

El Instituto Alemán de Asuntos Internacionales y Seguridad (SWP) es un actor muy influyente en la política alemana ya que asesora al Bundestag y al Ministerio de Relaciones Exteriores. Su labor está financiada en un 98% por el Gobierno y su directorio está integrado por los partidos representados en el parlamento, académicos y miembros de la sociedad civil. El profesor Günther Maihold es el especialista en Latinoamérica del SWP y, en diálogo con El Cronista, plantea que ya es hora de que la Unión Europea jubile la negociación con el Mercosur y busque acuerdos bilaterales (principalmente con Brasil); y advierte que Argentina perdió una oportunidad al no asumir un rol activo durante su presidencia del G20.
-¿Cómo ve el instituto a la Argentina?
-Si me preguntabas hace dos años, la imagen hubiera sido totalmente diferente. Ahí se visualizó en Berlín a la Argentina como el país que estaba dando un rumbo a América Latina. Que asumía la delantera, abría los mercados, regresaba a la política calculable de trabajar con datos reales y no imaginarios, y en cuanto al desarrollo económico quedaba clara la orientación. Pero el regreso de la crisis ha afectado muchísimo la imagen de Argentina. Además de que al final de cuentas, mi impresión, es que Argentina ha perdido muchas oportunidades por no tener una política exterior realmente atractiva y activa. El momento más claro en el que se podía visualizar eso era en la cumbre del G20 que pasó (la presidencia del foro) sin dejar mayores luces. No estaba reflejada una postura propia de la Argentina, que no logró juntar las voluntades de los distintos asistentes latinoamericanos para asumir una posición común en ciertas preguntas. Creo que hay un perfil bastante bajo de la presencia internacional argentina. Entonces no se supo aprovechar el momento inicial. Y ahora con la crisis es todavía mucho más difícil desarrollar una visibilidad en materia de política exterior importante. Y eso es de alguna manera lamentable porque era un momento oportuno para que Argentina pudiera asumir un liderazgo ante la situación en Brasil donde hubo un desplome de la política internacional, en México con el fin del gobierno anterior. Ahí podía asumir un liderazgo en el vacío que se estaba dando. Pero no se pudo aprovechar este momento. Eso ha llevado a que no se ve tanto realce en Argentina como contraparte política en América Latina.
-¿Ese rol de liderazgo o rumbo claro en política exterior hubiera ayudado a sortear la crisis?
-No hay que hacer lo que en inglés se dice “overstretch sino que hay que tener una relación adecuada entre lo interno y lo externo. Pero creo que tenía la oportunidad en la charola que era realmente el G20, donde podía asumir una agenda propia, donde podía tratar de invitar a los demás países latinoamericanos, asumir un liderazgo en ciertos temas que están candentes en los países del G20, como la agenda migratoria, tratar de apoyar esfuerzos internacionales de tener reglas universales, etcétera. Entonces creo que ahí se perdió una oportunidad y se quedó en el papel del buen anfitrión y no con una postura programática y conceptual consistente.
-El gobierno argentino resalta que logró consenso durante el G20. ¿Cree que terminó influenciado por otros gobiernos o organizaciones con más peso?
-Siempre se corre el riesgo en el G20 de que hay actores que le roben a uno la agenda, o asalten el evento. Pero para eso uno tiene las reuniones previas de los sherpas que permiten tantear la viabilidad de ciertas agendas y generar consensos. Creo que allí no se tuvo realmente la preparación y el interés de impactar con una agenda propia.
-¿Es sensato hablar hoy de un acuerdo Mercosur-UE?
-El interés del acuerdo y la larga duración de la negociación tiene que ver con el formato de carácter interregional que la UE quiso aplicar con carácter ejemplar en Mercosurporque se comprendía desde Bruselas al Mercosur como una creación de la misma índole que la UE. Esto puede haber sido el gran error de entrada porque la integralidad del Mercosur, el compromiso de sus miembros no es tan amplio como se esperaba. Y por segundo que siempre hemos tenido un problema grave que es el tema de los productos agrícolas que ha encontrado su límite en los intereses de los campesinos europeos y el sistema de mercado común en esta área y este conflicto se ha ido llevando adelante sin posibilidades de resolución porque las dos partes no hicieron concesiones en ese tema. Con todos los vaivenes que hemos tenido en la UE y en el Mercosur la integración y desintegración de miembros creo que es un ejemplo de un formato que no ha podido adquirir sustancia. Si no se logra en un tiempo razonable habría que plantear otros formatos de negociación entre la UE y sus contrapartes del cono sur.
-¿Cuál sería el tiempo razonable?
-Creo que tenemos medio año todavía. No se cuál va a ser la posición del gobierno brasileño al respecto. Que no queda muy claro en este momento. Y si hay posibilidades de acuerdos internos en el Mercosur. Y por otro lado conocer si el gobierno francés tiene ciertos márgenes de concesiones en cuanto a carne, vino, etc. para poder llegar a un acuerdo.
-¿Cuáles son las dudas con Brasil?
-Hay mucha heterogeneidad en los planteos del gobierno de Jair Bolsonaro: entre el mismo presidente y su vice, entre ministerios… Se supone que el superministro de Hacienda, Paulo Guedes, sea capaz de hacer un planteo que abarque todas las posiciones del gobierno en cuanto a la apertura económica de Brasil. Pero conocemos que hay muchos gremios en Brasil que ven con mucha reticencia esa propuesta. Y por lo tanto creo que hay un proceso de clarificación de posiciones en Brasil en marcha. Y sin este proceso creo que no vamos a poder llegar a un acuerdo. Porque no hay condiciones de que se apruebe esto en Brasil, por el simple hecho de que Bolsonaro no tiene mayorías estables en el parlamento. Tiene que haber una situación de mayor consolidación de posiciones en el gobierno brasileño.
-¿Es pesimista respecto al acuerdo entre la UE con el Mercosur?
-Creo que no hay elementos ahora para ser muy optimista. En ese sentido creo que en algún momento va a venir el momento de replantear esto y preguntarse si no es mejor que la UE negocie acuerdos bilaterales con países. Lo que implicaría que estaríamos aportando elementos de desunión en el mismo Mercosur, que no permite esto hasta la fecha. No hemos visto un gran compromiso del gobierno brasileño con el Mercosur. Creo que la región misma está ante la disyuntiva: cómo seguir con esta negociación y ahí puede aparecer una ventana.
-Por su peso, ¿Brasil es una prioridad para la UE?
-Claro. La UE ha declarado una asociación estratégica con Brasil. También para Alemania es el único socio estratégico que han declarado en Latinoamérica. Es el peso pesado que hay que ver. Pero también puede darse la situación en la que el peso pesado no esté todavía en condiciones de dar una respuesta adecuada y si Argentina es capaz de adelantar mucho más en estas negociaciones no excluiría que se utilice un acuerdo bilateral con Argentina para poner un poco de presión a Brasil.


