Desafíos de la industria frente a la nueva normalidad

Por Leandro di Nardo, director de NUMAN – Headhunter Industrial

El mundo como lo conocíamos no existe más. Ninguna empresa estaba preparada para asumir escenarios como el provocado por el Covid-19 y la adaptación a una nueva normalidad será progresiva. Las organizaciones irán aprendiendo en base a pruebas, errores y aciertos, a medida que transitemos la pandemia.

Durante cuatro encuentros virtuales que realizamos con la participación de representantes de grandes empresas industriales radicadas en la Argentina, surgieron los principales lineamientos a tener en cuenta para una realidad que ya comenzaron a transitar la mayoría de las industrias. Siempre teniendo en cuenta que más allá del retorno a la actividad, el coronavirus seguirá estando presente hasta que se cree una vacuna.

  • Gestionar situaciones de pánico frente al surgimiento de casos positivos. Se elaboran protocolos dinámicos para administrar relaciones laborales en ámbitos conflictivos, previendo que seguramente habrá sindicatos combativos que busquen poner distancia en la operación e incluso detenerla, cuando comiencen los contagios en personal de planta. En esos casos se apelará a la fuerza y el compromiso de la gente, a partir de las acciones desarrolladas por las empresas para protegerlos. Se identifican como ventajas las medidas de segregación que permiten aislar a equipos impactados, sin detener la operación. 
  • Readecuar espacios en planta. La incorporación progresiva de personas en ámbitos que no están preparados en términos del distanciamiento para la cantidad habitual de trabajadores, lleva a escenarios donde se debe reacomodar todo al espacio disponible. Dentro de las instalaciones se privilegia la distancia física entre personas y la segregación de equipos, junto el establecimiento de un lapso de tiempo entre el egreso e ingreso de turnos. Además, se demarcan espacios que no pueden ocuparse en los comedores, senderos para transitar y dispensers de alcohol con dispositivos para evitar que los empleados los toquen. También se crearon sectores para aislar casos sospechosos. El signo de estos tiempos es la flexibilidad.
  • Aplicar sentido común. Estamos transitando una etapa donde el criterio vale más que nunca. Si bien hay muchas recomendaciones y normativas, cada planta y situación son distintas y particulares. Información sobra, pero es preciso determinar cuándo un elemento de prevención es aplicable y en qué circunstancias requiere ser reemplazado por resultar peligroso para el desarrollo de determinadas actividades
  • Comunicar, comunicar, comunicar. Es importante que los trabajadores conozcan todas las medidas de prevención y que puedan entenderlas y comprender su impacto en relación a su seguridad. Considerando que cada individuo reacciona diferente: hay quienes no prestan atención al Covid-19, algunos que lo asocian a una simple gripe y otros están preocupados. Por ello, resulta prioritario contar con fuentes confiables para informar con claridad. Además, establecer programas de comunicación para reconocer a los héroes de la operación, agradeciéndoles por permitir llevar los productos de la empresa a sus clientes y a la comunidad.
  • Asumir y gestionar riesgos. Hay dos situaciones a tener en cuenta:a) Garantizar la continuidad del abastecimiento. A raíz de la protección a grupos de riesgo aumentó fuertemente el ausentismo en plantas y centros de distribución. La eventualidad de tener que parar líneas de producción frente a positivos es un riesgo importante y se trabajan planes de acción para mitigarlo. b) Alta volatilidad de la demanda en un contexto de mucha incertidumbre. Frente a la nueva normalidad la demanda presenta y presentará comportamientos variados, imprevisibles y difíciles de forcastear.
  • Continuidad del home office. La mayoría de las compañías coinciden que cuando se habilite la actividad laboral en oficinas, solo trabajará presencialmente el personal esencial. Algunas platean del 35 y al 40% de teletrabajadores. Esta es una decisión de negocio importante, pero se asume como un cambio que se debe dar.
  • Retornar a la oficina. Se están implementando planes de comunicación para facilitar el regreso a los lugares de trabajo y ayudar a vencer el temor inicial que puede provocar volver a estar todos juntos en un mismo espacio. La clave reside en anticiparse a pequeños acontecimientos con gran repercusión (cuando alguien tosa por primera vez), para prever cómo se gestionarán. En cada oficina se contará con una sala de descontaminación de documentación, se profundizará la digitalización y se dispondrá de una barrera sanitaria donde cada persona deberá higienizarse. 
