial de rendimiento en zonas más altas que no tuvieron excesos de lluvia , detalla Gonzalo Hermida, economista en la Bolsa de Cereales de Buenos Aires. 

 

Cambios anticipados

Los cambios en el clima de las regiones agropecuarias de la Argentina coinciden con lo observado en la Tercera Comunicación de Cambio Climático nacional, un informe el país que presentó en 2015 en el cual se detallan los efectos del cambio climático en el país y se realizan proyecciones. 

De acuerdo con la publicación, en el período 1961-2010 se observó un aumento en casi todo el país de la precipitación media a nivel anual, especialmente en el Litoral, Cuyo y el Norte. Además, en la mayor parte del área continental no patagónica, hubo un aumento de temperatura de hasta medio grado. 

“Hay una tendencia significativa de aumento de las temperaturas mínimas, lo cual afecta a muchos cultivos que necesitan de ciertas condiciones de temperatura. A la par, hay un aumento de las lluvias de verano, lo que tiene efectos negativos y positivos, y una tendencia negativa en las heladas , apunta Carolina Vera, investigadora del Conicet y autora del IPCC, quien resalta el aumento en la frecuencia e intensidad de los eventos climáticos extremos como lluvias intensas y olas de calor, lo que puede tener efectos destructivos sobre la producción agropecuaria. A ello se suma la falta de lluvia en la región Este y los problemas que trae por falta de disponibilidad de agua para los cultivos

Es justamente por esa expansión en los extremos climáticos que la producción agropecuaria se movió a nuevas zonas. Sin embargo, las mismas tienen un elevado riesgo climático y están expuestas a sequías e inundaciones, de acuerdo con Miguel Taboada, director del Instituto de Investigación de Suelos del INTA. “Tenemos millones de hectáreas que son planas y el agua se mueve muy poco con suelos con poco drenaje. No queda otra que hacer obras para que el agua se acumule en las partes más elevadas. La gente quiere sacar el agua de cualquier manera , agrega. 

Según datos del Banco Mundial, las inundaciones son el principal riesgo climático argentino, ya que afectan a la Pampa Húmeda, la zona con mayor concentración poblacional y de actividades productivas. En años de lluvias intensas, como 2012 y 2015, los anegamientos se pueden llevar más de un punto del PBI. 

“Casi no hay años en los que la superficie sembrada no se vea afectada por anegamientos y se reduzca la cosecha. Son excesos de agua directamente relacionados con la intensidad de la lluvia: cuando sobra el agua se nos arma un desastre , afirma Esteban Jobbagy, investigador del Conicet y de la Universidad Nacional de San Luis. 
Proyecciones 

La Tercera Comunicación Nacional construyó dos escenarios: uno que corresponde a una situación de emisiones de gases de efecto invernadero (causantes del cambio climático)bajas y otro que corresponde a una situación con la tendencia actual de emisiones altas, ambos aplicados al futuro cercano (2015-2039) y al lejano (2075-2099). Las predicciones basadas en dichos modelos muestran que la temperatura media aumentaría en todo el país en los dos escenarios, tanto para el futuro cercano como para el lejano y en ambos casos los aumentos de temperatura son mayores haia fin de siglo. 

En el caso de la precipitación, los cambios proyectados no son grandes. Excepto para el escenario de altas emisiones en el futuro lejano, se ubican entre -10 y 10 por ciento de aumento. Como este podría ser el rango de las posibles fuentes de error, estas señales de cambio son poco relevantes. Se estima que el incremento en la frecuencia de eventos extremos ocasione una mayor erosión por el viento y el agua, compactación del suelo, salinización y, finalmente, la desertificación, lo que pueden provocar cambios significativos en los cultivos. 

“Si todo lo que observamos ocurrió en un mundo de un grado de aumento de la temperatura, las proyecciones indican que la tasa de cambios se va a acelerar con mayor temperatura. Todo va a continuar en el futuro con más rapidez en función de los distintos escenarios , asegura Vera. Sin embargo, eso no implica necesariamente efectos negativos para todo el agro. El hecho de que haya más dióxido de carbono en la atmosfera y que las temperaturas sean más altas favorece la fotosíntesis, lo que permite un mayor crecimiento de determinados cultivos. 

En la Tercera Comunicación, se analizaron modelos de simulación del crecimiento y desarrollo de cultivos en escenarios climáticos futuros. De allí se desprende que, en promedio y en la región pampeana, tanto el maíz como la soja se verían favorecidos.  Si bien el rendimiento del cereal podría incrementarse levemente, la oleaginosa rendiría hasta un 50 por ciento más hacia fines de siglo. Con respecto al trigo y en un futuro cercano (2040) los rendimientos podrían disminuir.

“Nos tenemos que preparar para un mundo más caliente. Estar listos para un mundo de dos grados más de temperatura no es tan difícil. En la agricultura de granos, ya hay gimnasia de los productores que se puede aprovechar , comenta Jobbagy. 

 

Adaptarse a los cambios

Si bien los efectos del cambio climático pueden ser algo reciente para los productores, la variabilidad en el clima no lo es, por lo que muchos ya conocen y llevan adelante diferentes estrategias para adaptarse a lluvias, inundaciones, olas de calor y sequías, entre otros fenómenos. 

Tradicionalmente, muchos agricultores han utilizado técnicas consideradas climáticamente inteligentes en su esfuerzo por adaptar sus patrones de producción a las condiciones climáticas cambiantes. En muchos casos, dichas técnicas han formado parte de enfoques integrales para administrar las tierras de cultivo.

