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El senador Martín Lousteau, economista y jefe de la UCR hasta diciembre, se prepara para competir por una banca de Diputados por el espacio Ciudadanos Unidos. Con una trayectoria marcada por su paso por el Ministerio de Economía y su rol en el Congreso, el porteño se define por una mirada crítica sobre la gestión pública y la necesidad de reformas estructurales.

En esta entrevista en la redacción de El Cronista, expone su visión sobre la política nacional, la economía y el futuro del Estado argentino. Para Lousteau, el desafío central no es solo alcanzar el equilibrio fiscal, sino gestionar mejor el Estado para brindar bienes y servicios prioritarios, eliminar gastos innecesarios y crear un entorno productivo que permita crecer. "La única manera de tener superávit sostenible es administrar bien el Estado", afirma.

Además, analiza la fragilidad financiera del país, la dependencia de Estados Unidos, el rol de las provincias y la identidad del radicalismo frente a la irrupción de Javier Milei.

-¿Qué lectura hace de la renuncia de Espert a su candidatura?

-Espert tenía explicaciones que dar y, en cada intento, incurrió en falsedades. No podía seguir presidiendo la Comisión de Presupuesto y Hacienda, donde se tratan temas extremadamente sensibles, como el blanqueo de capitales, regímenes impositivos y leyes que impactan en la estructura económica del país. Además, durante dos años no hubo presupuesto, lo que genera problemas de control y administración y le da al gobierno excusas para incumplir leyes.

-¿Es correcto el pedido de licencia como diputado?

En mi opinión, la falta de explicaciones y las contradicciones son motivos suficientes para que no continúe en su cargo. Aunque deja la Cámara en diciembre, aún se votarán leyes importantes. Cada vez que intentó aclarar su situación, lo hizo con mentiras. Eso erosiona la confianza pública y afecta la institucionalidad.

-¿Qué implicancias tiene el caso Espert en la política actual?

-Más allá de la persona, el caso refleja cómo surgen candidatos de la noche a la mañana, impulsados por el ecosistema mediático, sin conocer qué hay detrás. En este caso, hay vínculos comprobados con personas condenadas por narcotráfico y lavado. Esto se oculta tras discursos que promueven el desmantelamiento del Estado y políticas de seguridad extremas. Es grave porque detrás de una agenda liberal que se presenta como solución, puede haber intereses oscuros. Por ejemplo, la Ley Bases y el blanqueo fueron redactados de manera funcional a quienes buscan lavar dinero mal habido.

-¿Cómo evalúa el escenario económico tras dos años de gobierno de Javier Milei?

-La economía financiera está frágil. El gobierno fue rescatado por el FMI y luego por el Tesoro estadounidense, incluso con apoyo político de Trump, pero sigue en situación delicada. Todos los economistas advirtieron que, sin acumulación de reservas, habría problemas. Además, Argentina no crece desde febrero; cerrará el año con una leve recesión. El ajuste sobre ingresos redujo el consumo interno, mientras la apertura de importaciones y el atraso cambiario afectan la producción local. El resultado es menos demanda interna y menos oferta local, lo que impacta en empleo y actividad.

-¿Era necesario el ajuste?

-Sí, era imprescindible corregir variables fiscales y financieras. Sin embargo, el enfoque fue erróneo: se priorizó alcanzar el superávit sin mejorar la gestión del Estado. Cortar indiscriminadamente deteriora bienes y servicios esenciales. La única forma sostenible es administrar mejor los recursos. No se trata solo de equilibrar cuentas, sino de ordenar el Estado para brindar servicios prioritarios y eliminar gastos innecesarios.

-¿Cómo impacta esto en la calidad del Estado?

-El daño es intenso y, aunque reversible, será costoso. Ningún país crece de manera sostenida si su Estado funciona mal. El Estado es la principal institución que debe operar correctamente para garantizar salud, educación, justicia e infraestructura. Si el Estado empeora, la economía también lo hace. Esto vale para cualquier régimen político: si el Estado funciona mal, el país fracasa.

El vínculo con Estados Unidos

-¿Cómo califica los gestos de apoyo del gobierno de Estados Unidos y del presidente Trump hacia la administración de Javier Milei?

- Son gestos extraordinarios, fuera de lo común. Conseguir que el presidente de Estados Unidos intervenga para tranquilizar los mercados, que se logre una reunión en 48 horas y que se emitan mensajes públicos en línea con lo que pedía el gobierno argentino, es algo inusual. Esto refleja un mérito en la relación personal entre Milei y Trump, más allá de que podamos discutir si es bueno o malo para el país.

-¿Por qué se da este respaldo tan fuerte?

