

Tras la renuncia de Carlos Fayt, anticipada hoy, el 11 de diciembre próximo la Corte Suprema pasará a estar integrada por tres miembros. Esta situación se prolongará durante un tiempo difícil de estimar. Descartado prácticamente que el gobierno de Cristina Fernández tenga margen para imponer algún candidato antes de irse el 10 de diciembre, la nueva integración del Máximo Tribunal corresponderá por entero a la iniciativa política del nuevo gobierno, que asumirá a pocos días del comienzo de la feria judicial y con el Congreso ingresando en período de receso. A esto hay que sumarle la necesaria e inevitable negociación con la oposición para completar las vacantes que dejan tanto Fayt como Eugenio Raúl Zaffaroni, que dejó el cargo el 31 de diciembre del año pasado.
Existe cierto consenso en torno a que la circunstancia de que sean dos los puestos a reponer facilitaría la negociación entre la oposición y el oficialismo, abreviando los plazos. Ya están los que imaginan un reparto salomónico de "uno tuyo, uno mío". Esa es la opinión, por ejemplo, de Jorge Rizzo, abogado de Fayt, quien hoy advirtió que la decisión del casi centenario magistrado estuvo guiada, en parte, por ese cálculo. Fayt renunció para "liberarle las manos al próximo presidente", dijo esta tarde en una entrevista televisiva.
Sin embargo, nada garantiza que, aún si esto fuera así, la Corte no transite un período considerable con tres miembros. ¿Puede funcionar así? ¿Quedará paralizado el Máximo Tribunal hasta tanto no complete las vacantes?
La pregunta es pertinente porque precisamente tres son los votos mínimos requeridos (la mayoría absoluta) del esquema de cinco miembros con el que se rige hoy la Corte tras la reducción de integrantes operada por la ley 26.183. Es decir que la Corte se vería obligada sólo a fallar por "unanimidad" de sus únicos tres miembros, sin divisiones.
"Técnicamente, la Corte puede funcionar. De hecho, una parte de este año funcionó así, ya que Fayt no concurrió en numerosas oportunidades al Tribunal y en otras ocasiones ni siquiera votó", advirtió un viejo conocedor de la intimidad del Máximo Tribunal. "Ese fue, precisamente, uno de los argumentos en los que se basó el kirchnerismo para intentar desplazarlo", acotó.
Lo que tradicionalmente ha ocurrido en este escenario es que Ricardo Lorenzetti, el presidente de la Corte, arbitra como para que se alcancen los consensos necesarios y se logren los tres votos por unanimidad, coincidieron fuentes judiciales. La alternativa a eso, en lo formal, es que desempate un juez de Casación, que completaría los votos necesarios por sorteo y en forma rotativa, señaló otro de los consultados. "Pero prácticamente eso no ha sucedido, no hay antecedentes", aclaró.


