La noticia, que generó polémica, del traslado de la Capital Federal a Santiago del Estero y que circuló en las últimas semanas, hasta en boca de la presidenta Cristina Kirchner, llegó también al diario estadounidense The New York Times que sostuvo que el cambio de sede gubernamental podría hacer que la situación en el país “empeore”.

“Mientras la amenaza de otro default todavía afecta a la Argentina, el país es noticia por otra razón: Un número cada vez mayor de sus dirigentes, entre ellos la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, empezó a alinearse detrás de la propuesta de trasladar la capital desde Buenos Aires a la mucho más pequeña (y al parecer dormida) a la ciudad de Santiago del Estero, en el centro-norte del país”, describe el diario al comienzo del artículo.

El argumento es que el traslado de la capital “curaría” la división que existe entre Buenos Aires y el resto del país. “Aunque la idea parece atractiva en la superficie, mover la capital podría empeorar las cosas en un país asediado”, describe el NYT.

El diario menciona un estudio realizado en Brasil que sostiene que “mover una capital para apuntalar la estabilidad y el prestigio de un gobierno puede tener efectos secundarios peligrosos: En estados autocráticos y democracias relativamente frágiles, gobiernos enquistados en las capitales más aislados son menos eficaces, menos sensible, más corruptos y menos capaces o dispuestos a sostener el imperio de la ley”.

Porque “estar lejos de las masas puede proteger a los regímenes de la amenaza de desalojo violento, pero también reduce el grado de rendición de cuentas a las que se enfrentan, y los incentivos para comportarse bien”, agrega el informe.

“Si bien Argentina no es hoy un modelo de buen gobierno, es poco probable que alejarse de los medios de comunicación y de su población educada y cosmopolita, ayude”, señala.

Según el diario, “el poder que tienen las calles de Buenos Aires puede ayudar a mantener a los políticos en estado de alerta, pero por otro lado, esto no parece ser el tipo de rendición de cuentas más propicio para el desarrollo institucional”.

“Aún así, los argentinos deben tener cuidado al considerar las implicancias de la idea de trasladar la capital a Santiago del Estero. Mientras que un movimiento drástico podría ser atractivo para un nuevo comienzo, podría terminar, sin embargo, agravando los desafíos de gobernar el país. Capitales, como banderas, son símbolos, pero su elección tiene consecuencias muy reales”, concluye.