

En horario y con tres diputados más que los que necesitaba, el kirchnerismo volvió a conseguir hoy el quórum propio para iniciar el debate por la reforma del Consejo de la Magistratura, la creación de tres Cámaras de Casación y la regulación de las medidas cautelares contra el Estado. La convocatoria y el seguimiento sobre los 132 legisladores propios y aliados que hoy se sentaron en sus bancas fue implacable y tiene una única responsable: la secretaria parlamentaria del bloque, Teresa García.
La diputada llegó a la política bonaerense hace tres décadas de la mano de Antonio Cafiero, se enfrentó a Eduardo Duhalde, e integró los gabinetes de Carlos Ruckauf y Felipe Solá hasta que dio el salto al Ejecutivo Nacional. Fue una virtual viceministra de Aníbal Fernández en el Ministerio del Interior. Asumió en la Cámara en 2009, cuando el kirchnerismo perdió la mayoría, y aun así trabajó junto a su presidente de bloque, Agustín Rossi, para mantener una bancada cohesionada que en más de una oportunidad hizo naufragar las intenciones del entonces llamado Grupo A.
En el Congreso muchos la conocen como “la guardiana del quórum”. Un sobrenombre que le causa gracia pero mucho no le gusta. “Es muy marcial. Nada más alejado de mi”, comentó alguna vez, aunque sesión tras sesión le hace honor al nombre.
En el caso de la reforma judicial, Teresa (como la conoce toda la Cámara) sabía desde anoche cuántos diputados darían el presente, cuántos no y por qué. Y apenas pasado el mediodía, cuando el oficialismo consiguió los 129 legisladores que necesitaba, le hizo señas a Rossi para que todavía no arranque la sesión: faltaba que lleguen tres diputados más.
Teléfono en mano, mandó a buscar a Celia Arena a su despacho. La ex reutemista estaba demorada y entró al recinto junto a otro remolón entre los aplausos jocosos de sus compañeros de bloque. Mientras tanto, Teresa ya estaba controlando que los santiagueños estuvieran todos. “¿Dónde está Oliva?”, le preguntó a la aliada kirchnerista y vice de la Cámara, Norma Abdala de Matarazzo. “Está acá, está acá”, la tranquilizó. Solo entonces se fue a sentar a su banca. Ya estaban los 132.
El bloque estalló en aplausos y, cuando el presidente de la Cámara, Julián Domínguez, anunció el comienzo de la sesión, ella descansó. Rossi, Juliana Di Tullio, Carlos Kunkel y Héctor Recalde fueron algunos de los diputados que se acercaron a su banca para besarla y abrazarla. Una vez más había conseguido abrir un debate sin colaboración de la oposición.


