Avanzar hacia una nueva relación con EE.UU., lejos del alineamiento o la hostilidad

El trayecto de Mauricio Macri en Davos tiene múltiples lecturas. La presencia de tantos jefes de estado, diplomáticos y empresarios le permitió reunirse con más referentes del poder político y económico de lo que hubiera podido hacer en cualquier otra gira presidencial. Y no es poco capital para un país que lleva demasiados años acumulando la mayoría de las desventajas del aislamiento internacional. Pero el aspecto más trascendente de estos tres días de agenda caliente es su encuentro con Joe Biden y el comienzo del deshielo con los Estados Unidos.

La relación de la Argentina con la principal potencia planetaria, que ha logrado resistir el desafío económico de China y las incursiones violentas del fundamentalismo sostenido en su liderazgo tecnológico, había quedado rota tras el default de 2001 y el coqueteo del kirchnerismo con Venezuela e Irán. A tal punto llegaron la frialdad y los gestos de distanciamiento con EE.UU. que Barack Obama jamás recibió a Cristina en sus ocho años de gestión.

El desafío de Macri, quien eligió a su adversario reciente Sergio Massa como acompañante estelar, es estructurar con los Estados Unidos un vínculo más sólido, más responsable y sin seguidismos bananeros como el que lideró Carlos Menem en la década del 90. El mundo moderno le exige a paises en vías de desarrollo como la Argentina una posición alejada de cualquir tipo de alineamientos automáticos. Pero una relación bilateral más inteligente podrá facilitar sin dudas una resolución exitosa de la compleja negociación con los fondos buitres y liberar la llegada de algunos créditos necesarios para recomponer la infraestructura deficitaria del país.

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