“Hay cosas que están pasando de manera autónoma a lo que decidan las autoridades. El sector toma decisiones y se va ajustando. Entre ellos, cambiar la fecha de siembra. El sector tiene un gran poder de adaptación , sostiene Nicolás Lucas, director Nacional de Producciones Sostenibles en el Ministerio de Agroindustria. 

La siembra directa se practica en alrededor del 80 por ciento de la superficie de tierras de cultivo del país, especialmente en soja, maíz y trigo. La práctica mejora las características físicas, químicas y biológicas del suelo. Pero, debe ir acompañada por diversificación y rotación de cultivos

Además, en el abanico de posibilidades de los productores, se incluyen la modificación de los períodos de siembra y cosecha, la introducción de variedades de semillas resistentes a la temperatura, el manejo preciso de fertilizantes, el integrado de plagas y el de pasturas, con sistemas silvopastorales. 

“Hay que estudiar el riesgo y replantear los cultivos. Es una dinámica constante que va a tener que hacer el sector de ahora en más, siempre basándose en las proyecciones a futuro , dice Soledad Aguilar, directora Nacional de Cambio Climático en la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable. 

Más información, menos riesgo 

A nivel de gobierno, el Ministerio de Agroindustria y la Secretaría de Ambiente encabezan las acciones de adaptación y mitigación al cambio climático en agro. Uno de los ejes de trabajo ha sido acercar la información ya disponible a los productores. La cartera ambiental desarrolló un Sistema de Mapas de Riesgo del Cambio Climático, una plataforma web interactiva que permite visualizar mapas de riesgo sobre diversos escenarios de amenazas y vulnerabilidades sociales relacionadas con el fenómeno

Esta facilita la representación gráfica de los resultados de la Tercera Comunicación y muestra mapas de riesgo de cambio climático a partir del cruce de diversas capas de información socioeconómica con las amenazas del clima, proyectadas según diferentes escenarios climáticos. 

A su vez, el Ministerio de Agroindustria elaboró una serie de mapas de riesgo de déficit y excesos hídricos que afectan a los principales cultivos en los períodos más vulnerables. Es un análisis probabilístico de amenaza de sequías o excesos hídricos que impactan sobre la producción. 

Se evaluaron los cambios en la precipitación esperada para cada mes del año, hallándose que en los meses de otoño se prevé un aumento en la precipitación de más de 30 milímetros en casi todas las zonas en un escenario moderado. El principal determina un incremento del riesgo de excesos hídricos al momento de la cosecha. 

Para la producción agrícola, esto podría justificar algunas acciones tendientes a mejorar la operatividad de la cosecha y la logística, así como aumentar la captura y uso del agua, incorporando cultivos de servicio y cobertura, y variedades más resistentes a enfermedades de fin de ciclo. “Queremos salir del escenario de incertidumbre y entrar en uno de manejo de riesgo. Para eso, se necesitan información y datos. Queremos que todos tengan la información necesaria y que la misma sea accesible. El productor tiene la tecnología como aliado , argumenta del Solar. 

Agroindustria y Ambiente se encuentran trabajando, además, en el Plan de Acción de Cambio Climático específico del sector, un documento clave en el que se establecerán las estrategias en mitigación y adaptación para la agricultura. Una vez desarrollado, este se trabajará con el Consejo Federal de Medioambiente (Cofema) y con todas las provincias, con el objetivo de que adaptarlo a las prioridades de cada una. Se realizarán encuentros de capacitación y trabajo en cada provincia para facilitar la aplicación de las medidas. 

Tenemos un sector privado dinámico y capaz de adaptares usando tecnología y una serie de políticas provinciales y nacionales en la temática. Pero todavía no estamos en el nivel que nos gustaría. Queremos ofrecer soluciones en mitigación y adaptación para el sector , afirma Lucas. 

Las emisiones, el reto

A la par de adaptarse a los efectos del clima, el sector agropecuario tiene por delante el desafío de reducir su nivel de emisiones. En la Argentina, el sector de agricultura, ganadería, silvicultura y otros usos de la tierra representa el 39,2 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero del país, de acuerdo con el último inventario. “A diferencia del sector de energía, en el están todas las alternativas tecnológicas para mitigar, las vacas bajas en carbono todavía no existen. Hay una barrera tecnológica y tenemos que trabajar en innovación y genética. Hay muchas medidas que sirven para reducir emisiones en el agro, pero no tanto en la ganadería , señala Aguilar

La mayor parte de las emisiones proviene de la conversión de ecosistemas naturales a la agricultura y de las emisiones de metano por la ganadería bovina. En ese sentido, resulta clave el control de la deforestación de bosques nativos a través de la Ley de Bosques. Asimismo, se está trabajando en un conjunto de medidas para reducir las emisiones como la rotación de cultivos, la forestación con bosque cultivado, la generación de energía a partir de biomasa y la mejora en eficiencia en la ganadería y en el uso de fertilizantes. 

Argentina se comprometió a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero en 18 por ciento de manera incondicional y en 37 por ciento de manera condicional, sujeto a financiamiento internacional. A nivel mundial, el país es responsable de un 0,7 por ciento de las emisiones que contribuyen al calentamiento del planeta. 

 

Nota publicada en el One Shot de Sustentabilidad 2019

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