  • Desarrollar liderazgo. Los líderes deberán dar el ejemplo en forma permanente, porque los trabajadores los estarán observando. La seguridad basada en comportamientos es esencial para que la gente crea lo que se les está diciendo. Se requiere desplegar programas de capacitación para mandos medios y altos.
  • Adaptar protocolos de seguridad e higiene: se deberán adecuar a las normativas locales que vayan surgiendo en cada jurisdicción, y a las nuevas modalidades de trabajo en fábricas, centros de distribución, área de ventas y técnicos de calle
  • Implementar medidas de prevención. Durante la nueva normalidad los protocolos de prevención serán moneda corriente. Muchas empresas implementan mediciones diarias de temperatura en los domicilios, proveyendo a los trabajadores termómetros para que se testeen antes de salir a trabajar. También se desarrollaron aplicaciones para completar desde el celular un formulario con validez de declaración jurada donde cada empleado informa su situación de salud y la del resto de las personas con las que convive, previo a iniciar la jornada laboral. De esta manera, se evita compartir bolígrafos y manipular papeles, y en caso de reportar algún síntoma notificar a su supervisor directo y a un médico, iniciándose un protocolo de contención que incluye la obligación de permanecer en la vivienda. Así se impide que potenciales positivos transiten por la vía pública. En el ingreso también se están colocando cabinas sanitizantes, y se distribuyen elementos de protección (tapabocas, barbijos, pantallas faciales, etc). Además se creó un área de supervisión Covid-19 para controlar del cumplimiento de estas medidas.
  • Fomentar la atención extrema. El miedo e inquietud que genera la pandemia pueden derivar en accidentes con consecuencias graves, si no se tienen los cinco sentidos puestos en la tarea. A raíz de ello se incrementó la comunicación con los trabajadores y se les explicó los riesgos asociados a cada actividad, teniendo en cuenta que a las preocupaciones derivadas del Covid-19 se suma la situación económica en los hogares, con familiares que perdieron empleos. La mezcla de emociones hace que las tareas peligrosas se hagan más peligrosas aún. 
  • Detección temprana. El aviso temprano de síntomas es fundamental. Pero hay que generar condiciones para que el trabajador no sienta que peligrará su puesto de trabajo o sus ingresos por comunicar un malestar y ausentarse de sus actividades cotidianas. El riesgo es que la gente espere 2 o 3 días para advertir a la empresa sobre su situación de salud y asista a trabajar con síntomas, por el miedo. 
  • Comités de business continuity: mientras parte del equipo gerencial hace foco en atender la crisis, el resto de los líderes senior se centran en analizar cómo se sale de ella. Las empresas coinciden en que será importante no destruir la modalidad del home office y tecnologías que se están implementando actualmente
  • War Rooms: se activaron reuniones interdisciplinarias de todos los sectores (comerciales, marketing, finanzas, supply chain) para entender cómo se comportará la demanda a partir de diversos indicadores. Esto permite calibrar la cadena de abastecimiento en términos de planeación de la producción, de una manera más up-grade con la última señal de demanda. Entre otras medidas, se planificó una descentralización del stock para acercar el producto al lugar de consumo, a cambio de alguna pérdida en eficiencia logística. 
  • Reconversión del personal. Se incorporaron tareas en funciones que no tenían algunos trabajadores, lo cual llevó a negociar con los sindicatos. Así se logra contar con una mayor cantidad de reemplazos para determinadas posiciones frente a potenciales ausentismos por contagio de Covid-19. El objetivo es garantizar la continuidad de la operación, preservando la salud de las personas, capacitando para desarrollar tareas similares a las que cumplen habitualmente.
  • Control presupuestal. Todas las empresas están realizando acciones muy fuertes en relación a sus costos fijos para mitigar el impacto de la crisis. Bajo la premisa de cuidar la caja y darle prioridad al pago de salarios se está renegociando todo (por ejemplo, los alquileres de planta: buscando que los dueños también asuman parte del impacto). También se busca que los servicios de informática y otros tercerizados que eran costos fijos, se flexibilicen. 
  • En general, la industria asume que van a desaparecer muchas compañías, en la Argentina y en el mundo. Con lo cual la matriz productiva y comercial se va a achicar significativamente. Pero al fundirse parte de la competencia, las empresas supervivientes podrían recibir demandas que nunca habían tenido, que resulten positivas y estratégicas para su negocio.
     

     

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