Lavagna espera que la UCR rompa Cambiemos y le ofrezca aparato electoral

El economista considera indispensable contar con una porción del centenario partido respaldándolo para fiscalizar una elección, e insiste en que no irá a una PASO

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Roberto Lavagna se frota las manos y espera que en descontento radical al interior de Cambiemos se profundice haya llegar a un punto de no retorno, de manera que buena parte del centenario partido abandone el Gobierno y se vuelque por él de cara a las elecciones presidenciales de este año.

El economista de 77 años, que se prestó ya a una candidatura en 2007 y conserva amistades desde la época de Raúl Alfonsín (a quien ayudó a diseñar el Plan Austral tras bambalinas), viene siguiendo con atención las señales de varios dirigentes de boina blanca, en la previa de una convención partidaria que debe definir si los de Alem siguen asociados al PRO y Mauricio Macri o bien quedan en libertad de acción para "jugar por fuera".

El vicepresidente segundo de la UCR, Federico Storani, fue taxativo al declarar que el presidente Mauricio Macri "no es el mejor candidato de Cambiemos" y blandir la posibilidad de romper la coalición. "No puedo asegurar que Cambiemos llegue a fin de año. Hoy es solo una coalición electoral". En similares términos reflejó el descontento del Interior el diputado Diego Mestre, hermano del intendente de Córdoba capital, Ramón Mestre, que va por la gobernación de la provincia mediterránea en abierto choque con la Casa Rosada.

Lavagna interpreta la demora en definir una fecha para la convención radical como una jugada del Gobierno para dilatar un escenario de no retorno y evitar el portazo. Pero hay quienes le dicen al ex ministro de Economía de Néstor Kirchner que, de no haber encuentro, quedarán "en libertad de acción" para apoyar a quien quieran.

"Hay pocas cosas poderosas en una sociedad como sentirse parte", se le oye decir a Lavagna. Con ese razonamiento, asegura que su proyecto de "un gobierno de unión nacional" necesita incluir al peronismo no kirchnerista, al socialismo, al GEN de Margarita Stolbizer y a los socios de Cambiemos descontentos. También a figuras de la "sociedad civil", como Marcelo Tinelli, a quien ve con chances de ir por la gobernación bonaerense.

 

Estrategia en medias y franciscanas

Lavagna, que lleva más de diez años fuera de la política partidaria, entiende que no puede competir sin asegurarse la fiscalización de al menos 90.000 mesas. El apoyo que le muestra el gastronómico Luis Barrionuevo no le suma ni la tercera parte de esa necesidad, que podría llenar con parte del socislismo santafecino de Miguel Lifschitz, la estructura de Sergio Massa -que insiste en una PASO- y los radicales.

Una ruptura en Cambiemos podría darle a la Casa Rosada un golpe fatal ya que, pese a no decirlo en voz alta, Macri no habría llegado a la presidencia sin la militancia radical cuidando los votos a lo largo y ancho del país.

Para agrupar tan disímiles orígenes, Lavagna apura un discurso sobre la gravedad de la situación económica y social -incluso más grave que la "pesada herencia" kirchnerista- y promete un gobierno de transición donde todos esos espacios se sientan parte.

En su visión ideal, que implica alinear demasiados planetas en la órbita, solo hay espacio para una candidatura única, sin internas, y negociaciones posteriores para consolidar mayorías en Diputados y Senado, donde solo queden fuera el nervio duro macrista, el kirchnerismo y la izquierda.

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