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Kulfas y un Gobierno con hidrógeno pero poco oxígeno

Si se confirma ese rumor que circula por el Frente de Todos que indica que tras las elecciones se viene otra tanda de cambios de Gabinete que tendría como número puesto el raje de Matías Kulfas, podemos estar ante otra manifestación del gobierno más loco del mundo: estarían descabezando tal vez uno de lo ministerios que mejor viene laburando en este corso a contramano que a veces parece la coalición oficialista.

Te pueden caer bien, regular o mal, podés estar más o menos de acuerdo con lo que plantean, pero los que laburan en el Ministerio de Desarrollo Productivo tienen para mostrar una parva de iniciativas que tranquilamente podrían no haber avanzado ni a palos con la simple excusa de "eh, si estuvimos en pandemia, qué querés".

Pero así y todo, en cuarentena y con la mayor recesión desde 2002, los tipos sacaron primero una nueva ley de incentivo a la Economía del Conocimiento, que tuvo freno y cambios en el Senado pero a la que finalmente reglamentaron y pusieron en marcha incluso con una baja de las retenciones a cero para la exportación de servicios.

"Me putean porque beneficia a Mercado Libre, pero ¿cuántas empresas te generan 1000 puestos de trabajo por año?", suele decirle a sus íntimos el ministro que lidera todas las pollas de recambios tras el 14 de noviembre.

Kulfas no entiende cómo su fuerza política no hace bandera, por otra parte, con los unicornios de las finanzas y la tecnología que durante estos dos años de presunto populismo kuka han levantado bocha de guita en rondas de inversión en el exterior. Es el temor a la herejía protomacrista en un gobierno que todavía está definiendo cómo se autopercibe, y que entre radicalizado kirchnerista o moderado frenteamplista asoma con género indefinido.

La cosa es que en este baile de debates públicos sobre la macro, con desautorizaciones políticas a escala en medio de contagios de un virus desconocido, los Kulfas boys se las arreglaron para hacer apuestas importantes.

Por ejemplo, mandaron al Congreso un marco regulatorio para la producción de cannabis medicinal y de cáñamo industrial, un sector que suena a "están hablando del faso" pero que si lo mirás dos minutos te das cuenta que se trata de una producción agrícola con un futuro gigante y un sector manufacturero que no podrías dejar pasar, si pensás en que además de cosechar la planta te podrías convertir -anoten para seminarios- en el grow shop del mundo. Todavía no se discutió en el Parlamento.

En tanto, antes de los dos años de gestión también clavaron un proyecto de ley de Movilidad Sustentable, es decir, todo un marco para estimular la producción de baterías de litio y fomentar un cambio en las terminales para que se vuelquen a los autos híbridos. Parece una boludez, pero es un intento por que el cambio en la matriz global de transporte no nos deje baúl al norte, y así los trabajadores que hoy están afiliados a SMATA no terminen buscando laburo en Starbucks. El proyecto establece también que para 2041 no se podrán vender más autos a combustión en el mercado local.

En paralelo, lanzaron el plan Argentina Programa, que aún con críticas, busca incentivar la formación de profesionales del área de software con un subsidio de hasta $ 100 lucas per cápita; y pusieron en marcha el plan Te Sumo, que aunque tiene olor a pasantía de los 90 para algunos gremios, intenta abordar el problema de la falta de trabajo para los jóvenes y las dificultades para su inserción laboral.

En un contexto donde la educación está cada vez más cascoteada y la motito de Rappi te está esperando a la salida de la secundaria, alguien dijo probemos con guita para la formación y el primer empleo.

De yapa, con economistas y sociólogos que podrían estar ganando más en empresas o vendiendo informes falopa en consultoras, armaron una estructura para ir monitoreando cómo va la cosa desde el Centro de Economía para la Producción, una máquina de aportar formas de acercarse a cómo está evolucionando la actividad económica, que usa data del consumo eléctrico o las búsquedas de Google o los ingresos por carrera universitaria para interpretar dónde están los cuellos de botella y cuáles son las alternativas para tratar de remediarlos.

MANZANA RODEADA

No es nada heroico, ni mucho menos. Se supone que es el laburo que tiene que tratar de hacer cualquiera que llegue al Estado: poner la cabeza para ver cómo se pueden ir resolviendo temas menos tapa de diarios que el precio del dólar y la inflación, pero que -si se dan cuenta- tienen mucho más que ver con cómo tratar de encontrarle soluciones estructurales a esos líos de siempre.

Es decir, cómo desarrollar industrias competitivas y con visión de futuro, capaz de generar no sólo puestos de trabajo calificados y duraderos sino sobre todo también divisas para combatir de a poco la restricción externa que nos tira siempre a la banquina, y que de hecho hoy nos está volteando de a poco otra vez, tras la crisis de Cambiemos y la mala gestión de la pandemia.

