

Fueron 2093 palabras presidenciales. Ninguna de ellas referidas a su imputación. Un día después de su primera aparición tras el revés judicial, Cristina Fernández de Kirchner volvió ayer al mediodía a encabezar un acto en El Calafate, su declarado "lugar en el mundo".
Pero esta vez fue cadena nacional, lo que alimentó la expectativa que terminó diluyéndose de que la Presidenta haría su primera referencia al avance de la denuncia del fallecido Alberto Nisman que ordenó el fiscal Gerardo Pollicita, el pasado viernes, último día hábil pre-marcha del 18F, por supuesto encubrimiento de la voladura de la AMIA. Anteayer, respetando la regla K de un mínimo de 48 horas de silencio ante un sacudón político, Cristina se había limitado a sentenciar: "Estamos tercamente empecinados en dar alegría".
Lo más cercano a una autodefensa, elíptica, fue hacia el final del discurso de ayer por cadena nacional, cuando la jefa de Estado afirmó: "Aún se siguen asombrando de cómo aguanto todo lo que tengo que aguantar. Les digo que aprendí acá, en la Patagonia, con el viento, con el frío, con la nieve, con el olvido". Fue correspondida con aplausos. La mandataria venía de resaltar a su fallecido marido Néstor Kirchner y su Santa Cruz natal. "Para venir a vivir acá hay que estar duro y preparado. Esto no es para blandos. Por eso, cuando se asombraban y aún se siguen asombrando de lo que hizo ese hombre desgarbado y flaco", afirmó.
Si bien inauguró un hospital de alta complejidad para la villa turística, bautizado en forma compartida con los nombres del fallecido ex presidente y del gobernador santacruceño Jorge Cepernic, el marco del evento fue el 138º aniversario del descubrimiento del Lago Argentino, tradición en el calendario kirchnerista. Al arrancar, el padre Carlos "Lito" lvarez (cura de El Calafate ), que tuvo a cargo la bendición, le recordó que "será su último acto" allí como Presidenta, le regaló una vela que fue prendida en una misa en homenaje a Néstor Kirchner.
Al terminar la cadena, que pareció más dirigida a la propia tropa, para mostrarse entera ante el pedido de imputación, Cristina envió un mensaje de continuidad post-2015. "Con esta vela que me regaló mi querido padre Lito, que estuvo encendida no sé por quién el día en que él partió para acompañarnos siempre, quiero decirles a todos los argentinos que también nosotros somos más importantes que los reflectores, que las cámaras, que lo que pueda decir un diario", recriminó la jefa del Estado.
"Siempre va a haber un patriota que, cuando quieran avanzar sobre nuestras conquistas, vuelva a encender la vela para que nunca más se apague la llama de la Patria", añadió Cristina Kirchner, en una analogía con el modelo K dedicada a sus filas. En paralelo, si bien defienden la figura presidencial al considerar "poco sustentable" la denuncia de Nisman, el oficialismo se divide entre halcones y palomas sobre la estrategia discursiva post-muerte del fiscal. En especial, en la antesala de la marcha convocada para pasado mañana, cuya magnitud ya encendió las alertas K. Aprovechando el fin de semana XL, sin agenda oficial aún, Cristina Kirchner la vería por TV desde el sur.


