La volatilidad que sufrieron en los últimos días las tasas de interés tras el desarme de las LEFI puede impactar en un consumo que mantiene las múltiples velocidades, con el segmento durable empujando al conjunto, asistido por el crédito.
El supermercadismo, según relevó Indec, recuperó las expectativas hacia el trimestre que empieza y en lo inmediato esperan que la situación comercial se mantenga sin cambios. El consumo masivo medido por Scentia retomó la caída después de tres meses de suba, y acumula en el año una caída del 0,4%, siendo las principales bajas en supermercados y mayoristas.
Esto toma otro color cuando se incluyen los bienes durables. Para la Cámara Argentina de Comercio, en junio el consumo aumentó un 4% interanual y un 2,9% contra mayo.
Una dinámica similar mostró el índice de Consumo Privado de la Universidad de Palermo (UP), que da cuenta de una suba del 12,2% interanual en junio, la novena alza consecutiva, con tres meses seguidos de desaceleración.

Según la medición de UP, en el primer semestre el consumo aumentó un 14,9% interanual y está en máximos desde 2017. En el segmento masivo relevan una caída interanual en carne vacuna y aviar, pero subas en combustibles, recreación y cultura, turismo e indumentaria.
Los durables dieron la nota en junio, con suba de patentamientos del 68,9%, pero una leve baja contra mayo (-7,3%), similar a lo ocurrido en maquinaria agrícola, con una suba del 23,4% interanual, pero una caída mensual del 40%, según la Asociación de Concesionarios de Automotores (ACARA).
El crédito cumplió un rol clave en estos segmentos. Por ejemplo, según el Colegio de Escribanos de la Ciudad de Buenos Aires, el aumento de las escrituras fue del 36% interanual en junio, mientras que las firmadas con hipoteca treparon un 957% interanual.
Es por eso que la volatilidad en las tasas suma ruido en un consumo que lo tuvo como actor clave. Si bien se espera que bajen, la disrupción generó ruido, en un costo del endeudamiento que venía al alza.
Para Matías Rajnerman, jefe de macro del Banco Provincia, el impacto en consumo será moderado, en especial porque las tasas de préstamos personales ya eran altas, mientras que el financiamiento para las empresas tuvo más volatilidad.
"Esta suba, si no sigue, no debería pegar tanto en consumo actual. Lo que sí, la volatilidad cambiaria suele tener una dinámica dispar en las decisiones de consumo, porque puede acelerar las inmediatas, y disipar las de mediano plazo", analizó Rajnerman.

Sin embargo, el crédito hipotecario está más expuesto por su rápido crecimiento en el último tiempo y porque se superpone la suba de tasas con la incertidumbre cambiaria.
Anastasia Daicich, directora ejecutiva de Qualy, sumó dos motivos. Por un lado, por el aumento del costo de financiamiento en un contexto de menor poder adquisitivo de las familias, pero también con un aumento de la morosidad de los endeudados con tarjeta de crédito, un dato que ya se observa, aunque todavía de manera latente.
El aumento de la tasa además limitaría la posibilidad de refinanciar saldos, dada la diferencia entre la tasa de la tarjeta y la de los préstamos personales. La tasa además puede funcionar como un incentivo al ahorro en detrimento del consumo de bienes durables.
Haroldo Montagu, economista jefe de Vectorial, planteó que en 2024 la actividad estuvo muy apalancada en el financiamiento de las empresas y las personas, que empujaron el consumo con crédito.

"Este año ya estamos viendo algunas consecuencias, como el aumento de la morosidad. Si a eso le sumamos tasas en aumento muy por encima de una inflación en baja, el consumo puede resentirse y pegar un poco en la actividad", analizó Montagu.
Hacia el segundo semestre, de mantenerse este escenario suma una piedra en el zapato, marcó Gonzalo Carrera, de Equilibra, ya que un encarecimiento del crédito con una caída del salario real de cara a un semestre signado por el período electoral plantea un panorama desafiante para la actividad económica.




