A. Fernández y los cabos sueltos de la estrategia de la "moderación"

El candidato del Frente de Todos encuentra dificultades para sostener su tono "conciliador" a la hora de tener que explicar las acciones o posturas de su compañera de fórmula. Un flanco débil que parecen no haber tomado en cuenta sus estrategas de campaña.

La candidatura a presidente de Alberto Fernandez  en fórmula con Cristina Kirchner  fue una jugada sorpresiva que sacudió el tablero político y reacomodó todas las piezas de cara a la elección, aunque la expectativa que consiguió generar en un primer momento parece haber perdido fuerza en las últimas semanas, al compás de las dificultades que encuentra el candidato para mantenerse firme en la estrategia de la "moderación". 

La decisión de Cristina de correrse del centro de la escena tuvo sin duda un objetivo central que fue favorecer la construcción de una oferta electoral con mayor capacidad de juntar el voto opositor a Mauricio Macri por la resistencia que naturalmente genera la figura de la ex presidenta en el electorado independiente y que le ponía un techo a la posibilidad de volver al poder.

Sin embargo, ese corrimiento del kirchnerismo a un lugar de aparente moderación, representado en este caso por el candidato Alberto Fernández, parece estar desnudando, a poco menos de un mes de las PASO, serios problemas de base para cumplir su propósito original.

A Fernández se lo nota hoy incómodo, estresado y muchas veces al borde de perder los modales, a la hora de enfrentar las preguntas del periodismo, al que él siempre, según repite constantemente, defendió de los ataques que caracterizaron la tensa relación entre el Gobierno y los medios durante la era K.

Y es que esa actitud "enojosa" de los últimos días termina por despegarlo del rol conciliador con el que, se supone, se proponía seducir a los mercados y a los votantes independientes que no quieren un nuevo gobierno de Macri, pero que también le temen a un eventual regreso del kirchnerismo recargado al poder.

La campaña disociada del Frente de Todos, con Cristina en segundo plano limitando sus apariciones públicas a la presentación de su libro Sinceramente, y el candidato presidencial por el otro, quien debió ponerse la campaña al hombro y hoy se ve obligado a tener que justificar todas y cada una de las críticas que en el pasado le dedicó a su compañera de fórmula no es seguramente el escenario con el que soñó el kichnerismo, aunque hay que decir que no era necesario ser muy sagaz para suponer que esas contradicciones aflorarían más temprano que tarde.

Lo que llama la atención sí, es la falta aparente de una estrategia de los K pensada para afrontar con mayor cintura política este flanco débil que, previsiblemente, alguien se iba a encargar de explotar. 

Esta mañana en declaraciones radiales, Alberto Fernández habló del "maltrato" de los periodistas hacia él y se quejó de las preguntas "poco honestas" que le hacen, en un nuevo intento por justificar su enojo de la semana pasada con la periodista Mercedes Ninci y otros dos colegas que lo llevaron por caminos del pasado que él preferiría evitar.

¿Nadie previó en el equipo de campaña del Frente de Todos que esto podía ocurrir? ¿O apostaban que el foco de atención en este tramo de la campaña estuviera enfocado exclusivamente en la marcha de la economía, el punto flaco de la gestión de Cambiemos, y poder concentrar allí las críticas del candidato sobre la malograda gestión de su rival? 

En efecto; el “veranito financiero que vive por estas semanas el Gobierno, de la mano de un dólar controlado que, según la mayoría de las encuestas, le está ayudando a Mauricio Macri a recuperar su imagen, no parece haber entrado en el cálculo de los K.

Pero lo cierto es que la pax cambiaria ayudó a correr a la economía del centro de la escena y puso al candidato del Frente de Todos en un lugar más complicado, en el que tiene que mostrarse moderado y, al mismo tiempo, cuidarse de no irritar a los militantes kirchneristas si toma demasiada distancia de algunas viejas posturas o acciones de su candidata a vice.

Amén de este inconveniente, uno de sus principales asesores económicos, el ex ministro de Finanzas, Guillermo Nielsen, le hizo este fin de semana flaco favor, cuando en una entrevista con el diario Perfil tildó a Axel Kicillof, el candidato a gobernador K, de "ignorante" y "marxista".

Aunque después Nielsen intentó desdecirse por Twitter, no hizo otra cosa que sumarle un nuevo frente de tormenta (interno) a Fernández, dejándolo en una posición incómoda ante los más ultras y teniendo otra vez que salir a explicar...

En definitiva, contradicciones inocultables que constituyen un dilema de difícil resolución y que obligan al Frente de Todos a revisar su estrategia discursiva, si es que pretende salir airoso en las urnas.

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