Traducido: no es esto un ataque de kulfismo explícito. Es un intento por exponer lo ridículo del cuadro que -ojalá que no- se está preparando. Mientras se pagan los costos de no ordenar la macro, con salto en el costo de vida y una brecha cambiaria de más del 100% que traba cualquier inversión de largo, lo que se discute es cargarse la gestión de los que están tratando de delimitar los carriles por dónde debería ir la producción y el mercado laboral de los próximos 30 o 40 años. No tiene lógica.

Así es el andar de una coalición sin conducción clara, donde caen ministros de Justicia porque "hace falta otra actitud", se entregan colaboradores en Educación o Seguridad porque sí o se largan compañeros de toda la vida de la Jefatura de Gabinete o el área de comunicación porque te lo piden de arriba.

Ahora, ya la presencia espectral del embajador en Brasil, Daniel Scioli, por las oficinas de Desarrollo Productivo mientras el ministro estaba de gira con el jefe de Estado, recalentaron las versiones de un recambio que se viene cantando más que los temas de la Delio Valdez en los actos La Cámpora.

Un escenario que también se contornea con la llegada de Roberto Feletti a la secretaría de Comercio Interior que supuestamente depende de Kulfas pero que tiene tanto vuelo propio que es capaz de fotografiarse con la legisladora Fernanda Vallejos, la que insultó de arriba abajo al jefe de Estado, y descalificó toda la política económica.

Un Feletti que mientras se expande a sectores como los medicamentos o las telecomunicaciones, suma como subsecretaria a Débora Giorgi, una economista de pasado fuerte en esa cartera con la que el ministro actual tiene cero onda.

VOLVER SIEMPRE DUELE

Todo esto sin subrayar que además sería una rareza que echaran al tipo que acaba de conseguir lo que la propia administración vendió con esa pompa exagerada de siempre como el anuncio de inversión del siglo, en referencia al proyecto para producir un combustible amigable con la ecología como el hidrógeno verde en la Patagonia, que podrían sumar más de u$s 8.000 millones en la década, si se alinearan un montón de planetas.

Ahí volverían a abrirse interrogantes respecto de cuál es el criterio para evaluar la gestión de los funcionarios: si los resultados posta a la hora de encarar los bardos de la economía real que pueden insumir soluciones de años o los caprichos en torno a cuán duro o blando parece un chabón para la tribuna, si me responde o se hace el díscolo socialdemócrata, o si lo tengo atragantado porque alguna vez se le dio por escribir una autocrítica demasiado audaz.

Nadie es imprescindible ni mucho menos. Los rumbos mandan y los goles son amores. Pero en todo caso poner el foco en cómo se definen las entradas y las salidas de los integrantes de un gabinete permite entender dónde está el poder y quién manda, dos preguntas que hoy las enviás por WhatsApp a fuentes del oficialismo y te la contestan tan largo que te obligan a escucharla en x2 e igual no entendés. El día después de las elecciones tal vez lo que se acelere ya no sean los mensajes de audio, si no las definiciones. Ojalá. El margen económico no parece aguantar tanto gris.

El viaje pleno de albertismo por Europa,con agenda de roce internacional, negociaciones externas y medioambiente terminó. De regreso, todo el contraste se percibe más.

Ahí sigue Feletti en discusión interna por un congelamiento de medicamentos que no tiene apoyo en la cartera que lidera Carla Vizzotti. Ahí va Aníbal Fernández, después de atragantarse en tuits, surfeando los calientes Río Negro o Santa Fe. Por ahí siguen fluyendo los subsidios sin ton ni son y de las segmentaciones ni noticias.

El clima se enrarece. Justo llegás y las noticias muestran que Máximo Kirchner, el que había gritado que la militancia está lista para entrar, estuvo en la Casa Rosada. Dicen que había ido a ver qué estaba haciendo Juan Manzur, aquél jefe de Gabinete de la avanzada de los gobernadores tras las primarias, el que vendía el giro licuador de imberbes y era el padre del nuevo volumen político.

¿Se acuerdan del volumen político?

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Comentarios

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  • G

    GDLL .

    04/11/21

    Lo único que firmó el gobierno Argentino es un estudio de factibilidad y lo hizo en agosto de 2021 y lo anunció ahora para tener algo que mostrar del fracaso del G20

    http://www.seprin.info/2021/11/02/hidrogeno-lo-unico-que-firmo-el-gobierno-es-un-estudio-de-factibilidad-y-lo-hizo-en-agosto-de-2021-y-lo-anuncio-ahora-para-tener-algo-que-mostrar-del-fracaso-del-g20/

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