-Hay dos razones principales. La primera es una afinidad política: existe una coalición internacional de fuerzas de derecha que comparten agenda y visión, y Milei se inscribe en esa corriente.

La segunda razón es geopolítica: Estados Unidos tiene intereses muy claros en América Latina, especialmente frente al avance de China. Washington busca evitar que China desembarque en la región como lo hizo en África, particularmente en sectores estratégicos como telecomunicaciones y minerales críticos para la industria tecnológica. También hay intereses sobre puntos geográficos clave, como el Canal de Panamá o el Estrecho de Magallanes.

-¿Qué riesgos implica esta dependencia?
-El problema es que esos son los intereses de Estados Unidos, no necesariamente los de Argentina. En la política norteamericana se habla de weaponization, que significa convertir herramientas económicas y comerciales en instrumentos de presión geopolítica. Si Argentina, por su fragilidad financiera, se entrega a una administración que tiene vínculos estrechos con Washington, corre el riesgo de convertirse en una pieza más en ese tablero. Cada vez que un país tiene una debilidad, otros actores la aprovechan. Lo vimos en el pasado con China y ahora con Estados Unidos.

-¿El rescate beneficia a la Argentina?
-No es un rescate al país, sino al gobierno y a los bonistas que temen por el pago de la deuda. Esto puede implicar condicionamientos futuros. Si el plan económico no se corrige rápido, la dependencia será mayor y las exigencias también. En el caso de México, tras un rescate similar, el problema se resolvió en tres años porque se hicieron las correcciones necesarias. Si Argentina no lo hace, quedará atrapada en una relación asimétrica.

Dólar y competitividad

-¿Qué nivel de tipo de cambio considera adecuado para que Argentina sea competitiva?
-No me gusta fijar un número exacto porque el concepto de tipo de cambio de equilibrio es complejo y dinámico. Sin embargo, está claro que el nivel actual no es competitivo. Cuando uno observa los precios relativos, como el costo de un café en Buenos Aires frente a Europa, se advierte que el atraso cambiario es evidente. Esto afecta la producción local y la capacidad exportadora.

Argentina necesita un tipo de cambio alto, competitivo y estable, porque más de la mitad del costo de producción está determinado por el Estado. Si el Estado es ineficiente y caro, la única manera de compensar esa desventaja es con un tipo de cambio que permita competir. Hoy ocurre lo contrario: tenemos un Estado que no mejora y un tipo de cambio atrasado. Esa combinación es incompatible con el crecimiento.

La competitividad no depende solo del dólar, sino también de la calidad del Estado. Si el Estado funciona mal, el aparato productivo queda en desventaja frente al mundo. Por eso sostengo que Argentina debe trabajar en dos frentes: mejorar la gestión pública y mantener un tipo de cambio que refleje la realidad económica. Sin esas condiciones, no hay posibilidad de crecimiento sostenido.

Armado y campaña electoral

¿Se siente identificado con la construcción política de Provincias Unidas?

-Es una construcción nueva e incipiente, pero creo que representa la manera correcta de abordar los problemas. ¿Por qué? Porque pone el foco en cómo gestionar el Estado para brindar bienes y servicios públicos que son imprescindibles, evitando aquellos que son prescindibles, y al mismo tiempo crear un entorno favorable para el aparato productivo.

"Cuando el Estado obstaculiza la producción o gasta recursos en lo que no debería, se deteriora la calidad de vida y la competitividad".

Me gusta mucho cómo administra Maximiliano Pullaro en Santa Fe. Tengo correligionarios que, aunque no coinciden en todo, reconocen que hay orden y gestión. Córdoba también está bien administrada. Jujuy es otro ejemplo: antes había cortes de ruta, corrupción y conflictos como el caso Milagro Sala; hoy es una provincia ordenada fiscalmente, que aprovecha ventajas como la energía y el turismo. Corrientes sigue esa misma lógica.

Lousteau y Ocaña, durante una charla con estudiantes de la UCA
Lousteau y Ocaña, durante una charla con estudiantes de la UCA

La manera de resolver los problemas es esa: ordenar las prioridades, gestionar con eficiencia y generar condiciones para que la economía crezca sin descuidar las demandas sociales. Provincias Unidas refleja esa visión.

-¿Qué identidad llevará al Congreso si es electo diputado?
-Mi identidad es la de alguien que analiza cada proyecto con seriedad, propone cambios y vota en función de lo que considera correcto, no por conveniencia política. Lo hice en el Senado y lo haré en Diputados. Creo en la necesidad de reformas estructurales, pero no en soluciones improvisadas que agravan los problemas. Mi objetivo es contribuir a un Estado que funcione mejor, porque sin eso no hay desarrollo posible.