Este jueves, Eduardo Grinberg, presidente del Tribunal de Cuentas bonaerense, presentó su renuncia al Gobernador Axel Kiciloff, anunciando así que dejará el cargo el próximo 28 de febrero. Los motivos de esta decisión, según hizo saber Grinberg, son que en diciembre cumple 80 años de edad, y en febrero 35 al frente del Tribunal de Cuentas.

Por su parte, entiende que el organismo de control que preside ha alcanzado ya los logros que se había propuesto, y que la modernización y fortalecimiento institucional del Organismo continuarán en el futuro con la misma o mayor intensidad que durante el período que le tocó ejercer el cargo.

Eduardo Grinberg asumió la presidencia del Tribunal de Cuentas el 9 de febrero de 1987. Con la nueva ley Orgánica de 1989, se pudo organizar la auditoría con delegaciones en el interior de la provincia, en el marco de un control concomitante y con plazos legales para que el Tribunal auditase en tiempo real y tuviese dictamen al final del ejercicio.

Dentro del Tribunal de Cuentas, se lo reconoce como un gran defensor de la carrera técnica y profesional del personal del organismo. Grinberg también impulsó las relaciones internacionales del organismo de control bonaerense, insertándolo en el mundo a la par de las entidades fiscalizadoras de nivel nacional y estadual de otros países.

Con un fuerte programa de capacitación se consiguió que el Banco Mundial, el BID, y otras entidades de crédito multilaterales eligiesen al Tribunal de Cuentas bonaerense como auditor de los préstamos que otorgan a la Provincia, reemplazando así a la grandes empresas privadas de auditoría que hasta entonces actuaban en tal carácter.

De los cajones de papeles que llegaban al Tribunal de Cuentas todos los días en 1987, sin lugar donde guardarlos, hoy el organismo cuenta con un sistema 100% digitalizado, con notificaciones electrónicas, e incluso con un portal de datos abiertos para que la ciudadanía pueda ver en gráficos simples la evolución de la deuda municipal, los gastos y la recaudación de cada distrito.

Grinberg valoró marcadamente los beneficios de la democracia y su consolidación, que en este caso, permitió continuidad y así poder demostrar los beneficios de la realización de políticas de largo plazo.